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Colección de orejas

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Tomás de Mattos
ANDRES FERNANDEZ / DIARIO EL PAIS

El reconocido autor uruguayo escribió un western sobre un viejo crimen ocurrido en Caraguatá, Tacuarembó.

EN LA  película Entre copas (2004) de Alexander Payne, un personaje expresa a un novelista los motivos por los cuales no le gusta la ficción: "hay tantas cosas por conocer en este mundo que leer algo que una persona inventó me parece una pérdida de tiempo".

Esa visión caricaturesca, que no entiende que muchas veces la ficción ayuda a entender al mundo más que un ensayo, alimenta gran parte de la preferencia actual del público. Algo intermedio ocurre cuando una obra ficticia reconoce tener su génesis en un hecho real, lo que permitiría recrear, aunque sea a medias, al personaje de carne y hueso al que alude la obra. Como dijo el cantante Tom Waits, si una película es aburrida alcanza con hacer llegar al público una voz gruesa que diga "basada en un hecho real" para que la gente preste mayor atención y sienta que la trama adquiere otra enjundia.

Las películas nominadas al premio Oscar 2015 cumplieron con esa condición. El Código Enigma, Selma, Foxcatcher, La Teoría del Todo y El Francotirador tienen su origen en historias, personajes y circunstancias de la vida real. Se ha generado en Estados Unidos un fuerte debate sobre las inexactitudes históricas en las que incurren. Algunos críticos no comprenden que una narración, por más que tenga el punto de inicio en algo que ocurrió, siempre apela a las herramientas y posibilidades que brinda la ficción. La realidad suele ser aburrida si no se la cuenta y se la edita para lograr una buena tensión narrativa. En suma, que se respete la forma en que los hechos ocurrieron, que sean reales o nacidos de la imaginación del autor, debería ser algo de poca trascendencia para quien vea alguna de las películas nominadas, o se interne en la lectura de Don Candinho o Las doce orejas, la nueva novela de Tomás de Mattos.

TRAGEDIA EN TACUAREMBÓ.

Luego de dedicar sus últimas obras a grandes temas como la recreación de la historia de Jesús basada en la Biblia (La Puerta de la Misericordia, 2003), o la vida de José Pedro Varela en los dos tomos de El hombre de marzo (2010 y 2013), de Mattos vuelve a un terreno que se podría denominar de pequeña historia, y que ya había transitado con maestría en el volumen de cuentos Trampas de barro (1983) o en la novela A la sombra del paraíso (1998).

Al comienzo el autor advierte que va a contar algo que realmente ocurrió —"tras el velo de lo inventado, nunca llega a ser una novela enteramente imaginada"— aunque también aclara que no se trata de una crónica. El hecho real sucedió en Caraguatá, Tacuarembó, a fines del siglo XIX, donde dos comerciantes propietarios de almacenes de ramos generales mantenían un latente enfrentamiento, disputándose la clientela del lugar. Uno, el más modesto, se llamaba José "Pepe" Castro, de origen gallego. El otro era Rufino Furtado, natural de Ourense, comerciante con más poder y menos escrúpulos. Ese recelo y rivalidad finaliza cuando diecisiete hombres copan el establecimiento de Castro para robar y la mayoría de ellos viola a su esposa, Leonilda "Nilda" Dos Santos, mientras el marido agoniza a su lado. La mujer queda embarazada pero al haber mantenido relaciones con su esposo unas horas antes, nunca se sabrá con certeza de quien es el hijo. Para incrementar la intriga, el niño resulta sumamente parecido a su madre pero no hay otros rasgos identificables que ayuden a ubicar al padre.

Esta tragedia es el comienzo de la historia y da lugar a la persecución de los asesinos. El padre de Nilda, Francisco José Dos Santos, encomendará esa tarea a su hijo mayor Candinho junto a un pardo liberto que trabaja en su estancia, Ignacio Dos Santos, a quien ha dado su apellido y del que se sospecha que también es su hijo. Como prueba de que se ha hecho justicia deberán traer a Don Francisco la oreja derecha de cada uno de los malandros para enterrarlas junto a la tumba de "Pepe". Cualquier lector que sea aficionado al western encontrará en el planteamiento y desarrollo de esta historia los componentes típicos del género: luego de un ataque salvaje Candinho será el héroe que, acompañado de Ignacio, volverá a recomponer el orden perdido. Ese accionar heroico no era lo que pretendía para su vida y en más de una ocasión intentará, sin éxito, dar por concluido el episodio. Su calidad de hijo mayor, unida a la indiferencia e inoperancia de los poderes públicos, le obligará a ser quien recupere el respeto para su familia, haciendo justicia por mano propia.

LA BÚSQUEDA.

Un primer acierto es haber elegido como relator de la historia a Eusebio Morales, maestro jubilado y pintor, que trasmite lo que cuenta Candinho mientras realiza su retrato varios años después de ocurridos los hechos. Logra, con el intermediario y la distancia temporal, que el relato adquiera un tono desencantado, alejado de la pasión y furia que generó la tragedia. Divide la novela en las varias salidas de Candinho e Ignacio en procura de los malandros, las que el autor enumera por el botín de orejas que van consiguiendo. A efectos de mantener la tensión —algo no sencillo en una narración que supera largamente las cuatrocientas páginas— utiliza varios recursos para que las persecuciones, ubicación de los delincuentes, captura y muerte no se vuelvan reiterativas. La descripción de costumbres y rutinas del entorno, las dudas de Candinho, el encuentro con un caudillo político, los enredos con jueces y policías son incidentes que ayudan a mantener el interés que no decae mientras que, con estilo cinematográfico, los cambios de escenarios son frecuentes. La acción transcurre en el medio rural del norte uruguayo, pasa al sur de Brasil para recalar en Buenos Aires y Montevideo. En la capital uruguaya el autor se da el gusto de ubicar la acción el día en que se jugó la final del Campeonato Uruguayo de fútbol de 1902 entre el CURCC, al que siempre llama Peñarol, y el Albion, final ganada por el equipo aurinegro. Como es sabido de Mattos es un fervoroso peñarolense y tercia a favor de su cuadro en la polémica sobre el decanato de Nacional y Peñarol en la historia del fútbol uruguayo.

En el final de la novela —que no corresponde revelar— reaparecen elementos de las viejas películas del oeste norteamericano. Al igual que en A la hora señalada (1952) también hay un héroe involuntario que sabe que es imposible huir de su destino ante una circunstancia ajena a su voluntad, y que le cambia la vida para siempre.

De Mattos logra ese aire épico imprescindible para que este relato de sangre, persecuciones y heroicidad se vuelva una impecable novela de aventuras. No sería descabellado pensar que, de aparecer los inversores necesarios, Don Candinho o Las doce orejas llegue al cine. Si eso ocurre quizá resurja la discusión sobre qué hay de cierto y qué de inventado en esta historia. Como si eso tuviera alguna importancia.

DON CANDINHO O LAS DOCE OREJAS, de Tomás de Mattos. Alfaguara, 2014. Montevideo, 446 págs. Distribuye Penguin Random House.

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