Publicidad

Stalin en el recuerdo

Compartir esta noticia

Josef Stalin gobernó con mano de hierro a la Unión Soviética desde 1922 hasta su muerte en 1953. Por estos días se recuerda el 60º aniversario de aquel fallecimiento en un país que si bien por un lado se había convertido en potencia internacional, por otro era una máquina de matar digitada por Stalin. Se sabe que eliminó millones de sus compatriotas. De diversas maneras. Por ejemplo, realizando trabajos forzados en campos de concentración en Ucrania y el sur de Rusia. Solo en el lapso de lo que se recuerda como "gran Terror" a fines de los 30, las "purgas" rusas devoraron 800.000 personas.

En realidad, Stalin mató más gente que Hitler. Pero como muchos todavía creen que, a diferencia del alemán, fue asesino por una causa buena, cientos de personas se concentraron en la Plaza Roja de Moscú para rendir homenaje a la memoria del pequeño hombre que infundió horror hasta entre sus allegados. Hasta su hija huyó a Estados Unidos y Khruschev, quien luego inauguraría años menos terribles, cuando Stalin lo ordenaba, debía parodiar la danza del oso. Y los escuchas de discursos del mandamás no se atrevían a dejar de aplaudir, por miedo a ser denunciados. Así, batiendo palmas, agotados, llegaban a caer desmayados.

Es interesante notar que un reciente sondeo realizado entre los rusos, encontró que el 49% consideró positivo el papel de Stalin. El 32% no estuvo de acuerdo con eso. Sin embargo, solo 18% dijo que asociaban este aniversario con la pérdida de un gran líder y el 55% se manifestó contra una propuesta de las autoridades de devolver el nombre de "Stalingrado" a la actual ciudad de Volgogrado.

En vida, Stalin cultivó una imagen paternal, bondadosa. Por años las matanzas de millones de campesinos y traslado de poblaciones enteras de la URSS, fueron encubiertas con la ayuda de laderos como Beria (famoso por deambular por Moscú en un auto negro desde el cual secuestraba mujeres para luego violarlas y hacerlas desaparecer).

Esa imagen llegó lejos. Hasta el Uruguay, por ejemplo, donde creció un partido comunista fuerte, atrevido y hasta capaz de cometer crímenes en las calles de Montevideo. Aquel comunismo que llegó a concretar el famoso atentado contra el cine Trocadero, porque exhibía un filme sobre el espionaje de la KGB. Luego, aprovechando el pasaje del tiempo, ese comunismo se ocuparía de mostrar otra cara. Y muchos culparon a Stalin de todo lo negativo, para ensalzar otras figuras. Claro que todo esto no es suficiente para obliterar elementos a tener en cuenta respecto del hombre que murió hace seis décadas a los 74 años. Su crueldad lo llevó a extremos monstruosos. Su duplicidad, como cuando suscribió el pacto nazi-soviético con Adolfo Hitler, fue proverbial. Y para quienes tengan dudas es altamente recomendable leer "La esfinge roja" el revelador libro del socialista Emilio Frugoni, escrito luego de haber ejercido como embajador de nuestro país en el Moscú de Stalin.

En Rusia, Coba (apodo de Stalin) sigue motivando sentimientos entremezclados. El primer ministro Dimitri Medvedev dijo que su opinión del legado de Stalin es negativa. Pero el presidente Vladimir Putin evita evaluarlo. Quizás nada mejor para describir la situación, que lo dicho por la televisión moscovita al difundir un documental: "Stalin siempre está con nosotros y nos divide como si se fuera a presentar mañana a las elecciones".

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad