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Con Fabiana Cantilo, que gira por Uruguay: "Le estoy poniendo luz a mis oscuridades"

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Fabiana Cantilo. Foto: Bárbara Márquez

ENTREVISTA

La cantante argentina empieza mañana una gira por el país, que la tendrá este domingo en Montevideo. Sobre su presente, charló con El País

En algún momento de la conversación, Fabiana Cantilo dirá que piensa demasiado y es cierto. En poco más de media hora de charla, encandena ideas a la velocidad de la luz y salta de un tema a otro sin permiso y sin freno. Siempre vuelve —a la premisa original, a la pregunta disparadora— porque su vida es eso: un desvío, y después un camino de regreso.

Desvío se llama el libro de poesía e ilustración que editó este año, pero la excusa para esta entrevista no son esos textos sino la música. Cantilo, estrella del rock y el pop argentino, está otra vez en Uruguay para una gira que empezará mañana en el Teatro Lavalleja de Minas, seguirá el 14 en el Teatro Sociedad Unión de San Carlos, y llegará a Montevideo este domingo. El show capitalino será a las 21.00 en Complejo Sala (Río Branco 1627) y hay entradas a la venta en Redtickets.

Luego el tour seguirá en Florida el 18, Durazno el 20, Tacuarembó el 21, Rosario el 23, Mercedes el 24 y Paysandú el 26, donde se cerrará. Esos tickets se consiguen en el sitio web Mi Entrada.

“Nunca hice una gira tan larga, será porque era una chica rebelde”, dice. “Me cagué la carrera, ¿pero qué carrera? Me chupa un huevo, yo no quiero correr carreras. Estoy acá para marcar una diferencia espiritual”.

Esa huella que quiere dejar está implícita y explícita en su último disco, el precioso Cuna de piedra (2019), pero de alguna forma ha estado en su vida toda. En la clase de yoga que hacía justo antes de la entrevista, en la naturaleza del barrio en el que vive y las gatas con las que comparte casa, en las hierbas que le permitieron estar fuerte durante toda la pandemia —plata coloidal, artemisa—, en los 20 años que lleva en Narcóticos Anónimos y en los libros de astrología, de metafísica, de filosofía que leyó cuando estaba en busca de algo que la rescatara de la oscuridad.

Incluso está en su relación con Uruguay, tierra que, dice, siempre sintió "muy especial". Acá tuvo vacaciones familiares y tuvo pareja, tuvo el tiempo de conocer “miles de pueblos”, tuvo los amigos que se hizo en Punta Rubia y tuvo, de adolescente, las caminatas en Solanas en busca de algo más.

“Leí un libro que se llama Yo visité Ganimedes, de Yosip Ibrahim; Ganimedes es una de las lunas de Júpiter. A los 17 años lo leí y flasheé, porque los tipos hacían la preparación para ir a Ganimedes, ponele, en el Himalaya, y eran vegetarianos. Ahí me colgué con ser vegetariana y eso, así que mis primeras venidas acá fueron gloriosas, ahora que me hacés acordar. Era vegetariana y me iba a las playas, lejos, a buscar ovnis. A Solanas. Siempre freak”, dice y se ríe fuerte.

—¿Y los encontraste?

—No, pero sigo buscando hasta el día de hoy. Estoy en contacto con chamanes, todo el bailongo. Y me da fe, por eso no la pasé mal en pandemia, porque no estaba pesimista. Soy así, viste, una especie de cosa rara. En realidad siempre fui así, lo que pasa es que me ponen nerviosa cosas del mundo, entonces parece que soy histérica, y no. ¡Me ponen nerviosa los cables! (Se ríe) ¡Yo soy una cavernícola, loco! Me estoy dando cuenta ahora, porque cada vez que hablo con un periodista es como un psicoanálisis.

—Todo eso que mencionás, el contacto con la naturaleza, lo místico y hasta el rechazo a los cables, porque fuiste por un sonido más acústico, está en tu último disco, Cuna de piedra.

—Sí señora, porque lo produje yo. Son todos sonidos celtas, porque empecé a indagar en la filosofía celta y además yo soy Luna en Capricornio, que si te fijás en un libro de astrología dice “cuna de piedra”, que es lo que tuve, una infancia muy dura. Y decidí meterme en ese mundo porque un amigo poeta siempre dijo que yo era una druida, una especie de maga irlandesa. Y al final sí, porque tengo que ver con los escoceses. Y además el disco está afinado en 432, que teóricamente es la afinación completa. Puedo llegar a estar un día y medio hablando de todo esto…

—¿Por qué hiciste este disco en este momento de tu vida?

—Porque uno va subiendo escalones, en mi caso a nivel espiritual. Siempre fue así. A los 17 andaba buscando ovnis, después vino el tren del rocanrol y me llevó por otros lares, pero volví. Lo que pienso es que como hace nueve años que estoy limpia de cualquier sustancia tóxica, voy para un lado que tiene que ver con lo que es, con cosas lindas y nuevas.

—¿Te cansaste de la etiqueta “rock” y lo que representa?

—Me cansé de que me aturdan, y me di cuenta muy tarde. Sufrí toda mi vida y de pronto me di cuenta de que yo quería la música más suave. La vieja frase de que este es un mundo machista… bueno, este es un mundo machista pero hay que avivarse, muchachas. No sirve lamentarse. Me di cuenta de todo tarde, sí, pero no es tan tarde, entonces ahora estoy haciendo mis propias cosas y dándome cuenta de lo que yo quiero. Y quiero que el volumen del show sea más bajo. Pero el rock es un estilo, un estilo de vida. Desenfadado, de decir lo que querés, también muy permisivo… Me gusta que me digan que soy rock, pero también canto tango y folclore, pop, bolero. De todo. Cuando estaba en las compañías de discos me daban con el pop, no me querían dejar salir de ahí, pero ahora que soy independiente hago lo que quiero. Este disco nunca lo hubiera podido hacer en una compañía. Igual soy muy agradecida.

Cuna de piedra también es un disco autorreferencial desde la conciliación, una suerte de reencuentro contigo misma pero en un lugar mejor, más lindo.

—Exacto. Le estoy poniendo luz a mi nacimiento y a mis ancestros. El tema “Cuna de piedra” habla de que cuando estaba en la panza de mi mamá, a un mes de nacer, se murió mi abuelo, mi tío, la mujer y el bebito en el vuelo inicial de Austral; se cayó el avión y se murieron todos. Y así comenzó mi vida, en un velorio. Vos preguntales a tus amigos dónde tienen la luna, porque es una marca que la podés trabajar, pero es increíble cómo los astros tienen que ver con nuestra vida. No dependemos de otros humanos, dependemos de los astros, y los astros no tienen moral. Son. ¿Por qué este disco? Ya me lo preguntaste y ahora te lo vuelvo a contestar: porque le estoy poniendo luz a mis oscuridades. Porque cuando uno empieza a trabajar la espiritualidad, solito viene lo que vos precisás para iluminar. Y nunca lo había visto de esa manera y Babe (Bárbara Márquez, su mano derecha) me mira asombrada. Gracias por la pregunta.

—Tengo que decirte que yo también tengo Luna en Capricornio.

—¡Me estás jodiendo! ¡Compañera! (Se ríe) Bueno, entonces, a ponerle luz. Las Lunas en Capricornio ya venimos serias, ya entendimos todo.
Estamos acá por algo.

PRESENTE

"Desvío" y lo que significa editar un libro

"Es como haberme sacado de encima una parte, porque yo pienso tanto que ya es demasiado. ¿Te digo por qué sigo trabajando? Porque no tengo plata para comer. Pero digo, ¿qué es esto de publicar mis cosas intimas?", se pregunta.

"El que me ayuda un montón es Fito (Páez), y es como una competencia eterna con el pelotudo de Fito, que es como mi hermano y no para de hacer cosas. Y eso me ayuda, porque si no, soy bastante vaga. Entonces sacarme este libro y hacerlo es como que una parte de mi ego dice: hice algo. Lo que me está costando es volver a componer, porque nunca sé cómo hago las cosas y es como que me parece que ya lo hice todo… No importa. Ya hice como 14 discos, entonces me parece que estoy buscando otra cosa que ya no está en los tonos que conozco", asegura.

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