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De ex convicto a icono

| Machete. El actor interpreta a un vengador que combate contra narcos y políticos corruptos en el film que se estrena el viernes

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GUILLERMO ZAPIOLA

En la secuencia previa a los créditos decapita a cuatro narcotraficantes, le corta la mano a un quinto que empuña un revólver y usa esa arma para matar a un sexto, apuñala a dos más y todavía sigue.

Ese es apenas el comienzo de Machete, la última extravagancia del texano Robert Rodríguez que se estrena el próximo viernes en Montevideo, y que le ha valido a Danny Trejo su primer papel protagónico en una carrera de más de setenta películas en las cuales ha interpretado, mayoritariamente, a truculentos villanos, asesinos y perversos de diverso calibre.

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La apariencia física de Trejo (probablemente el tipo más feo que haya hecho un protagónico en cine desde la muerte de Charles Bronson) hace de él, a primera vista, el más improbable de los héroes. La elección parece empero muy deliberada, y seguramente debe haber divertido tanto al actor como al director y libretista Rodriguez, quien realizó la trilogía del Mariachi pero ha podido hacer también desde Sin City a la saga de los Miniespías. Tipo variado, por lo menos.

Rodríguez y Trejo se enorgullecen también, con cierta inexactitud, de estar haciendo con Machete "la primera película norteamericana con un héroe latino", lo que implica no solamente olvidarse de las películas del Mariachi sino también de antecedentes más lejanos como el Zorro y Cisco Kid, que por cierto no eran "anglos". Pero eso es, en todo caso, erudición más bien trivial.

Si en todo caso lo "latino" (al norte del Río Bravo suelen decir, también imprecisamente, "hispanics") importa en la película es en la medida en que su anécdota policial se mezcla con un par de dramas ciertos y actuales: el narcotráfico, el tema de la inmigración en la frontera entre Estados Unidos y México.

Al comenzar el film el protagonista Trejo es una rareza: un policía mexicano honesto que, incumpliendo órdenes, arrasa con una pandilla de narcotraficantes. Por supuesto, sus superiores están relacionados con los delincuentes (a cuya cabeza se encuentra el ex-héroe de acción Steven Seagal), y su exceso de celo le cuesta al personaje el puesto y la vida de su familia. Luego de los créditos (a los que Rodríguez otorga un aire de celuloide un poco gastado y rayado, como si estuviéramos asistiendo a la proyección de una película de clase B en una vieja sala de barrio, en una copia más bien baqueteada), la acción salta a tres años después y a los Estados Unidos. Allí Trejo es un ilegal, amenazado al mismo tiempo por la policía mexicana y la "Migra" (el Departamento de Inmigración norteamericano), a quien se le ofrecen ciento cincuenta mil dólares para que asesine a un senador (Robert De Niro) cuya plataforma electoral se apoya sobre todo en la xenofobia y la oposición a la inmigración.

Telaraña. El plan de asesinato es empero apenas la punta del "iceberg". Hay intereses muy opuestos movilizándose en torno a ese proyectado crimen, y las cosas no siempre son lo que parecen. La historia involucra también a un fanático vigilante fronterizo (Don Johnson, el detective Crockett de Vicio en Miami, que está tan olvidado que en los créditos se lo presenta burlonamente con la palabra "introducing", como si se tratara de su primera actuación en cine), una agente latina de la "Migra" (Jessica Alba), una rebelde que ayuda a otros inmigrantes (Michelle Rodriguez), una rubia tonta (Lindsay Lohan, el arquetipo cinematográfico de las rubias tontas) y algunos personajes más. Como su amigo Tarantino, que sin embargo esta vez no colaboró con él, Rodriguez sabe perfectamente que está jugando con clisés, y los exagera gloriosamente: Trejo es el Héroe Popular, DeNiro el Político Corrupto, Seagal el Narco Perversísimo, y así sucesivamente. Es una historia de venganza, además, llevada a cabo por un personaje que, como el título lo advierte, prefiere el machete a las armas de fuego. Las decapitaciones y mutilaciones están a la orden del día, la sangre salpica las paredes. Cuando un grupo de villanos busca a Trejo en una casa y uno de ellos es debidamente "macheteado" a través de una puerta, uno de sus cómplices se limita a comentar: "Bueno, ahora sabemos que el tipo está ahí". De esa clase de humor muy negro está hecha buena parte de la película.

Para Danny Trejo, 66 años, Machete bien puede ser el papel de su vida (y ya Rodriguez está escribiendo otras dos películas con el personaje, Machete kills y Machete kills again, cuyas "sinopsis falsas" circularon junto con el "doble programa" Grindhouse que filmó junto a su cómplice Tarantino). De alguna manera, se ha estado preparando para él desde siempre.

De hecho, esa vida no ha sido fácil. Trejo, hijo de padres mexicanos nacido en el Este de Los Angeles, pasó once años de ella entrando y saliendo de la cárcel por delincuencia, drogadicción y alcoholismo, y ahora dedica su tiempo libre a ayudar a jóvenes con los mismos problemas que él tuvo.

"La vida ha sido muy buena conmigo. Diosito quiere que devolvamos al mundo todo lo bueno que tenemos, y me di cuenta de que, en el lugar en el que él me puso, y para continuar con la clase de éxito que he tenido, debo tratar de vivir como él quiere, y eso es ayudando a nuestros hermanos y hermanas".

Trejo y Rodríguez hablaron por primera vez acerca de Machete cuando estaban haciendo hace dieciséis años La balada del pistolero, la segunda película del Mariachi y primera protagonizada por Banderas. "Voy a hacer de ti un héroe", le dijo entonces el director al actor, pero éste no lo tomó demasiado en serio.

ENOJADOS. El lanzamiento norteamericano del film coincidió con los momentos más álgidos de la polémica en torno a la ley antiinmigratoria de ese estado, y el equipo de Rodríguez aprovechó el tema como truco promocional. En uno de los `trailers` se incluyó la frase "Here`s a message to you, Arizona... you just fucked with the wrong mexican`. La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, se fastidió bastante, le mandó una carta su colega texano, y éste a su vez remitió la protesta a Rodríguez. No pasó nada, claro.

Cuando le preguntan a Trejo si le interesaría hacer una película sobre su propia vida cuenta que Robert Rodríguez ya lo pensó, y hasta tiene el título: From ex con to icon ("De ex convicto a ícono"). El actor dice que le gusta la frase. Considera que simboliza mucho de su experiencia real.

Chicas de armas tomar

Las damas violentas, seductoras o ambas cosas a la vez parecen un rasgo igualmente persistente en el cine de Robert Rodríguez (esa es otra cosa que comparte con su amigo Tarantino). Desde la vampiresa de Salma Hayek en "Del crepúsculo al amanecer" hasta otras violencias y otras manifestaciones de sensualidad de Hayek y otras en películas anteriores del director llegamos a las tres o cuatro damas que revolotean en torno al rudo protagonista de "Machete", a veces dispuestas a matar, otras a caer rápidamente en sus brazos.

En el caso de "Machete" el listado incluye a Jessica Alba (quien ya estuvo con Rodríguez en "Sin City"), a la rebelde Michelle Rodríguez y a la blonda Lindsay Lohan, pero no se agota en él. Incluso el personaje de la madre del personaje de Lohan (y esposa del villano Jeff Fahey) cae bajo los misteriosos encantos de Trejo.

Fantasías infantiles que llevaron a un joven texano a Hollywood

Roberto Rodríguez saltó a la fama cuando hizo El Mariachi, un film de acción de bajísimo presupuesto (27 mil dólares, afirma la leyenda) rodado casi entre amigos que interesó a la empresa Columbia, que invirtió otros cien mil en pulirlo técnicamente y un millón más en publicidad, convirtiendo a su director en una estrella.

En realidad, Rodríguez, nacido en Texas el 21 de junio de 1968, se había interesado por el cine desde mucho antes. El cineasta confiesa haber quedado fascinado cuando vio a los doce años 1997: Escape de Nueva York (1981) de John Carpenter, y que el "bichito" del cine se le pegó desde entonces. Realizó varios cortos con familiares amigos antes de hacer, con El Mariachi, su primera película "de verdad".

Como su amigo Tarantino, Rodríguez es un cinéfilo de ley, y su temprana admiración por Carpenter lo vincula inevitablemente con el Hollywood clásico (atrás de Carpenter está siempre Howard Hawks, claro). Pero esa no es por cierto su única influencia.

En la serie del Mariachi (las dos películas siguientes, La balada del pistolero, 1995, y Érase una vez en México, 2003, fueron protagonizadas por Antonio Banderas) es por cierto muy detectable el antecedente del `spaghetti western` y en particular de Sergio Leone. Del crepúsculo al amanecer (1996), que codirigió con Tarantino (quien suele aparecer también como actor en sus películas) combinó una historia de `gangsters` con un giro final hacia el vampirismo, tema que tiene también una considerable tradición en el cine popular mexicano. En Aulas peligrosas (1998), que entroncó con la tradición de la ciencia ficción de clase B de los años cincuenta (que retomaría en Planeta terror, 2007), descubrió lo que todo liceal sabe: que los profesores son realmente unos extraterrestres.

Rodríguez ha podido oscilar entre el cine de aventuras infantil (serie de los Miniespías) a la violencia de un cómic de Frank Miller (Sin City, 2005, de la que habrá una secuela). Ahora se puede afirmar también que va a haber Machete para rato.

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