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Una historia de romance e idealismo en Cuba

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En las historias de Rivero no puede faltar el amor. Foto: Marcelo Bonjour
Nota a Viviana Rivero, escritora argentina, autora del libro "La Magia de la Vida", ND 20150506, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais D:\Users\aapintos\Desktop\680645.JPG
Archivo El Pais

Entrevista a la escritora argentina Viviana Rivero, quien editó "Los colores de la felicidad".

La vocación de escritora la alcanzó de grande, cuando ya tenía una carrera como abogada. Al darse cuenta de que sus hijos “ya no la necesitaban tanto”, decidió lanzarse a la escritura.

Su primer libro fue Un secreto bien guardado, un éxito de ventas. Su novela más reciente, Los colores de la felicidad, también ha tenido buena recepción: va por los 50.000 ejemplares vendidos.

—El libro tiene una dedicatoria particular, en la que hablás de una historia similar que escribió tu padre, ¿cómo fue eso?

—Para Los colores de la felicidad leí mucha literatura cubana y varios libros de historia, y me acordé de que la primera novela que escribió mi padre nombraba algo de Cuba, también me acordaba de que aparecía el Che Guevara en la tapa. Lo había intentado leer a mis 12 años, pero tenía mucha carga social y era difícil para mí entenderlo. Cuando empecé a prepararme para escribir este libro lo quise leer pero no lo encontraba, y el día que le pongo "fin" mi madre lo encontró. Cuando empiezo a mirarlo fue muy tremendo, porque mi padre había tratado los mismos temas que yo, pero con otro argumento.

—¿El tener un padre escritor te influyó en tu vocación?

—Yo supongo que sí, en casa éramos todos muy lectores desde chiquititos, él estaba en contra de que viéramos televisión. Pero mi papá no vivía de la literatura, escribía de noche o los fines de semana. Mi madre nos decía: "Acá nadie va a seguir carreras que tengan que ver con la literatura porque para locos está tu papá". Un poco por eso seguí abogacía, pero las vocaciones nos persiguen y nos atrapan en algún momento de la vida.

—¿Cuál es ese tema que comparten los dos libros, el de tu padre y el tuyo?

—Que la importancia de las personas no están en el poder que tienen, ni en su dinero, sino en el hecho de que estén en el lugar en el que tienen que estar, haciendo lo que tienen que hacer, esparciendo su perfume propio, como digo yo en el libro.

—¿Pensás el tema antes que la historia?

—A mí siempre me aparece primero el tema, que es el alma del libro y después armo una historia, elijo la época donde lo quiero hacer pasar. En este caso, que quería hablar de la importancia de las personas, pensé en un personaje idealista, en un hombre que quiere cambiar el mundo, y alguien así tenía que ser de la década de 1960, eso no pasa ahora. Me pareció que Cuba era un buen lugar para contar la historia de un idealista.

—¿No te dio un poco de miedo meterte con la política?

—Sí, la verdad, que sí. Me acuerdo que le conté al director de la editorial que era sobre Cuba y me dijo que tuviera cuidado porque era un tema "demasiado caro" para muchos autores. Por eso me preocupé de hacer una gran investigación, me escribí con cubanos que me daban sus opiniones de los dos lados, a favor y en contra de la revolución. Yo muestro las dos cosas; el lector sacará sus conclusiones.

—¿Cuánto te llevó la investigación?

—La investigación me llevó varios meses. Cuando yo preparo mis libros, que son novelas históricas, leo mucha literatura de la época. Leí mucha literatura cubana, eso me va ayudando a saber cómo piensan, cómo sienten. Hasta que llega un momento en el que estoy estudiando que me digo: "Ya puedo escribir una historia como si estuviera allá".

—Tus novelas siempre tienen como protagonistas a mujeres fuertes, ¿es algo buscado?

—Cuando uno hace novelas históricas se da cuenta de cuánto terreno hemos ganado las mujeres con los años. En este caso Brisa Giulli es una fotógrafa que ama lo que hace y está en Cuba, donde empieza a ver cierta falta de libertad, entonces tiene que decidir si es más fuerte el amor o su libertad. Ella sigue su vocación en una época en que era más común dedicarse a ser madre.

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En las historias de Rivero no puede faltar el amor. Foto: Marcelo Bonjour

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