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"Me siento extranjero en la capital"

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Con su flamante disco Mormazo, Umpi vuelve al electropop y a las pistas de baile. Lo celebra mañana y el sábado oficiando de Dj en Playa Pocitos (Av. Brasil y la rambla), a partir de las 20 horas.

Transcurrieron tres años desde la publicación de Dramática, el álbum acústico que Daniel Umpierrez grabó junto al guitarrista Adrián Soiza. Mormazo está más emparentado a Perfecto, pero sin la carga experimental que todo debut en la música conlleva. El tacuaremboense tiene hoy una identidad artística fácilmente reconocible. Podrá gustar o no pero siempre algo provoca. "Me siento muy cómodo en el límite y la frontera. Siempre trabajo con la ambigüedad, la androginia. Considero que no hay límites. Todo puede ser reinventado y una cosa puede ser varias a la vez. Me encanta eso de que no se sepa cómo definirme", señala. En Mormazo hace referencia a su pueblo natal y convida a Fito Páez y Wendy Sulca (que aparecen en El tiempo pasar) con una dosis de electropop. Desde el vamos se propuso hacer de sí mismo un ícono. Y aquí está.

Alejandra Volpi

-¿Por qué siempre que puede incluye un guiño a su Tacuarembó natal? ¿Extraña?

-Porque más que uruguayo, me siento tacuaremboense. Vivo en Montevideo pero tengo muchos `tics` de gente del interior. Hasta hace un tiempo vivía como un estudiante de afuera y eso que ya estoy re grande. Soy un señor mayor. Me costó abandonar esa lógica, el nomadismo. Dos de mis ídolos musicales, Mario Silva y Miriam Britos, son de Artigas. Allá hay palabras buenísimas. Cuando me vine a estudiar, en facultad se reían porque me molestaba no encontrar fariña en los supermercados o por las palabras que usaba. Una de ellas era "mormazo" y es como se le dice en el norte al calor del mediodía que paraliza todo en verano. Me pareció que le iba bien al disco porque me gustan los nombres arrogantes. También le dedico el disco a Odalís Sosa, "Tachuela", que es un personaje del carnaval de Tacuarembó, fallecido hace años. Con mi hermano éramos fanáticos de él y nuestro abuelo nos cantaba sus canciones. Digamos que me siento bastante extranjero en la capital.

-¿Cómo fue que ese chico de pueblo se convirtió en una mezcla de identidades y estilos?

-En todos lados hay de todo y son etiquetas bastante móviles. Llama mucho la atención que viniendo de una familia católica desde el primer momento haya tenido el apoyo de mis padres en cada cosa que se me ocurría hacer. Lo mismo con el tema de la homosexualidad, mucha gente de campaña ve desde niños que hay toros que son homosexuales. Lo ven en la naturaleza. Hay prejuicios que son relativos.

-¿No le teme al ridículo?

-Desde un primer momento mi intención fue crear un personaje, una entidad, un ícono. Hasta pienso en Dani Umpi como otra persona. Pero no es tan esquizoide como parece. Es mi creación. Ese Frankestein tiene varios elementos que sigo manteniendo y el principal es el del "freak". Ponerse en el lugar del bufón te da mucho poder, porque nadie quiere estar ahí. Es lo opuesto al humorista que señala algo sobre lo que hay que reírse y te dice cómo. Reafirma el sistema siendo políticamente incorrecto. El "freak", en cambio, es el señalado, el burlado. Metafísicamente permite la transmutación y siempre termina ganando porque simplemente "es" y no tiene por qué hacerse responsable de las proyecciones que el resto hace en él. Es un depósito de miedos, inseguridades, debilidades y prejuicios.

-En escena resulta extravagante, bizarro y hasta humorístico. ¿Esa es su estrategia?

-Dani Umpi es un personaje descaradamente "camp", una construcción icónica consciente. La finalidad no es provocar sino lograr una vibración. Me interesa más lo inmediato. Por eso uso polos opuestos: lo femenino y lo masculino, la alta cultura y la baja cultura, lo erudito y lo popular, lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo profano.

-¿Cómo convenció a Fito Páez para que participe en el disco?

-Fue muy fácil. Le mandé un mail y fui a su casa. Ya lo conocía. Hace un par de años escribí un musical para teatro, que lo dirigió Maruja Bustamante en el Rojas y el Konex. Lo armé junto a Javier Vaz Martins acá, pero Fito hizo la música incidental para los diálogos que no tenían canciones. Siempre tuve buena onda con él y ha sido muy generoso conmigo.

-¿Qué le atrae de Wendy Sulca? ¿Qué valora de ella?

-Me obsesionó durante un tiempo y cada vez que iba a Perú, la visitaba. Canté con ella, conozco a su familia. Me interesó como ícono. La burla masiva que hubo hace un tiempo hacia ella evidenció los prejuicios y el racismo del mundo, incluso desde la tele. Wendy es una manifestación de una cultura. En su zona las cantantes cantan de esa manera y se visten así. El furor y la burla hacia el tema La tetita evidencia la ignorancia de la gente y el choque cultural. En su tierra la lactancia infantil no es tabú ni tiene tanta asociación a lo sexual. En muchas partes del mundo el intérprete no tiene por qué cantar cosas que lo representen. Acá cuando un hombre va a hacer un tema que originalmente fue escrito por una mujer, cambia la letra y la pone en masculino. En otras partes no es así. Que cantes "quiero matar a todos" no significa que quieras hacerlo.

-¿Es un buen momento para gritar ser homosexual sin miedos?

-Soy muy pesimista en ese sentido. Creo que las cosas van cambiando pero me parece que sólo tendrán efecto real en las próximas generaciones. Una pena pensar así, ya sé. Trabajo para agilizar ese proceso y participo en actividades de visibilidad dentro de mis posibilidades. Hay cambios, pero muy lentos. A veces se acepta pero es porque a la gente cada vez le importa menos el otro. Eso no es aceptación. De momento sólo se va aceptando a lo igual.

-¿Está a favor del matrimonio igualitario?

- Estoy muy a favor, pero sigue siendo la figura del matrimonio lo que importa. Lo que se está aceptando es una extensión del sistema. De momento se acepta al gay burgués, que tiene pareja estable, paga impuestos y quiere casarse. El marica pobre, así como la travesti gorda y sin dientes de la esquina de casa, siguen siendo discriminados. Está estigmatizada la llamada "promiscuidad". Al final termina siendo un tema que pasa más por lo económico y uno puede gritar que es homosexual simplemente porque la gente no escucha, del mismo modo que puede morir alguien al lado y no se lo ayuda o hay que poner un cartel para que se les ceda el asiento a las embarazadas.

-Sus canciones de amor no van dirigidas a parejas gay, apuntan a un público más amplio. ¿Eso fue buscado?

-Sí, totalmente. Porque el amor es igual en todos y es una construcción que también se repite dentro de lo homosexual. Me atraen muchísimo los lugares comunes y convencionalismos del amor, sobre todo del amor adolescente y los levantes de boliche. Me gustan como código, imaginario y estética.

-¿Cree que si cantara mejor su éxito sería más importante?

-No sé qué es "cantar mejor". A veces veo los concursos de televisión en los que cantan y no me gustan los puntajes más altos. Eso es muy relativo. ¿Qué es cantar bien? ¿Es una técnica? No me interesa en ese sentido. El mundo está lleno de voces personales. Que cada uno vea en su casa lo que escucha y se dará cuenta. Lo que me interesaría sí, es respirar mejor y tener más ductilidad. Si querés un sonido perfecto, vas a un software que te da la nota exacta y el instrumento tocado con la mayor precisión. Uno canta como puede.

-¿Por eso cierra el disco con una interpretación a capella? ¿Es una respuesta a quienes lo critican?

-(Se ríe). No, no es ninguna respuesta a nadie. Simplemente me encanta mi voz aunque sea horrible. Nadie tiene mi voz.

Las claves del nuevo disco: "mormazo"

Son doce canciones escritas por Dani Umpi. Las melodías también son suyas, pero hizo las estructuras musicales junto a otros artistas. Si bien destaca la participación de Fito Páez y la peruana Wendy Sulca, no son los únicos invitados del disco. También aparece la uruguaya Gia en la melodramática Estancado y la colombiana Lido Pimienta en Patas para arriba. La producción y mezcla estuvo a cargo de Daniel Anselmi, quien además realizó las programaciones y tocó el sintetizador en todos los temas. Las voces fueron grabadas por Max Capote y Umpi tuvo como "coach vocal" a Samantha Navarro. Mormazo fue publicado por el sello Contrapedal.

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