MISTERIO EN VIÑETAS
Marcelo Acquistapace y Rolando Salvatores hablan del cómic El enigma del Rosario, ya disponible en librerías
Desde hace más de dos décadas, el nombre de Marcelo Acquistapace está asociado a su profesión de vidente. Distintos crímenes y desapariciones se han encaminado gracias al don de este mercedario nacido en agosto de 1966.
Acquistapace, además de cooperar con la policía de Uruguay, Italia o México (actualmente está ayudando a encontrar a la joven Micaela Onrrubio), ayuda a tratar adicciones, fue publicista, artista plástico y escribe ficción. Su novela, El enigma del Rosario (Gussi, 2010) va por su cuarta edición y tiene ahora una versión en formato cómic con ilustraciones de Rolando Salvatore.
La historia, tanto de la novela como del cómic, se centra en el cura párroco Bernardo Giovanni quien, gracias a su don para percibir imágenes de personas, ganó una fama de la que quiere deshacerse. Gracias a un amigo en la curia, es enviado a la Capilla de Santa María en Melilla para que investigue una serie de misterios, entre los que se encuentra la desaparición de cuatro seminaristas, ocurridas hace muchos años.
El misterio aquí narrado, le llegó al vidente en 2004, cuando una señora lo contactó para conocer el paradero de su hermano, desaparecido en 1953, en esa misma capilla de Melilla. El resto de la historia narrada es una ficción, cuenta Acquistapace a El País.
Llevar la historia al cómic
Adaptar esta intrigante historia a una historieta surge a fines de 2014, cuando Acquistapace fue a buscar un regalo para su hijo mayor: le compró un cómic al que el joven “no le dio mucha bolilla”, dice. Aunque como no hay mal que por bien no venga, se le ocurrió llevar El enigma del Rosario a ese formato, ya que tiene una trama cinematográfica que ocurre en nuestro país, y “tiene parámetros que la hacen interesante como para que sea adaptada”, dice.
Una vez que se decidió, solo faltaba encontrar al ilustrador: así se suma Rolando Salvatore. Luego de un primer encuentro, Acquistapace supo que había hallado a la persona indicada, y así comenzó a moverse el proyecto que necesitó cuatro años para finalmente salir a la luz.
El primer paso de esta odisea fue ir a la Capilla ubicada en Melilla, donde se enmarcan los hechos de la historia. Llegaron con la intención de sacar apuntes y fotos del lugar para hacer más realistas las ilustraciones, aunque lo que encontraron fueron resistencias y un pedido de abandonar el lugar de inmediato.
“El cura nos quería correr, porque aumentó la popularidad de la Capilla gracias a la historia que escribí”, dice Acquistapace entre risas.
Sin intención de abandonar el proyecto y gracias a las fotos que había tomado el vidente para su novela, y los bocetos que hizo Salvatore en el momento, se tuvieron que dar por satisfechos.
Con todo el material posible ya reunido, comenzó el trabajo de Salvatore, quien demoraba aproximadamente una semana en completar cada página, ya que se define como “muy maniático y autocrítico”.
Y el camino para hacer este cómic no estuvo exento de dificultades, que Salvatore dice, “estaban en todas las páginas”. Uno de los problemas, además de lograr la perspectiva correcta para los edificios, fue darle rostro a los personajes. Para lograrlo, el ilustrador se basó en amigos, gente conocida y actores famosos. Por ejemplo, hay un carnicero muy parecido a José Mujica, un cura viejo que tiene la cara de Max Von Sydow y un capellán que está inspirado en el rostro del fallecido actor Harry Dean Stanton.
Cada página completada era enviada al vidente, quien pedía ver más. “Cuando me jubilé, se empezó a acelerar la cosa y empezamos a verle las patas a esto, porque pensé que no íbamos a terminar más”, dice Salvatore.