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Ximena y Lucía, las primeras uruguayas en entrenar perros para niños con TEA

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Ximena y Lucía, instructoras uruguayas de perros de terapia para niños con TEA. Foto. Francisco Flores

EDUCADORAS URUGUAYAS

Las instructoras coinciden en que lo más satisfactorio de su trabajo es ver los avances que tienen los niños al comenzar a convivir con los perros. A ellas les cuesta despedirse de cada uno de los animales porque se crea un vínculo.

Resiliencia es una palabra que está de moda pero no por eso es menos importante. Habla de la capacidad de adaptarse positivamente a situaciones adversas. Y algo de eso sucedió en la Fundación de Apoyo y Promoción del Perro de Asistencia (Fundappas), la primera escuela integral de perros de asistencia y terapia en Uruguay.

En marzo de 2018, luego de más de una década de trabajo, de un día para otro sintieron que se quedaron u201cen la nadau201d. Sin embargo, hoy sus integrantes pueden decir con orgullo que tienen a las dos primeras instructoras de perros de asistencia para niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) del Uruguay: Ximena González, de 30 años, y Lucía Crescionini Mackern, de 21 años. Ninguna de las dos imaginaba que el destino las terminaría convirtiendo en un eslabón importante de esta cadena que mezcla sacrificio, entrega y amor.

Ximena es la nieta de Alberto Calcagno, presidente de Fundappas, y siempre se vinculó a la escuela u201cdesde afuerau201d, como ella dice. Pero llegó un momento en que le ofrecieron trabajar en los caniles y aceptó: u201cEmpecé haciendo cuatro horas, después seis, después ocho y acá estoyu201d, señaló. Al inicio, Ximena ayudaba a Alexa Mackern, que se había formado en el exterior y era la única instructora que había tenido la escuela en adiestramiento de perros para asistir a niños con TEA desde 2011. Lucía, por su parte, era sobrina de Alexa: ella es de Salto pero se vino a vivir a Montevideo para estudiar psicología. Había comenzado a trabajar con su tía en el área de terapia asistida.

Pero Alexa falleció el 17 de marzo de 2018. Fundappas, además de perder a una de las personas que más había querido a la escuela, perdió a su única instructora en perros de asistencia para niños con TEA. u201cNos quedamos en la nadau201d, recordó Ximena, con la voz quebrada.

Finalmente, Ximena y Lucía aceptaron la propuesta de formarse como instructoras. Desde Bocalán, una escuela canina en España, se enviaron expertos para entrenar a las dos jóvenes que hoy son las primeras uruguayas instructoras de perros para niños con TEA.

El trabajo.

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Ximena y Lucía coinciden en que lo más satisfactorio de su trabajo es ver los avances que tienen los niños al comenzar a convivir con los perros. A ellas les cuesta despedirse de cada uno de los animales porque se crea un vínculo.

u201cElliot siempre se echaba al lado mío, era el mimado. Con él siempre tuve una relación especial y nos unimos muchísimo. El día que se fue exploté, lloré horrible. Ahora lo veo de vez en cuandou201d, contó Ximena, que habla con una mezcla de sentimientos al referirse al labrador negro con el que pasó días enteros y que ahora ya no está a su lado. Pero Elliot se marchó porque ahí comenzaba una de las historias más conmovedoras que puede ser contada.

Perro guía de la escuela Fundapass. Foto: Fernando Ponzetto
Fundappas es la primera escuela integral de perros guía. Foto: Fernando Ponzetto

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Franco tenía entonces cuatro años, pero casi no hablaba, no jugaba con su hermanita y no podía expresarse como otros niños de su edad. Había sido diagnosticado con TEA, un trastorno que padece uno de cada 160 pequeños en el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La llegada de Elliot a su casa hizo que cambiaran algunas cosas.

A Ximena se le ilumina la cara cuando recuerda aquel primer encuentro entre el labrador y la que sería su nueva familia: u201cEso es lo gratificante de este trabajo. Yo no lo podía creer, porque primero Franco no emitía muchos sonidos, pero en un momento, con el perro al lado, comenzó a balbucear. Todos los días balbuceaba un poco más, un poco más, un poco más. Comenzó a imitar sonidos y a la semana dejó los pañales. Logró generar un juego con Elliot y también incluir a su hermana; ahora juegan pila entre los tresu201d. Elliot es uno de los perros entrenados en Fundappas.

A Lucía Crescionini Mackern le pasó lo mismo con Enya, que llegó a su vida desde que era cachorrita en la etapa de socialización. Para el orgullo de Lucía, se convirtió en una gran asistente: ahora vive con una familia y es la fiel compañera de Felipe, otro niño con TEA. u201cNo te voy a decir que fue fácil entregar a Enya, porque no lo fue. Lloré mucho. Pero ver lo que pasa con su llegada a su nuevo hogar es increíble. Ahora me mandan fotos de cómo viaja en ómnibus, de cómo acompaña a Felipe y es increíbleu201d, contó Lucía.

Bienvenida la camada K: se buscan nombres

Fundappas dio la bienvenida en el mes de junio a la camada K (cada camada de nuevos cachorros es bautizada con una letra) y aceptan sugerencias de nombres. Eso sí: deben comenzar con la letra K y ser monosílabos. Se pueden enviar sugerencias a través de Facebook. En esta oportunidad nacieron tres hembras y tres machos.

Las personas que estén interesadas en solicitar un perro o aplicar para postularse como voluntario para ser socializador pueden ingresar a fundappas-uruguay.org y completar el formulario. Lo mismo para los que quieran postularse como socializadores voluntarios.

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Una relación que deben aceptar los dos.

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Cada entrenador puede estar con tres perros a la vez. Primero debe aprender obediencia básica. Antes de entregar un perro a una familia se realizan entrevistas y se toma en cuenta el perfil del niño y el carácter del animal. u201cHay niños a los que no les gustan los perros y no llegan a interactuar con ellos. Ahí es más difícil. Pero en la mayoría de los casos es increíble ver cómo cambian y juegan, los acarician, corren con ellosu201d, señaló Ximena. Al mismo tiempo, hay perros a los que no les gusta que los aprieten o que los acaricien demasiado.

Una vez que a la familia se le asignó un perro comienza la etapa del acoplamiento: son dos semanas en las que la familia pasa cada vez más tiempo con el animal hasta que este se queda de forma definitiva en el hogar.

Las entrenadoras están presentes u201cpara enseñarles a los padres el manejo del perro, puesto que ellos lo llevan y el niño va enganchado con un cinturón y un petou201d, relató la entrenadora a El País.

Y añadió: u201cA los padres se les enseñan los comandos, tienen que respetar los horarios de comida y de higiene del animalu201d.

Los perros de Fundappas se entregan a niños con TEA entre 3 y 9 años. u201cEl perro le da una sensación de protección y los ayuda en su autonomíau201d, completó.

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