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Una sensible exploración de un triángulo sentimental

DVD. Se editó el film "La quise tanto" de Zabou Breitman

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Hay una sensibilidad que cabe definir como "muy francesa" (y una gran actuación de Daniel Auteuil) en "La quise tanto", coproducción franco-belga dirigida por Zabou Breitman que puede conseguirse en DVD.

La historia, que proviene de una elogiada novela de Anna Gavalda, es por cierto muy clásica y (otra vez) muy francesa: el triángulo amoroso. La manera en que la directora Breitman, antes actriz y aquí a la altura de su tercer largometraje como realizadora, no lo es tanto, aunque conoce antecedentes. Alguien ha observado correctamente que hay reminiscencias de Hiroshima mon amour (1959) de Alain Resnais en el juego de tiempos, el entre- cruzamiento de pasado y presente y los paralelismos entre una relación anterior y un conflicto afectivo de hoy que el film establece.

El protagonista (Auteuil), sus dos nietas y su nuera (Florence Loiret Caille) abandonan la ciudad y se refugian en una casa de campo. Su hijo acaba de abandonar a su mujer por una amante. Una noche, suegro y nuera se sinceran, y confrontan sus respectivos fracasos sentimentales.

Auteuil cuenta su historia: durante un viaje de negocios a Hong Kong, años atrás, conoció al amor de su vida (Marie-Josée Croze). Ya estaba casado pero el flechazo lo sacudió y comenzó a inventarse viajes y horas extras para mantener ese romance a través de una serie de "breves encuentros". La relación, siempre clandestina, se extendió a través de los años, pero el hombre nunca encontró fuerzas suficientes para enfrentar la situación y tomar una decisión drástica (sea terminar con su matrimonio, sea romper con su amante). Esa historia pasada, que el film interrumpe periódicamente con retornos al presente, puede servir acaso co- mo lección para la nuera, que todavía vacila con respecto a su propia situación y sus propios sentimientos.

La directora Breitman define muy certeramente la gran virtud de Daniel Auteuil como actor cinematográfico, que lo convierte en una de las mayores figuras del cine francés y que esta película explota a fondo: la capacidad de "estar ahí". Actuar en cine, señala Breitman, no es, como muchos creen, pronunciar frases. Es en las escenas mudas que se mide a menudo la verdadera envergadura de los grandes actores.

Es en la presencia de Auteuil que se respalda, principal aunque no exclusivamente, La quise tanto. El personaje del protagonista existe sin duda en un diálogo a menudo inteligente, pero sobre todo en sus miradas, sus pausas, sus silencios.

Fuera de Auteuil, el film es competente aunque no magistral. Observa con cierto esmero las reacciones de sus personajes (a los que ubica con frecuencia en entornos reveladores de su interioridad), es sólido en sus secundarios, puede ser por momentos realmente conmovedor. Y básicamente, tiene a su actor. No es todo el "show", pero casi.

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