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El parque Lussich amenazado por areneras y tala en Punta Ballena

Naturaleza. Arboretum aún no se recupera del violento temporal de 2005

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DIEGO FISCHER

Unos 600 árboles derribados fue el saldo del temporal del 23 de agosto de 2005 en la reserva forestal más importante del país: el Arboretum Lussich. Tres años después el bosque está aun más expuesto, en un corredor de viento.

Muchos de los árboles que volteó el viento de hasta 180 kilómetros por hora eran únicos.

A tres años de aquella noche dramática, una recorrida por el Arboretum de Punta Ballena deja ver aún la magnitud del desastre y la tarea de recuperación que realizan desde entonces quienes trabajan en el lugar y tienen la responsabilidad de cuidar la siembra que 110 años atrás inició don Antonio Lussich.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿la tragedia pudo evitarse? Tal vez la respuesta la tengan dos areneras que lindan con el majestuoso bosque o quienes le otorgaron la autorización para explotar el lugar.

Hoy, y pese al desastre registrado en 2005, el lugar sigue siendo una bomba lista para ser activada nuevamente ante el próximo temporal de viento. Con el agravante de que en 2008 son tres los frentes en los que, llegado el momento, arremeterá el viento para llevarse una vegetación única que cambió para bien y para siempre el destino turístico de la zona.

EL BOSQUE. El paisaje por la ruta 12, un camino sinuoso que deja ver a mano derecha, los árboles que descienden de la sierra formando un manto verde que se detiene abruptamente junto a la carretera. Del otro lado el paisaje es el mismo, hasta la Laguna del Sauce. Es un paisaje maravilloso. Avanzando hacia la ruta 9, un cartel indica que a 200 metros salen y entran camiones. A la altura del kilómetro 2 la postal cambia radicalmente: dos areneras han arrasado con la vegetación y forman un mortal corredor por donde el viento se cuela y embiste contra los añosos árboles de Punta Ballena.

A partir de 1896, Lussich inició la titánica tarea de forestar un lugar hasta entonces deshabitado y gobernado por todos los vientos. En 1800 hectáreas de médanos y sierras rocosas, carentes de toda vegetación, venció todos los obstáculos.

Comenzó plantando pinos y eucaliptos en las zonas más cercanas al mar. De esta manera serenó al viento y otras especies crecieron al abrigo de esta cortina natural. En pocos años Punta Ballena se convirtió en la reserva forestal más importante del continente y una de las más destacadas del mundo. Allí crecieron especies de los cinco continentes: en un mismo lugar florecieron y se reprodujeron árboles del trópico a metros de arces y especies de los Montes Urales.

LAS ARENERAS. La arenera del kilómetro 2 de la ruta 12 luce un cartel que permite interpretar que el permiso de explotación fue concedido en febrero de 2005, seis meses antes del temporal, ante la Dirección Nacional de Minería y Geología del Ministerio de Industria. Un gran pozo de arena muy blanca, bordeado por un camino empinado por el que transitan los camiones, se abre en el predio. El contraste es muy grande: la arenera linda con un cerco de pinos que resguarda a la cancha de golf del Club del Lago.

Del lado opuesto de la ruta 12, unos cientos de metros más adelante, una fila de ligustros y pequeños pinos intenta disimular la devastación que ha sufrido la flora del lugar. Dos grandes predios de unos 500 metros de frente cada uno muestran los restos de un bosque arrasado y convertido en una gigantesca duna. En el entorno de ambos predios se amontonan troncos de pinos talados y enormes raíces de eucaliptos arrancados de cuajo. Escombros y basura, mucha basura, completan el paisaje. Un letrero amenazante prohíbe el paso.

Desde allí se divisa el límite oeste del Arboretum Lussich, como si hubiera sido cortado con una gigantesca cuchilla. El contraste lo marca no sólo el cartel que cuelga de la portera y que informa que allí empieza el edén -hoy propiedad de la Intendencia de Maldonado- sino por la oposición de imágenes: el verde intenso de un lugar soñado y la desolada visión de un médano.

El desconsuelo se completa cruzando la carretera, justo frente a la segunda arenera: un emprendimiento turístico denominado Acres de Solanas muestra un enorme terreno al que le han talado casi todos los árboles.

EN LO PROFUNDO. Hoy el Arboretum Lussich tiene una superficie de 192 hectáreas. La dirección del parque está a cargo de la ingeniera agrónoma Selva Rubbo, apasionada por la tarea que desarrolla y el legado de Lussich.

Además de los capataces Mario Martirena y Fernando Chávez, desde el temporal de 2005 se sumó un grupo de ocho funcionarios municipales y soldados del Ejército. Realizan la compleja labor de retirar los árboles derribados por el viento que aún permanecen caídos en lo profundo del bosque. En un programa de inclusión social, monteadores autorizados por la Intendencia sacan leña y la venden dejando un 10% para repartir en centros sociales.

Rubbo y su equipo han comenzado a resembrar: pero cada vez que el viento sopla fuerte muchos se angustian por Punta Ballena.

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