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La fiesta se adueñó del día y la noche

Punta del Diablo. El lugar que eligen los jóvenes para disfrutar sus vacaciones al máximo

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PUNTA DEL DIABLO | ANDRÉS ROIZEN

Punta del Diablo reina en la noche en Rocha. Es el sitio preferido por los jóvenes y en el aire se siente el clima de fiesta. La diversión parece no tener fin en un lugar que se desborda con miles de visitantes durante la primera quincena de enero.

En Punta del Diablo no hay hora para salir, para tomar, para bailar ni para festejar. Sería muy difícil fijar pautas en un lugar que, en los primeros días de enero, se desborda de jóvenes que buscan divertirse.

Ahí el clima de fiesta es constante. Los jóvenes viven su momento de encuentro y no están dispuestos a que nada se vuelva muy estructurado. Siempre hay risas, bromas entre desconocidos y el "encare" entre hombres y mujeres parece no perderse ninguna oportunidad.

La alegría por la reunión se ve en la playa, con charlas entre grupos de amigos, en los bares, con diálogos de mesa a mesa, y hasta en el supermercado, donde la fila para la caja se vuelve un lugar de conversación.

Los jóvenes llegan de todas partes: además de la presencia masiva de uruguayos, hay muchos argentinos y brasileños, algunos chilenos y europeos.

Daiana y Alexia viajaron desde Rosario, Argentina, porque les recomendaron el lugar. A la tarde recorren la zona céntrica y planean algo para la noche.

Las dos turistas encontraron los precios "accesibles" y destacaron la "muy buena onda" de la gente y la belleza del lugar.

Cuando se pone el sol el movimiento va aumentando en las casas alquiladas, en las cabañas y en los hostels, que pululan por las calles. Después de un rato de siesta al anochecer o de unas vueltas de mate, se come y se empieza a tomar algo.

Cerveza y caipirinha se tornan bebidas repetidas para acompañar las noches de calor. Más tarde el movimiento vuelve a crecer en la calle principal, la Avenida de Los Pescadores, y la gente se concentra en pequeños bares o cantinas que ofrecen música y tragos.

Hay una zona de bares y pubs que oficia como lugar para hacer la "previa" antes de salir, pero que un público de unos 30 años también elige para pasar toda la noche. Ahí se observan 4 ó 5 locales donde algunas bandas de música animan el comienzo de la noche.

AL BOLICHE. Recién sobre las 4 de la mañana el movimiento se torna intenso en la zona que tiene, uno frente a otro, a las dos discotecas grandes del balneario: Bitácora y Pogo.

Al ingresar, en los dos lugares se ve un público similar, aunque algunas tendencias señaladas a la entrada por los asistentes se confirman. En Pogo el promedio de edad es cercano a los 20 años y en Bitácora parece situarse en los 25.

En el primero se escucha más cumbia, aunque también están los típicos temas del verano, y en el segundo, si bien hay mucha cumbia, hay lugar para otras formas musicales.

Los dos lugares para bailar se ubican en la avenida Central, a unas diez cuadras de la calle principal de Punta del Diablo.

Ambos boliches ocupan un predio de gran tamaño y están separados por unos pocos metros; por momentos la música de los dos se mezcla en la calle.

La elección por uno u otro no es cosa fácil para los jóvenes. Muchos de ellos caminan por la avenida Central hasta la altura de los boliches y recién ahí deciden dónde entrar.

El volumen de movimiento, la música, el precio o la presencia de bandas en vivo influyen en la decisión (ver cuadro).

Juan José e Ignacio tienen 22 años y llegaron desde Montevideo para pasar ahí sus vacaciones. Sobre las 4:30 de la mañana, sin mostrar ningún tipo de apuro, aguardan frente a los boliches hasta que llegue el momento adecuado para entrar. Durante su estadía en Punta del Diablo intercalaron noches en Pogo y en Bitácora, aunque con más presencias en el segundo porque sus amigos compraron las entradas con anterioridad.

"El levante está complicado", dice uno de los capitalinos mientras parece estar haciendo una especie de calentamiento antes del ingreso. Cuenta que el momento de acercarse a las mujeres es más que nada en las reuniones previas de los bailes y que hay "muchas cosas que vienen desde Montevideo y se terminan de concretar acá".

DESAYUNO INCLUIDO. La diversión en el boliche sigue hasta bien entrado el día. Ya con el sol en el cielo, sobre las 9 o 10 de la mañana, continúa el movimiento de jóvenes alrededor de los bailes y no hay indicios de que la fiesta esté por acabar.

A esa hora los protagonistas pasan a ser los carritos de panchos. Unos ocho puestos ambulantes se instalan en esa zona y atraen gran cantidad de gente que busca echar algo al estómago para seguir en marcha o para ayudar a procesar todo el alcohol consumido.

Los panchos salen $30 y en un día de mucho movimiento algunos puestos pueden recaudar hasta $10 mil. Uno de los carritos más concurridos es el que atienden Rodrigo y Matías, dos jóvenes de 16 años. Se divierten vendiendo y les pagan $300 por trabajar durante la noche. "Nunca tuvimos problemas con los clientes", cuentan.

Otra buena parte de los jóvenes apunta a unos buenos bizcochos y un jugo o refresco.

De a poco cada uno va llegando a su casa, para dormir un rato antes de ir a la playa o para recuperarse de una noche tal vez demasiado agitada.

Algunos quedan por el camino y se los ve durmiendo en algún escalón, en la calle.

"Yo abro después de las 9 de la mañana, cuando ya se levantaron los muertos", dice un comerciante del Centro en referencia a los jóvenes que a veces descansan en la entrada de su local de artesanías y regalos.

Y cuando parece que se borran los vestigios de la noche, y la fiesta está por terminar, alguien enseguida saca un parlante a la calle. Y todo empieza de nuevo en Punta del Diablo.

Dos boliches: el locatario y el nuevo retador

Bitácora trabaja en la zona hace 15 años y actualmente tiene tres establecimientos similares en el balneario.

Pogo es conocido por ser la principal discoteca de La Paloma y, con la migración joven hacia Punta del Diablo, decidió abrir este verano un local en el balneario, frente a donde se ubica Bitácora.

Entre los jóvenes que salen a bailar de noche están quienes prefieren Bitácora porque es "el locatario". Una adolescente que fue con cuatro amigas dice en la puerta de Bitácora que la elección entre uno u otro "es como comprarte los championes de marca o los que no lo son".

Sus amigas la complementan y cuentan que fueron el año pasado y "está bueno, aunque está lleno de gente".

En tanto dos montevideanos que aguardan frente a los boliches cuentan que "estaba el mito de que Pogo era un jardín de infantes, pero entrás y después es todo lo mismo".

Destacan, además, que en Pogo hay dos pistas con música distinta y más espacio para moverse. Sobre Bitácora señalan que tiene la misma música en todos los sectores y se quejan de que por momentos es complicado circular.

Para uno de ellos, en Pogo hay algún "cumbiero" más, y a Bitácora va gente un poco más grande. Sin embargo, su amigo añade que en Pogo tocaron dos bandas de rock nacional (No Te Va Gustar y Buitres) y se llenó de gente. En Bitácora, ayer, tocó La Vela Puerca. Los dueños de Pogo hacen una buena evaluación de su debut en Punta del Diablo. Los días de movimiento más intenso llegó a concentrar a más de 5.000 jóvenes y los días más tranquilos Pogo reunió a unas 1.500 personas.

Datos DE LA NOCHE DEL DIABLO

Los precios de Punta del Diablo son relativamente accesibles e incluso resultan baratos si se comparan con Punta del Este.

El valor de la entrada a Pogo es de $100 las mujeres y $150 los hombres, aunque hay horarios preferenciales en las tarifas para las mujeres. En Bitácora el precio de la entrada es de $200, pero también existen otras formas para que el costo sea menor, por ejemplo comprando con anticipación.

Hubo ofertas previas al inicio del año para comprar un pase para todo el verano por $1000. En Pogo la cerveza de litro ronda los $120 y la medida de whisky o vodka se vende a $80.

En Bitácora se venden dos latas de cerveza por $100 y la medida de whisky también sale $80. Ambos boliches tienen más de ocho barras donde se pueden comprar bebidas y alcohol. En las afueras de los dos lugares para bailar se venden comidas al paso e incluso hay puestos de venta de brochettes, que se comercializan por $30. En la zona céntrica se puede comer por $250 y hay dos heladerías que por menos de $80 ofrecen un buen postre.

La presencia de las megadiscotecas ha recibido cuestionamientos y un grupo de vecinos se reunió esta semana para reactivar los reclamos por ruidos molestos que, aseguran, generan los boliches. Incluso, un edil sostuvo, previo a la temporada, que la habilitación para Pogo no debió haber sido concedida por la comuna.

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