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Ser o no ser

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RODOLFO SIENRA ROOSEN

El reelecionismo en sistemas presidencialistas no es un un tema menor. Vamos a planteárnoslo meditando, calavera en mano como el Príncipe de Dinamarca, a ver hasta dónde llegamos.

Analizando ejemplos, bajo la forma de gobierno menos mala -la democracia, al decir de Churchill- el modelo en donde el sistema funciona mejor, es Estados Unidos. Allí, el Presidente, electo por cuatro años, puede postularse para el período de gobierno siguiente, sólo por una vez. Se objeta que la tentación del poder induce a abusos desnaturalizantes de procesos electorales. Es verdad. Recordemos Watergate aunque también es cierto que así le fue los responsables y al mismo Presidente republicano, al punto que de no mediar su renuncia, lo esperaba al "impeachment" y quizá después, la cárcel.

Pero es claro, sin los periodistas del Washington Post, y sin "Garganta Profunda", probablemente el delito hubiera pasado desapercibido. Al margen del caso concreto, lo cierto es que el Presidente de Estados Unidos que se postula a la reelección, hace campaña política abiertamente, viaja por todo el país, gasta dineros públicos y hasta organiza banquetes con empresarios que compran su silla en la mesa en miles de dólares. Cosas como ésta, que repugnan a nuestra sensibilidad cívica, para ellos son naturales. ¿Será que confían en la infalibilidad de los contralores, o que dejan librado a la sabiduría de su pueblo la decisión de la continuidad del Presidente? Diría que es cuestión de mentalidad.

En los sistemas presidencialistas de América Latina, Brasil admite la reelección sin restricciones. Argentina la permitió por un período en el recordado Pacto de Olivos luego de una turbia negociación entre Menem y Alfonsín que llegó a involucrar hasta la integración de la Corte Suprema, y ahora Kirchner, convirtiendo la Presidencia de la Nación en un bien ganancial, podría pretender, alternándose con su cónyuge, la reelección perpetua. Chávez fracasó en un intento de quedarse en el poder hasta que se le diera la gana pero Evo Morales y Correa constitucionalizaron la reelección. La tendencia en Sudamérica parece ser la que la reelección presidencial va de la mano de presidentes populistas. En regímenes parlamentarios, no hay límites a la reelección de los presidentes de gobierno. Felipe González, y Margaret Thatcher, Köhl, entre otros, se han mantenido por mucho tiempo en el poder. Pero los sistemas de contralor son diferentes a los del presidencialismo.

Francia, con un sistema híbrido que sólo los franceses entienden, admite también la reelección presidencial por un período.

Entre nosotros, la reelección está prohibida por el juego de las disposiciones constitucionales, aunque en el caso de Pacheco se le abrieron las puertas en una interpretación a nuestro juicio equivocada. Y pasó lo que pasó.

Si tuviera que definirme, no soy reeleccionista, pero tampoco un fanático de la negativa, y bajo ciertas condiciones -por ejemplo una renuncia previa del presidente candidato mucho tiempo antes de los comicios- podría aceptarla. Eso sí, no tocaría jamás la Constitución para reformarla en beneficio de alguien con nombre y apellido, o para solucionarle el problema de su falta de candidatos de categoría como para generar consenso, a un partido político determinado.

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