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La Banda Oriental de Francia

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Los uruguayos son quejosos y muy críticos, como los franceses, y también prefieren disimular su riqueza, si la poseen. El pasado es orgullo y carga para los franceses: su cultura, su revolución, su imperio; como los uruguayos cultivan el mito de que todo tiempo pasado fue mejor. Jean-Christophe Potton, un hombre delgado y alto de 52 años, nativo de Lyon y embajador de Francia en Uruguay, se esfuerza por hallar similitudes entre ambos países, aunque las diferencias sean abismales, empezando por la cocina.

UNA ENTREVISTA DE MIGUEL ARREGUI

CON FOTOS DE INÉS GUIMARAENS

Entre 1973 y 1976 el ídolo futbolístico de Jean-Christophe Potton, un adolescente en Lyon, Francia, era Ildo Maneiro, quien defendía al Olympique. Potton entonces no sabía que aquel deportista de gran calidad técnica y actitud humilde era uruguayo, para más datos nacido en Mercedes. Recién se enteró hace tres años, cuando arribó a Uruguay como embajador de Francia.

AQUELLA COLONIA. Apenas designado para su cargo diplomático, Potton se puso a revisar los archivos oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Leyó muchos informes de la década de 1840, durante la Guerra Grande, cuando barcos franceses e ingleses sostenían la defensa de Montevideo. "El archivo de entonces es enorme. Adolphe Thiers, quien sería varias veces primer ministro, llegó a decir en el Parlamento que en Uruguay había más franceses que en Argelia. Entonces había hasta 12 barcos de guerra franceses en el Río de la Plata al mismo tiempo. No sé si ahora podríamos enviar tantos", cuenta entre risas.

La importancia de Francia para Uruguay ha caído mucho desde entonces. Sin embargo los lazos económicos, en términos relativos, son fuertes. En el país actúan empresas francesas de primer orden: Casino-Devoto-Géant (supermercados), Danone (Salus, productos lácteos), L`Oréal (cosméticos), Peugeot y Citroën (automóviles), Pernod Ricard (bebidas alcohólicas), Sofitel (Hotel Casino Carrasco), Faurecia (componentes para automóviles), Total (prospección petrolera), y Akuo (energía eólica), entre otras.

"En relación con el tamaño de los países, tenemos muchas más empresas aquí que en casi todo el resto de América Latina", sostiene Potton. "Y un aspecto interesante es que las empresas francesas aquí funcionan casi sin franceses: sus jefes suelen ser uruguayos". Una de las razones es que el nivel de corrupción en el país es relativamente bajo.

Potton y su familia notaron de inmediato la fuerte raigambre francesa de la cultura uruguaya. "Para nosotros es impresionante: estar tan lejos de Francia y a la vez sentirme en el sur de Francia o en el norte de España o Italia", dice. "No solo me refiero al aspecto de la gente o de los edificios, sino también a la mentalidad. La vida política, por ejemplo, se parece mucho a Francia: el tipo de políticos, sus debates, sus peleas. Hay una intelectualidad de la política que es muy interesante".

Pero, aunque lo disimule, al embajador de Francia le pesa la haraganería de la cocina criolla. "Tienen la carne más rica del mundo, pero falta un poco de variedad en los platos -sostiene-. En muchos de los restaurantes de la ciudad se hace un poco la misma cosa". Y cuenta que un club de Montevideo, después de un torneo de tenis entre diplomáticos, bajo un sol ardiente, solo había carne y Coca-Cola para almorzar. "Para mí era imposible".

PERFIL BAJO Y CRÍTICA. Montevideo le recuerda a su ciudad, Lyon, la tercera de Francia en importancia. "Aquí como allá no se ve mucho la riqueza. Los edificios de Lyon donde viven los millonarios tienen entradas muy modestas, debilitadas, hasta sucias. En Lyon, como en Montevideo, exhibir la riqueza no está bien visto".

Jean-Christophe Potton observa otras similitudes entre franceses y orientales. "En Francia tenemos la costumbre de quejarnos siempre y veo eso también en Uruguay", narra. "En primera expatriación, cuando residí tres años en Nueva York, aprendí algo sobre mí mismo. Yo era muy francés: muy negativo, un poco cínico. Para mí el que comenta la vida era superior a quien hace la vida. Era la confortable postura del crítico, sentado en un plano de superioridad. Antes de ir no me gustaban mucho los Estados Unidos. Pero en Nueva York hallé una gran energía y un lado muy positivo que me transformó un poco. La postura de quejarse no aporta mucho. Y ahora creo que los uruguayos se quejan menos que los franceses pero más que los norteamericanos".

EL PESO DEL PASADO Y EL DOLOR DE YA NO SER

"En Francia se hace mucha referencia al pasado y el pasado es un poco idealizado", afirma Jean-Christophe Potton, embajador de Francia en Uruguay. "El problema radica en que Francia fue un país muy importante en el mundo; ya sabemos. Y es difícil para un país ser un poco menos importante. De ahí la referencia al pasado, que pesa mucho. Es difícil mantener el nivel y muy difícil cargar con la herencia. El mundo del siglo XIX era muy europeo. Luego irrumpe Estados Unidos y ahora Asia. Las cosas son muy diferentes. Y observo en Uruguay un sentimiento similar. Uruguay fue un país muy rico y con una intelectualidad muy importante y también evoca mucho su pasado".

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