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Un grave saqueo de reliquias

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JORGE ABBONDANZA

El saqueo de obras artísticas de la antigüedad ha vuelto a un primer plano. En Italia puede aprobarse una norma que despenaliza la posesión de reliquias ilegalmente desenterradas y vendidas. Hasta ahora esa propiedad era un delito, pero desde que salga la nueva norma (disimulada entre los mil artículos de una ley presupuestal) el propietario de esas piezas sólo pagará una multa, a cambio de la cual sus obras quedarán legalizadas, "cedidas en depósito por el Estado durante 30 años". Los arqueólogos italianos se han escandalizado, porque se trata de cientos de miles de objetos de la cultura etrusca, griega y romana salidos de excavaciones clandestinas a cargo de poderosas organizaciones criminales (la "arqueomafia") y traficados en el mercado negro para beneficio de oportunistas con mucho dinero, que gracias a la ley dejarán de ser reducidores para convertirse en honorables coleccionistas.

La excusa del gobierno es que al permitir que esa masa de tesoros se declare públicamente, podrá incorporársela a un catálogo oficial, aunque los arqueólogos insisten en que ni siquiera hay recursos para encarar esa catalogación. La verdad parece estar en el entretelón del asunto, porque "hay personajes muy, pero muy importantes" interesados en esa legalización que blanquearía sus colecciones. Claro que el cambio también abrirá paso a la arqueomafia, que opera desde hace décadas a escala internacional. El gobierno de Berlusconi está a punto de hacerle un inmenso favor.

También en Irak ha vuelto a hablarse del pillaje de antigüedades. Muchos sitios arqueológicos siguen siendo saqueados por excavaciones ilegales para vender secretamente lo que se extrae, que son piezas de civilizaciones mesopotámicas (caldeas, sumerias, babilónicas, asirias, persas) de enorme valor en el mercado. Aunque en 2008 el gobierno iraquí creó la Policía de Antigüedades, de los 5.000 agentes necesarios para custodiar los yacimientos históricos, sólo están en servicio 106. Y así continúan saliendo del país los objetos de oro, las tablitas con inscripciones cuneiformes y las joyas que vuelven a la luz después de 3.000 o 4.000 años.

Es irónico que la prensa norteamericana reproche ahora a las autoridades iraquíes "haber dejado sin protección" los lugares arqueológicos y hable de "la debilidad de las instituciones públicas iraquíes" al vigilar esas riquezas patrimoniales. Porque en abril de 2003 fueron los militares norteamericanos quienes dejaron sin guardias al Museo Arqueológico de Bagdad, permitiendo el robo de miles de piezas de su acervo, facilitado por las turbulencias de aquella invasión armada y por los bombardeos de la capital. Un diario como The New York Times se queja de la ineficiencia burocrática de los ministerios iraquíes que no frenan a los saqueadores, pero cabría agregar que ese saqueo comenzó hace más de siete años por culpa de unos conquistadores que no pusieron centinela alguno en la puerta del Museo. Alguna gente pierde fácilmente la memoria.

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