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Equidad y biodiversidad

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HERNÁN SORHUET GELÓS

Entre las tantas paradojas de este mundo, está la relacionada con la disponibilidad de recursos naturales y riqueza en diversidad biológica.

Como se sabe, debería existir una directa relación entre esa disponibilidad y el nivel de vida de las comunidades.

Nuestra América Latina cuenta con el 40% de todas las especies vivientes. Seis de los diecisiete países "megadiversos" (aquellos que suman el 70% de las especies conocidas del planeta) son latinoamericanos -México, Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú.

También poseemos el 28% de toda al agua dulce superficial del planeta, y hemos creado dos mil áreas protegidas, como parte de una estrategia pensada para resguardar tanta riqueza.

Sin embargo, 226 millones de personas son consideradas pobres y 77 millones no tienen acceso al agua potable. Sin necesidad a recurrir a más cifras, es evidente que tanta abundancia en diversidad biológica no se ha traducido en desarrollo con equidad y sostenibilidad. Las causas son múltiples.

Existen una organización mundial, preocupada por estas tristes realidades. La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), desde hace casi 60 años viene apoyando y promoviendo en todo el planeta, proyectos de uso de los recursos naturales de manera equitativa y ecológicamente sustentables, sobre la base de la conservación.

Se podría decir que su novedosa visión se focaliza en comprender que los bienes y servicios que la naturaleza, la biodiversidad, los ecosistemas y los conocimientos tradicionales y científicos, proveen a las comunidades son las bases y herramientas fundamentales para combatir la pobreza y vivir con dignidad y prosperidad.

Quizás su mayor fortaleza es que la UICN es la red de conocimiento ambiental más grande del mundo.

La semana pasada se realizó en Ecuador la XIII Reunión del Comité Sudamericano de la UICN. Entre muchos temas importantes que se discutieron, sobresalió la llamada Iniciativa Latinoamericana.

Consiste en una propuesta para darle a la Unión en la región, un "golpe de timón" en su principal objetivo. Pone el énfasis en reducir la pobreza por medio de la conservación de la diversidad biológica, alcanzando la equidad -hoy inexistente-, construyendo nuevas oportunidades de desarrollo sostenible, buscando una gobernanza (manera de gobernar que se propone objetivos sostenibles y duraderos) efectiva, sin deteriorar sus grandes recursos naturales.

La conservación de la biodiversidad deja de ser un fin en sí mismo para transformarse en un camino hacia la equidad, el desarrollo para todos, y la justicia social.

Nuestra región tiene extraordinarios antecedentes en materia de esta preocupación. De hecho, en la mencionada reunión el Comité Sudamericano de la UICN produjo la "Declaración de Otavalo", la cual recoge el sentir de los comités nacionales con respecto a cómo atacar el problema a fondo.

En un pasaje de la misma dice: "Tenemos la necesidad de estudiar a fondo conceptos tales como modelos de desarrollo dentro de la visión de biodiversidad para la vida". Este es un tema clave del actual conflicto, pues define aspectos fundamentales como qué se consume, cómo se consume, quiénes consumen, cómo de distribuyen las ganancias y beneficios, y también determina que se alcancen altos niveles de respeto a la equidad y a la participación. La importancia del tema para el futuro de la región amerita a continuar en su análisis.

A pesar de ser la región más rica del mundo en biodiversidad, su peso político estratégico es llamativamente débil

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