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Todas las medidas pasan por ponerle un precio al uso de contaminantes

| El mercado del carbono se fue desarrollando lentamente hasta que la Unión Europea adoptó su sistema de comercio de emisiones en 2005

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 20080823 Economía y Mercado 500x500
El País

Los certificados de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) pueden ser vendidos a otros actores a efectos de ser utilizados como permisos para que los países industrializados puedan emitir más GEI de los que tienen autorizados, sostuvo el ingeniero agrónomo (Ph.D) Daniel Martino, director ejecutivo de Carbosur. El entrevistado integra el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), equipo multidisciplinario internacional que fue laureado con el Premio Nobel de la Paz 2007 por su trayectoria de veinte años en el estudio y combate del cambio climático. A continuación se publica un resumen de la entrevista concedida a ECONOMIA & MERCADO.

-¿Cómo evalúa lo actuado en las últimas décadas para detener el maltrato ambiental del planeta?

-Hay varios hitos recientes en la historia de los combates ambientales. A raíz de la Cumbre de Río de Janeiro de 1992, donde se debatió sobre los problemas ambientales más serios que afectan al planeta, surgieron tres grandes convenciones internacionales que cuentan con el respaldo de las Naciones Unidas: la de Cambio Climático, la de Biodiversidad y la de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Estos tres temas junto con la Convención de Viena para el combate de los gases que afectan la capa de ozono son algunos de los principales acuerdos de políticas ambientales de alcance global entre países.

-¿Qué resultados prácticos se han logrado luego de dieciséis años de vigencia de esos acuerdos?

-Los avances han sido desparejos. La Convención de Desertificación y Sequía así como la de Biodiversidad han tenido algún desarrollo y emprendido algunas acciones, pero no han conseguido suficiente apoyo de los países. En cambio, es muy importante lo que ha logrado la Convención de Cambio Climático. En torno suyo se han puesto mayores esfuerzos, invertido más recursos y desarrollado toda una actividad por considerársele el mayor problema ambiental a nivel mundial, ya que presenta diversas amenazas para toda la actividad humana. En primer término, se ha tomado conciencia del problema, sobre todo en los países industrializados, que son justamente los que más sufren sus consecuencias económicas dadas las obligaciones que han debido asumir. También hoy existen acuerdos con reducciones cuantitativas de emisiones, según el Protocolo de Kioto, que entró en vigencia el 1º de enero de este año y finaliza el 31 de diciembre de 2012. Durante este quinquenio, los países que tienen una responsabilidad diferenciada por generar una mayor cantidad de gases que provocan el calentamiento global, deben reducir colectivamente la emisión en un 5% con respecto al nivel de 1990.

-¿Cuáles son los gases más dañinos por su potencial contaminador del ambiente?

-El Protocolo de Kioto regula la emisión de seis gases contaminantes, pero prácticamente el 95% del problema está causado por tres gases: el dióxido de carbono (CO2), que es responsable de dos tercios de la contaminación total, el metano y el óxido nitroso. Estos gases se originan principalmente en la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón). Además de estos gases, la segunda fuente en importancia del calentamiento global es la deforestación, que se produce casi en su totalidad en los países en desarrollo. A su vez, la agricultura, incluyendo la ganadería, es responsable de la generación de un 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI).

-¿Existen pruebas fehacientes del calentamiento global del planeta?

-Su existencia es indudable. Si bien todavía quedan algunas pocas personalidades que tienen dudas sobre la influencia humana en el fenómeno, prácticamente la totalidad del mundo científico, incluyendo el contundente Informe Stern realizado en el Reino Unido y el Cuarto Informe sobre Cambio Climático del IPCC (2007), está de acuerdo en la responsabilidad del hombre en el cambio climático. Durante ese proceso, que comenzó con la Revolución Industrial y se acentuó en el siglo XX, se registró un aumento de la temperatura planetaria de 0,8ºC, especialmente a partir de 1950, previéndose la aceleración del calentamiento global en los próximos años. En un escenario extremo, si no se tomasen medidas eficientes, la temperatura ascendería hasta 6,5ºC a fines del siglo actual con respecto al período preindustrial. La mayoría de los países del mundo han coincidido con el Informe del Panel Intergubernamental en Cambio Climático (en inglés, IPCC), donde se sostiene que para lograr que el calentamiento no supere un aumento de 2ºC-2,5ºC, cifra que se considera una meta tolerable, es necesario que las emisiones de gases contaminantes, que hoy están en torno a 40.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), alcancen su pico máximo entre 2015 y 2020, debiendo bajar a niveles cercanos a la mitad hacia el año 2050. Los países están trabajando sobre esta hipótesis para determinar cómo se distribuye la carga de reducción de emisiones.

Emisiones de GEI

-¿Cuáles son los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la actualidad?

-Según el estudio sobre Mitigación del Cambio Climático del IPCC, las emisiones de GEI deben descender a la mitad de sus niveles actuales. Ese proceso no puede demorar más de treinta o cuarenta años en el actual escenario donde, contrariamente, las mismas tienden a aumentar. Mientras los niveles de emisión en los países desarrollados son muy altos, estando situados en el eje de 10 y 30 toneladas de CO2 anuales por habitante, las emisiones en los países en vías de desarrollo, especialmente en África, son escasas -alcanzando marcas tan bajas como 0,1 toneladas anuales por habitante- pero están creciendo muy velozmente. En realidad, esas cifras son la suma de los distintos gases contaminantes, porque el potencial de calentamiento de cada uno de ellos se expresa en su equivalente de CO2. Por ejemplo, una tonelada de metano equivale a 21 toneladas de CO2.

-¿Qué se puede hacer para desacelerar el calentamiento global sabiendo que el mundo industrializado y las economías emergentes como China, India, Brasil, etc. demandan cada vez más recursos contaminantes?

-Hay toda una batería de medidas posibles, pero todas pasan por ponerle un precio al uso de recursos contaminantes, a través de impuestos o de la creación de un mercado del carbono. Dicho mercado debe reconocer como un servicio ambiental las acciones de reducción de las emisiones de GEI y que dichas reducciones puedan ser certificadas y vendidas a otros actores. (Nota de Redacción: el término "mitigación del cambio climático", o sea las acciones que mitigan los efectos negativos de las emisiones de GEI, es utilizado como sinónimo de reducción de emisiones. Algunos ejemplos de estas acciones son: sustitución de combustibles fósiles por fuentes renovables; eficiencia energética en la industria, los edificios, el transporte, etc.; plantar árboles y reducir las tasas de deforestación; manejar mejor los desechos; modificar algunos procesos industriales; etc.).

-¿Hay una reducción efectiva de las emisiones a nivel global?

-Las reducciones de emisiones se miden a nivel de cada país obligado a hacerlo por el Protocolo de Kioto. Lo que pueden hacer los 39 países industrializados incluidos en el Anexo B de dicho acuerdo es adquirir permisos de emisión de otros que hayan cumplido con creces sus obligaciones acordadas. También pueden adquirir permisos generados en proyectos que se realicen en países sin obligación de reducir emisiones -como es el caso de Uruguay- siempre y cuando se cumpla con el requisito de que esos proyectos no sean parte de los que se harían habitualmente, sino que se implementan como consecuencia de la existencia de ese mercado de emisiones. Como cada uno de esos países industrializados tiene un tope permitido de emisión aplicable al período 2008-2012 que está por debajo del nivel registrado en 1990, el resultado del lanzamiento de dichos certificados es que se baja el volumen de gases emitidos a nivel global.

Certificados de CO2

-A fines del siglo XX se puso en práctica la comercialización de los certificados de reducción de emisiones de GEI. ¿Qué mecanismos existen para negociar ese tipo de certificados?

-En 1997 Costa Rica emitió los primeros certificados. Esa emisión no fue muy exitosa ya que apenas logró colocar una pequeña parte de los certificados emitidos. Luego el mercado se fue desarrollando lentamente y con muchos altibajos hasta que la Unión Europea adoptó su sistema de comercio de emisiones en 2005. En ese momento, algunas empresas energéticas angloholandesas y japonesas, así como unas pocas compañías eléctricas norteamericanas, anticipando las tendencias de cambio, desarrollaron actividades de reducción de emisiones de GEI y empezaron a adquirir certificados.

-¿Quiénes emiten esos certificados y qué valor tienen hoy?

-Existen varios esquemas a nivel mundial, siendo el más importante el previsto en el Protocolo de Kioto, cuyos certificados son emitidos y certificados por Naciones Unidas. Cada uno de ellos tienen una unidad diferente para el comercio de reducción emisiones de GEI, pero todas se pueden intercambiar porque, en definitiva, todas valen el equivalente de una tonelada de CO2. Es un mercado que está en un proceso de crecimiento pese a que tuvo muchas fluctuaciones en sus primeros tiempos. Sin embargo, el volumen de comercio se incrementa año tras año de modo exponencial, habiendo llegado a un nivel de madurez que evita distorsiones grandes en los precios, aunque algunos exhiben ciertas variaciones dependiendo de la calidad de los certificados emitidos. En 2007 se comercializaron US$ 60.000 millones de dichos certificados en el mundo y se espera que este año las transacciones superen los US$ 100.000 millones. Por ejemplo, algunos compradores premian certificados que incluyan beneficios sociales. Hoy el valor de mercado de los certificados gira entre US$ 15 y US$ 30 por cada tonelada de CO2 cuya emisión a la atmósfera es evitada, es decir lo que se certifica y se vende. También se puede certificar una remoción de CO2 de la atmósfera, por ejemplo, a través de la forestación.

Forestación

-¿Por qué muchos compradores de certificados de reducción de emisiones de GEI evitan los títulos del sector forestal?

-Hay muchos intereses en contra de la implementación de desarrollos forestales como forma de combate al cambio climático. Es muy claro que los proyectos de generación de energías renovables, tales como las granjas eólicas o las plantas de biocombustibles, necesitan un precio muy alto del carbono para tener viabilidad económica a través de la venta de certificados de CO2. Son viables si la tonelada de la unidad vale US$ 40; pero dejan de serlo si su cotización es de US$ 10. A mi juicio, el precio del CO2 bajaría sensiblemente si le abriesen la puerta a muchos proyectos forestales utilizados para la emisión de certificados de reducción de emisiones. El hecho concreto es que la forestación fue aceptada bajo los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) previstos dentro del Protocolo de Kioto, aunque está limitada por una serie de restricciones.

-¿Cuáles son esas limitantes impuestas a la forestación?

-Una de ellas consiste en haberle puesto un tope a la cantidad de certificados forestales que los países puedan comprar, que se fijó en el equivalente al 1% de sus emisiones del año base.

El otro factor restrictivo es que los certificados forestales son diferentes al resto porque tienen fecha de vencimiento. Se decidió que los certificados fuesen temporarios con el argumento de que las plantaciones forestales remueven CO2 de la atmósfera, pero este gas puede volver rápidamente a ella en caso de que el bosque se destruya o que la madera se coseche. Por eso, un certificado forestal expira, y cuando ello ocurre, su tenedor tiene que salir al mercado a comprar otro. Frente a las incertidumbres del precio del CO2 en el futuro, es un riesgo que pocos inversores quieren asumir. De hecho, no existe un mercado para certificados forestales generados en el marco del Protocolo de Kioto. Sin embargo, como el esquema de certificados del Protocolo de Kioto no es el único en el mundo y como en Estados Unidos no predomina esa visión contraria al desarrollo de la forestación como forma válida para combatir el cambio climático, se ha encontrado en el mercado norteamericano un canal de comercialización de certificados de origen forestal muy interesante.

El Protocolo de Kioto es apenas el inicio de un largo proceso

-¿Qué pasa con Estados Unidos y la emisión de gases de efecto invernadero (GEI)?

-Esa nación aún no ha ratificado el Protocolo de Kioto aduciendo razones de costos para su economía y también razones de falta de certezas acerca de la existencia de un problema real. Por tanto, no está sujeta a ninguna obligación de reducir sus emisiones. De haber suscrito ese tratado internacional, debería haber bajado su nivel de GEI en un 7%-8%. La política adoptada por Washington le permite tener valores de 12%-14% por encima de las marcas de 1990. Por ese motivo, Estados Unidos ha perdido buena parte de su liderazgo internacional. De todos modos, es justo mencionar que ese país sí ratificó la Convención de Cambio Climático, cumpliendo en buena medida con las obligaciones asumidas bajo este acuerdo. Asimismo, cabe señalar que existen numerosas iniciativas a nivel de estados y empresas estadounidenses, por lo cual no es correcto afirmar que no se está haciendo nada por el cambio climático. De hecho, se espera que el próximo gobierno cambie radicalmente la postura del país en el tema.

-¿Qué sanciones se aplican si algún país no cumple con las metas fijadas en el Protocolo de Kioto?

-No hay multas pecuniarias, pero sí existen diversas penalidades. Por ejemplo, la meta de cumplimiento fijada para un país se transfiere hacia períodos posteriores y, por tanto, se lo sanciona para la etapa siguiente con un objetivo que duplica el nivel original incumplido. En cambio, la Unión Europea, que implementó un sistema de comercio de emisiones en 2005, anticipándose al Protocolo de Kioto, ha establecido multas muy fuertes si se comprueba el incumplimiento de las metas. Por lo tanto, la demanda de créditos de GEI ha generado un mercado en Europa y, en menor medida, en Canadá y Japón, aunque en los últimos tiempos ambos países han estado dudando si cumplir o no con el Protocolo.

-Entonces, ¿cuál es la eficacia del Protocolo de Kioto?

-El tratado es apenas el inicio de un proceso de largo plazo, que deberá implicar esfuerzos crecientes de un mayor número de países. Ese comienzo logrará reducciones de emisiones, que aunque no sean suficientes para dar solución al problema, sí son significativas. Hay otros resultados del Protocolo de Kioto no tan tangibles como la reducción de emisiones, pero no por ello son menos importantes, tales como la creación de conciencia sobre el tema, un gran aprendizaje sobre cómo lidiar con el problema, el desarrollo de un cuerpo normativo internacional muy profuso y complejo y también el desarrollo de numerosas capacidades en todas partes del mundo.

El comercio de certificados de emisiones de GEI ha sido lento en Uruguay

-¿Cuál es la situación de Uruguay en materia de emisión de gases de efecto invernadero (GEI)?

-Es una situación muy particular porque, en la comparación mundial, Uruguay emite un escaso volumen de GEI. En el planeta se generan 40.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) anualmente, de los cuales nuestro país sólo emite 30 millones, cifra que representa menos del 0,1% del total. Nuestra principal actividad económica, la ganadería, produce el 80% de las emisiones de GEI, especialmente metano y óxido nitroso que son gases de alto poder de calentamiento. Medido en términos de habitantes, el nivel emitido es bastante alto ya que está entre 9 y 10 toneladas anuales per cápita de CO2, que no es muy diferente al de los países europeos del sur y de Japón. Sin embargo, el sector forestal en pleno desarrollo compensa casi la mitad de emisiones de esos gases ya que las 700.000 hectáreas de plantaciones existentes están removiendo unas 12-14 millones de toneladas anuales de CO2 de la atmósfera. Por lo tanto, se estima que el gobierno uruguayo no tendrá que asumir ningún compromiso en materia de emisiones hasta el año 2020, que es la posible fecha de cierre del segundo período de compromisos internacionales, aunque sí deberá hacerse cargo en un horizonte más lejano. En consecuencia, se le presenta una buena oportunidad para participar en el mercado mundial de certificados de reducción de emisiones de GEI.

-¿Ha sabido nuestro país capitalizar las ventajas que posee en el área de emisiones de GEI?

-En un total de 1.300 proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto que funcionan en el área de los países en desarrollo, hay tres emprendimientos uruguayos registrados en Naciones Unidas. El mayor es el de Botnia que consiste en generar un excedente de electricidad de su planta de pasta de celulosa y volcarlo en la red nacional de UTE, lo cual disminuye el consumo de combustibles fósiles. El proyecto más pequeño es el de la Compañía Uruguaya de Cemento Portland que funciona en su fábrica cerca de Minas. El tercero es de la Intendencia Municipal de Montevideo, que aún no ha comenzado a emitir certificados.

Si bien la actividad local en el comercio de emisiones de GEI ha sido muy lenta, hoy el proceso señala síntomas de aceleración. De hecho, Carbosur, empresa dedicada a asistir a las empresas a acceder al mercado del carbono, está trabajando en el desarrollo de ocho proyectos, incluyendo las cuatro propuestas que el año pasado ganaron la licitación de UTE para la generación de energía eléctrica a base de recursos renovables, así como con los de las planta de Botnia y de Ence. Asimismo, tiene algunos proyectos de sustitución de combustibles y forestales. Por lo tanto, es factible que el año próximo Uruguay pase a tener unos quince proyectos para la reducción de emisiones, con lo cual se empezaría a aproximar a lo que sucede en el resto del mundo. Si bien lo importante son las reducciones de emisiones totales, esta referencia nos da una idea del efecto dinamizador que puede tener el mercado del carbono.

Ficha técnica

El ingeniero agrónomo Daniel Martino, uruguayo, 50 años, es egresado de la Universidad de la República y posee un Ph.D de la Universidad de Manitoba (Canadá). Ha sido investigador en el Instituto Nacional de Investiga- ción Agrícola (INIA). En el área empresarial fue direc- tor de dos compañías forestales y un aserradero. Actualmente es gerente general de Pike Con- sultora Forestal y director ejecu- tivo de Carbosur, empresa dedi-cada a los negocios relacionados con el cambio climático.

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