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Un gran seductor en su cuarta década

Ricardo Arjona. Pasó por Montevideo con su último disco y toneladas de escenografía

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Unas 20.000 personas -en su mayoría mujeres- deliraron con Ricardo Arjona el miércoles. El juego de seducción entre el artista y el público fue un espectáculo aparte.

Guste o no, criticado y admirado en igual medida, el cantautor guatemalteco batió récord de convocatoria en el Río de la Plata, con su gira Metamorfosis World Tour. Mientras en Argentina ofreció cinco funciones consecutivas en el Estadio de Vélez en abril -el equivalente a 150 mil personas-, en Montevideo se consagró como el primer artista que sumó un segundo Charrúa.

Las 20 mil entradas para el concierto del miércoles se agotaron con varias semanas de anticipación y por la tarde de ayer ya había vendido más de 10.000 para la segunda fecha. La explicación del éxito de Arjona tal vez resulte más claro viendo el comportamiento del público antes de lo que sucede artísticamente en el palco.

El creador de Dime que no (una canción que si se la escucha objetivamente resulta machista) es un efectivo encantador de oídos femeninos. Sus letras dicen lo que las mujeres quieren oír y abusa del romanticismo, igual que muchos nombres reconocidos del género. Sin embargo, marca la diferencia gracias a su afición por contar historias. "Una cosa es decir, hablándole a una mujer, `no es ninguna aberración sexual pero me gusta verte andar en cueros`, que cantarlo", así de claro lo explicó en el concierto y tiene razón. Esa misma frase que podría redituarle una bofetada a cualquier caballero, si la canta él provoca delirio.

La proporción era: un hombre cada 500 féminas. Solteras, casadas, adolescentes, maduras, abuelas. No importaba. Todas le expresaron su simpatía, amor o deseo (según corresponda) en igual medida con gritos desenfrenados y cartelería. "Te amo", "Tú y yo estamos hechos a la medida", "Quiero ser tu señora de las cuatro décadas", fueron algunas de las frases que el propio artista se detuvo a leer, hasta elegir a una admiradora que diera con el perfil. "¡Tú, sí, la de la sombrilla azul y campera blanca!", pedía insistente. Y es que siempre elige a una mujer que haya superado los cuarenta años para subir al escenario y cantarle su himno, mientras el resto se muere de ganas.

El discurso de Arjona va mucho más allá que el de sus colegas. Le dice a su público que no importa "la grasa abdominal que los aeróbicos no saben quitar", así, sin recurrir a ninguna metáfora, y en contrapartida habla de la menstruación comparándola con "una cigüeña que se suicida". Un punto al que, por ejemplo, ni Ricardo Montaner ha llegado. Algunos asistentes llevaron globos de helio con forma de corazones, vinchas, remeras, banderas y hasta pañuelos para ofrendarle. Arjona, que ingresó en Uruguay con 45 toneladas de carga, montó una gran escenografía giratoria, que de un lado era un departamento de dos plantas con cama incluida, y del otro una cantina donde tomar copas y hablar con mujeres. Su intento es darle una tónica más teatral al espectáculo, por momentos entablando diálogo con su corista, o poniéndose espalda con espalda con la ejecutante del violín. Y como quien arroja líquido inflamable al fuego dispara: "¡Los que estamos aquí, estamos esta noche para hacer lo que les dé la gana!" Y otra vez gritos desesperados. De pronto se sienta en una silla para hablar de amor: según su opinión, los gimnasios están atestados de gente que quiere estar en forma para cuando se cruce con el amor de su vida. Sin embargo, aconseja: "Quiérase usted mismo primero antes de buscar a otro".

Pero hubo más frases: "El amor es una belleza pero viene a jodernos la vida", "Generalmente los hombres abandonamos a la que más nos quiso y nos quedamos con la que peor nos trata" y "Solo hay dos soluciones en los problemas de pareja: usted acepta al otro como es o hace las maletas esa misma noche y se marcha". Sus clásicos fueron los más celebrados, porque a excepción de tres títulos (Fuiste tú, Mi novia se me está poniendo vieja y El amor), el último disco (Independiente) aún resulta muy nuevo. Claro que no faltaron Desnuda, Acompáñame a estar solo, Cómo duele, Dime que no, y la imbatible Historia del taxi.

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