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Estudio uruguayo sobre cannabis muestra efecto de reversión de conductas de tipo autista en ratones

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CIENCIA

Los resultados "son prometedores" a juicio de sus investigadores; se trata de un estudio entre la Facultad de Química y el Institut Pasteur de Montevideo

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Desde hace algunos años existe lo que Inés Carrera, asistente del Laboratorio de Experimentación Animal del Área de Farmacología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la Facultad de Química de la Universidad de la República, señaló como “evidencia anecdótica” de que algunos extractos de plantas de cannabis pueden ayudar a pacientes del trastorno del espectro autista (TEA). Pero no hay “una respuesta de sí o no” sobre los efectos.

Ahora hay nuevos elementos considerados “prometedores” que provienen del trabajo de 16 investigadores uruguayos: un modelo de ratones mostró reversión de algunas conductas de tipo autista al recibir un extracto de una variedad de cannabis.

Los resultados, aun no publicados y que Carrera adelantó en el programa SobreCiencia, revelaron lo siguiente: los ratones, con una mutación en un gen asociado con TEA en humanos, que recibieron un extracto de una variedad de cannabis presentaron una supresión de algunas conductas de tipo autista comparados con ratones que no recibieron extracto. Así lo explicó la investigadora del Pedeciba a El País: “Se vio una supresión (de los comportamientos) comparado casi con los animales que no tenían esa mutación”. Estas conductas, por ejemplo, eran la baja interacción social o acciones repetitivas y restrictivas.

“Vimos este resultado prometedor de reversión de algunas conductas de tipo autista con un extracto de una variedad de cannabis que tenía varios cannabinoides y otros compuestos. La pregunta ahora es: ¿necesitamos todos esos cannabinoides a esta concentración o solo uno puede lograr el efecto?”, apuntó la coordinadora del proyecto Alianzas para la innovación. Cannabis y autismo: Caracterización, extracción y efectos en modelos animales y celulares, que tuvo el financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la empresa Khiron Life Sciences Uruguay y que contó con la participación de ocho laboratorios entre Facultad de Química e Institut Pasteur de Montevideo (IP).

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Cannabis medicinal.

Ocho laboratorios.

La planta de cannabis es todavía una gran desconocida para la ciencia. Se calcula que produce mil compuestos, dentro de los que se encuentran terpenos, flavonoides y cannabinoides. Se han identificado 150 cannabinoides, de los cuales se conoce el potencial biológico de unos pocos. Y con ellos ocurre lo que se llama “efecto séquito”, es decir, la misma dosis de THC (tetrahidrocannabinol, el que tiene efecto psicotrópico) acompañada por distintos compuestos provoca efectos diferentes en el organismo del consumidor.

“A nivel de la humanidad, hay un debe en la investigación en cannabis”, afirmó Carrera. A pesar de ser una planta con miles de años de uso, todavía no se conoce “su potencial arsenal de moléculas bioactivas”. Por ejemplo, todavía se sabe poco del efecto biológico de las formas ácidas de los cannabinoides y de otros compuestos. Parte del trabajo del proyecto fue la caracterización de algunas variedades de plantas de cannabis y los métodos de extracción de los compuestos que luego fueron enviados al IP.

La parte química del proyecto analizó dos métodos: uno más industrial y otro más artesanal. Por el primero se utiliza dióxido de carbono a una temperatura y presión específicas que se llama “súper crítica”. El otro emplea etanol. Este trabajo se realizó en la Facultad de Química bajo la dirección de Carlos García (Laboratorio de Farmacognosia y Productos Naturales) e Ignacio Vieitez (Área Tecnología de los Alimentos).

Al final de la extracción se obtiene una resina que es “una especie de caramelo sólido”. Eso se disuelve y se preparan los aceites, los que vienen a ser la “formulación medicinal”.

“El método de extracción y la temperatura define los tipos de cannabinoide que se extraigan. La planta produce un tipo de cannabinoide que se llaman ácidos que, dependiendo de la temperatura, se transforman en neutros. El THC y el CBD (cannabidiol, sin efecto psicotrópico), que son los más conocidos, son las formas neutras. El efecto de los ácidos y de los neutros puede ser distintos, por lo que es realmente importante la extracción para saber cuál cannabinoide necesitamos para dar los efectos que queremos buscar”, explicó.

Una vez que se obtuvieron los extractos, estos fueron enviados a dos laboratorios del IP: la Unidad de Biología Celular, a cargo de Mariela Bollati; y de Neuroinflamación y Terapia Genética, a cargo de Natalia Lago.

En el primero se hicieron ensayos en líneas celulares para evaluar el potencial antiinflamatorio y antioxidantes de los compuestos que debe seguir siendo investigada por los especialistas. En el segundo fueron administrados a ratones y se vio el mencionado cambio en el comportamiento en los animales que tenían una mutación genética que les daba comportamienton que se asemejan al TEA en humanos.

Ahora, el proyecto necesita de nuevos fondos para continuar con la investigación. “La pregunta ahora es: ¿necesitamos todos los cannabinoides para tener ese efecto o hay uno que solo puede ser responsable?”

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Foto: Shutterstock

Momento de interés para los científicos.

“Es un momento en el que hay interés y hay investigación”, dijo Inés Carrera, asistente del Laboratorio de Experimentación Animal del Área de Farmacología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la Facultad de Química, respecto a las investigaciones en el mundo sobre el cannabis. En particular, se estudia su posible aplicación para pacientes con TEA. Se ha descubierto que hay una conexión entre el autismo y los receptores cannabinoides.

“En estos momentos hay análisis clínicos desarrollándose en el mundo para valorar si tiene un efecto positivo o no. Hay pequeños ensayos en Israel y en Europa donde se probó con CBD y en algunos otros casos con una mezcla de CBD y THC. Sus resultados han demostrado que se debe seguir analizando esto porque se vieron efectos secundarios y efectos positivos. Lo que da la pauta de que vale la pena seguir haciendo análisis más grandes”, comentó la investigadora uruguaya a El País.

En el caso de Israel, se trata de un ensayo que encontró que en la mayoría de los 188 niños y adolescentes autistas participantes se vio un alivio de convulsiones, conductas disruptivas, depresión e inquietud. A estos se les administró un aceite de cannabis que contenía 30% de CBD y 1,5% de THC. No obstante, se apuntó que el estudio era observacional y no tenía un grupo de control, y “por lo tanto, no se puede establecer una causalidad entre la terapia con cannabis y la mejora en el bienestar de los pacientes”, escribieron sus responsables.

Carrera recordó que hay un ensayo de gran tamaño pronto a finalizar en un hospital del estado de Nueva York en Estados Unidos por el que se prueba otros cannabinoides para el tratamiento de estos pacientes.

Actualmente no existe un fármaco para el TEA y tampoco un tratamiento estándar porque es un trastorno tan complejo que nunca se encontrará dos personas con autismo exactamente iguales. En este sentido, los tratamientos y las terapias existentes son especiales y personalizados para cada caso.

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