Publicidad

El Mides crece pero la pobreza no baja

Asistencialismo. En 2010 fueron US$ 220 millones, la mayor parte para asignaciones familiares, pese a lo cual Uruguay tiene hoy más pobres (20,9%) que antes de la crisis de 2002 (18,1%)

Compartir esta noticia
 20110326 720x500

J. L. AGUIAR / P. BARQUET

En tiempos de bonanza y con más presupuesto, el Mides aumenta su asistencia a los sectores más críticos. Sin embargo, hay más pobres que antes de la crisis de 2002 y no existe registro de beneficiarios que hayan mejorado con esa ayuda.

El gobierno destinó en 2010, a través de los programas del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), $ 4.418:988.627 (más de 220 millones de dólares) en transferencias monetarias para los hogares de bajos ingresos. La mayor parte de esa asistencia corresponde al pago de asignaciones familiares: $ 3.142:985.751,96.

Las asistencias alcanzan hoy a 412.000 beneficiarios y a otros 160.000 adicionales cubiertos por el sistema tradicional del BPS, lo que supone un 55% más de uruguayos amparados que los que había en 2001.

Un total de $ 1.066:002.876 se destinó a asistir a 87.000 familias en situación más crítica mediante la tarjeta alimentaria Uruguay Social, que permite acceder a los productos de la canasta básica. Un monto menor -$ 154:000.000- se destinó al pago de pensiones a la vejez, a unos 3.100 beneficiarios.

Para este año, las transferencias se incrementarán para abarcar a 1.600 estudiantes de Secundaria que usufructuarán, mediante el programa Compromiso Educativo, becas por un monto de $ 12:800.000 (640.000 dólares).

El presupuesto de este ministerio para el quinquenio crecerá un 33% en comparación con el de la administración Vázquez, cuando se creó el Mides para atajar las consecuencias de la crisis financiera más grave de la historia moderna de Uruguay.

PARADOJAS. Todos estos programas de ayuda se incrementan en un período de bonanza desconocida para la mayoría de la población, con una expansión histórica de la producción, mínimas tasas de desempleo, crecimiento de ingresos y salarios, aumento de las exportaciones, el comercio, el turismo y la construcción.

Lo paradójico es que la población bajo la línea de pobreza (20,9%) sigue siendo mayor que en 2001 (18,8%), y mucha más que en 1994 (cuando alcanzó el récord de 15,3%). El índice Gini de Cepal advierte hoy mayor desigualdad que la que existía en 1994.

Los asentamientos en Montevideo pasaron de 365 (2005) a 412 (2007), según el Instituto Nacional de Estadística, y en ellos viven más de 257.000 personas: el doble de las que se registraban en 2004.

Aunque la Dirección de Integración Social del Mides no facilitó (o no tiene) datos sobre las personas que viven en situación de calle, es notoria su multiplicación en las zonas céntricas de Montevideo, y el ministerio estima que 20.000 niños y adolescentes trabajan hoy en la clasificación de residuos.

Claramente, se aprecia que la afluencia de dinero destinado a la población pobre no ha generado la "equidad" prometida. La pobreza, en cambio, parece enquistada en la sociedad.

MONITOREO. El Mides tiene datos precisos sobre el número de beneficiarios del Plan de Equidad, pero no tiene estimaciones ni porcentajes sobre las personas que, al mejorar su situación, hayan salido de la protección de su paraguas en los últimos cinco años. Así lo indicó a El País el director de Evaluación y Monitoreo, Juan Pablo Labat.

Tampoco se lleva hasta ahora un control de la escolaridad, que es la contrapartida que se exige por la prestación de asignaciones familiares, aunque Labat precisa que "el Mides es el articulador del programa; los que se hacen responsables de ese control son ANEP y el BPS".

En una entrevista con El Espectador, el mes pasado, el director de Primaria, Oscar Gómez, admitió que ANEP carece de mecanismos para controlar la asistencia a clase de los niños amparados por el Plan de Equidad; el único dato que tienen es la inscripción del alumno.

Los beneficiados confirman ese vacío de control. En la puerta del Mides, algunas madres dijeron a El País no tener ninguna vigilancia sobre la asistencia o no de sus hijos a la escuela. Otras afirmaron que sí se las controla, pero no supieron explicar de qué manera.

En tanto, Primaria reveló que en 2010 solo el 33% de los preescolares que están en un contexto crítico tuvo asistencia satisfactoria con más de 165 días de un total de 180 lectivos. Y el 15% de los niños de 1º a 6º falta diariamente a la escuela.

Labat anunció que en el Mides "hay iniciativas fuertes de mejora de esa situación; la principal es el plan denominado Gestión Unificada Registro de Información (Guri), que permitirá al docente pasar lista mediante soporte informático y trasmitir los datos al BPS". Admite que "es muy difícil universalizar la información, porque implica que cada docente cumpla el protocolo, pero a fines de este año vamos a estar en condiciones" de aplicar el sistema.

CULTURA DE TRABAJO. La falta de claridad en las contrapartidas y las dificultades para medir los resultados son críticas habituales a la política de transferencias monetarias del Mides. Pero algunos van al fondo y cuestionan también la filosofía del asistencialismo.

"El asistencialismo produce mayor pobreza", sentencia el economista italiano Stefano Zamagni, profesor de la Universidad de Bologna y asesor del Vaticano en cuestiones sociales. Zamagni hablaba así en entrevista con el diario argentino La Nación durante una visita a Buenos Aires el año pasado.

Con un enfoque más local, el economista Isaac Alfie afirma que "el Plan de Equidad es el camino más directo a seguir empeorando la distribución del ingreso, porque enquista a la gente en la pobreza".

Según Alfie, la actual política de transferencias monetarias del Mides "hace que los beneficiarios se vuelvan dependientes y no se valgan por sí mismos. La gente no quiere trabajar por temor a que si mejora su situación, perdería el beneficio. Se destruye así la autoestima de la persona, se destruye parte del aparato productivo -porque hay que pagar impuestos en exceso para financiar esa asistencia- y se acaba destruyendo el entramado social".

Para el diputado nacionalista Javier García, que se ha referido muchas veces a este tema, "hay que fomentar la cultura del trabajo y del esfuerzo para salir adelante, no la del subsidio social sin rendir cuentas".

Con más economía de verbos, el ex presidente de Brasil, Lula Da Silva, acuñó la frase: "Quien da limosna, no da futuro".

Evalúan subsidio universal

Las autoridades del Mides anunciaron que durante el primer semestre de este año rediseñarán el Plan de Equidad, y una de las modificaciones sería la universalización de las asignaciones familiares para todos los menores de edad del país. Según dijo a El País en enero Andrés Scagliola, director de Políticas Sociales del Mides, esta política "estaría atada a una discusión en torno al impuesto a la renta", para que sea "realmente progresiva", y se grave más a los contribuyentes de mayores ingresos. La iniciativa fue muy criticada. Se señaló que no tendría mayores efectos en la distribución de la riqueza y se la tildó de "inocua".

La ayuda "es poca, pero te saca de un apuro"

En la puerta del Mides, donde todos los días decenas de personas tramitan o renuevan sus subsidios, las necesidades superan los beneficios, y esa asistencia que al Estado le significa millones, a las familias simplemente las "saca de un apuro". Varias madres solteras con hijos consigo -protagonistas de la escena diaria en las instalaciones del Mides- contaron a El País que su situación permanece igual desde que empezaron a recibir la ayuda del Panes hasta hoy. Además, salvo una de ellas que se manifestó "muy controlada por la asistente social del CAIF", el resto dijo no haber sido indagada por una eventual mejoría en estos años de asistencia.

"Mi vida no empeoró, pero ¿para qué me sirve que me ayuden con comida si no tengo un techo donde vivir? No puedo trabajar porque tengo que cuidar a los chiquilines", explicó Verónica, de 34 años. Hace unos años vivía en un hogar; ahora duerme con sus cinco hijos en la calle.

A Paola, de 29, la ayuda del Mides no le permitió conseguir un trabajo, ahorrar, o mudarse: "No, nada de eso. La tarjeta me saca del paso, y las asignaciones son solo mil y pico de pesos", comentó. Otra madre, Sabrina, enojada porque no le habían renovado la tarjeta alimentaria, aseguró que "nunca" la habían visitado o indagado a ver si sus ingresos habían aumentado. Igual, hace años cobra las asignaciones de sus hijos: "No ayuda mucho, viste que es muy poco, pero te saca de un apurito".

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad