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El primer ministro de Ucrania acusó a Rusia de pensar en desencadenar una tercera guerra mundial. "El mundo aún no ha olvidado la Segunda Guerra Mundial, pero Rusia ya quiere comenzar la tercera guerra", dijo, durante una reunión del gabinete de su gobierno, transmitida en vivo por los medios de comunicación. Agregó que los intentos para generar un conflicto en Ucrania pueden envolver a toda Europa. Y, esto, como ya sabemos, por dura experiencia, inevitablemente se traduciría en un conflicto global.

El gobierno ucraniano considera que Rusia busca complicar la realización de las elecciones convocadas por Ucrania para el 25 de mayo y, por las dudas, desde ya crear condiciones que le permitan poner en duda su resultado. Hace unos días, el portavoz del gobierno ruso declaró que la escalada de violencia en la región oriental de Ucrania arroja dudas sobre la legitimidad de los próximos comicios presidenciales. Lo que se olvidó de mencionar es que las operaciones de las fuerzas ar

El primer ministro de Ucrania acusó a Rusia de pensar en desencadenar una tercera guerra mundial. "El mundo aún no ha olvidado la Segunda Guerra Mundial, pero Rusia ya quiere comenzar la tercera guerra", dijo, durante una reunión del gabinete de su gobierno, transmitida en vivo por los medios de comunicación. Agregó que los intentos para generar un conflicto en Ucrania pueden envolver a toda Europa. Y, esto, como ya sabemos, por dura experiencia, inevitablemente se traduciría en un conflicto global.

El gobierno ucraniano considera que Rusia busca complicar la realización de las elecciones convocadas por Ucrania para el 25 de mayo y, por las dudas, desde ya crear condiciones que le permitan poner en duda su resultado. Hace unos días, el portavoz del gobierno ruso declaró que la escalada de violencia en la región oriental de Ucrania arroja dudas sobre la legitimidad de los próximos comicios presidenciales. Lo que se olvidó de mencionar es que las operaciones de las fuerzas armadas ucranianas son la respuesta a las acciones emprendidas por grupos pro-rusos que tomaron edificios públicos en diferentes lugares de la región oriental de Ucrania. Entre tanto, circulan noticias de concentraciones de tropas en ambos lados de la frontera.

La reciente anexión de Crimea por Rusia seguramente pasará a los libros de estrategia como un ejemplo de cómo apoderarse de un buen pedazo de territorio ajeno con un mínimo de costo militar y político y ante la inacción, en la práctica, de la opinión internacional (incluyendo, lamentablemente, la débil actitud uruguaya en la Asamblea General de las Naciones Unidas). Es cierto que las circunstancias eran muy particulares. Aparte de los antecedentes históricos (nadie parece estar muy seguro de por qué Nikita Jruschov le hizo ese presente griego a su Ucrania natal), el 58,3% de la población de Crimea se identifica como de origen ruso y el 24,3% de origen ucraniano.

En el resto de Ucrania, la situación es más complicada.

De acuerdo al último censo, el 77,8% de su población total declara su identidad étnica como ucraniana y el 17,3 % como rusa. La mayoría de quienes se identifican como rusos étnicos se concentran en la región más oriental del país, limítrofe con Rusia, donde representan más de la mitad de la población en dos provincias.

Pero, esas cifras se refieren a identidades étnicas y es legítimo preguntarse cuántos de quienes se definieron como rusos étnicos en el censo desean separarse de Ucrania y convertirse en ciudadanos rusos. Ciertamente, los referendos sobre el estatuto de Crimea y de la ciudad de Sebastopol celebrados en marzo, no son buenos precedentes en esta materia por dos motivos: porque no se realizaron de acuerdo a la legislación del Estado a que entonces pertenecía Crimea (Ucrania), y por la forma y las circunstancias en que se celebraron (con la presencia de fuerzas armadas rusas y de paramilitares pro-rusos).

Los historiadores aún discuten sobre las causas de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, aunque existe un acuerdo en que una de las circunstancias que condujeron a ese holocausto fue una cadena de monumentales errores de cálculo por parte de algunos de los principales protagonistas políticos de la época.

Sería bueno recordar esa advertencia.

Esperemos que domine la sensatez.

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Juan Oribe Stemmer

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