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"La literatura se salva con libros vivos"

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"Si los lectores prefieren ver tele, la culpa la tenemos los escritores"
Nota a Viviana Rivero, escritora argentina, autora del libro "La Magia de la Vida", ND 20150506, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

La magia de la vida (Emecé, 590 pesos) la última novela de la cordobesa Viviana Rivero transcurre entre Argentina e Italia y entre la actualidad, la segunda guerra su posguerra. Es un universo ficcional en el que Rivero, una abogada que encontró su vocación en la literatura, se siente cómoda.

La novela histórica es el formato en el que la reconocen sus lectores, que son muchos y no solo mujeres. Es un fenómeno literario en Argentina y otros lugares de Hispanoamérica que ahora está llegando a Uruguay. Es por eso que Rivero estuvo en Montevideo y aprovechó para hablar con El País sobre cómo es ser un best seller y sobre sus métodos de trabajo.

—Es abogada. ¿Cómo llegó a convertirse en escritora?

—Trabajé muchos años de abogada pero mi padre es escritor y mi madre decía que "nadie va a seguir carreras que tengan que ver con la literatura porque para loco ya tenemos a su papá". Así que le hicimos caso: nos había quedado la idea de que no se podía vivir en la literatura. Pero las vocaciones tarde o temprano te atrapan. Mis chicos estaban más grandes y me pregunté qué podía hacer con las horitas libres que me quedaban. Y me puse a escribir un libro. Empecé de poquito, se transformó en una novela y la edité como por hobby en una editorial chiquita. Pero se agotaron seis ediciones y ahí la editorial Planeta compró los derechos y ya voy siete libros con ellos.

—¿Y cómo se convierte ese hobby en un trabajo?

—Mi libro se estaba vendiendo muy bien, gané un concurso de novela histórica y con el dinero de la edición y el premio nos fuimos de viaje con la familia. Allí les anuncié que iba a cambiar de trabajo. Ellos se embarcaron conmigo y fue una muy buena decisión de todos.

—¿Cómo son sus rutinas de trabajo cuando está con una novela en proceso?

—Yo estoy acostumbrada a los horarios de abogado, así que trabajo mucho, empiezo temprano después que los chicos se van a la escuela. Así todos los días.

—¿Cumple esa rutina a pesar de no estar escribiendo algo en concreto, como haciendo acto de presencia en una oficina?

—Cuando me pongo a escribir paso un montón de meses trabajando, investigando a los personajes, estudiando la época, en bibliotecas de libros antiguos. Así que cuando me siento a escribir ya está bastante vivo el personaje y la historia dentro mío. Ahí sí puedo pasar entre 10 y 12 horas por día escribiendo.

—¿Disfruta del trabajo de investigación que implica una novela histórica?

—Me encanta. Ahí sale mi veta de abogada. Me gusta que todo cierre y que todo sea real, los personajes, la época, los detalles, los programas que había en ese momento en la radio, las revistas que leían. Todo eso es parte de la investigación, además de los grandes hechos que incluyo en el libro.

—Al escribir, ¿qué recursos utiliza para captar la atención de un lector como el actual que es más disperso y tiene más maneras de entretenerse?

—Si los lectores están prefiriendo ver televisión o ir al cine, la culpa la tenemos los escritores. Tenemos que escribir a un ritmo más parecido a lo que se vive, que es más vertiginoso. Si no, gana la computadora, la televisión. Uno tiene que escribir argumentos atrapantes, rápidos, en los que pasen cosas, que no todo suceda en la mente de los personajes. Y después está esa pregunta de qué tiene que tener un best seller para ser best seller.

—¿Y qué respuesta le encontró?

—Tengo una visión de la vida parecida a la de muchas personas por lo que a la persona que compra el libro, le gusta porque se identifica. Lo especial es que no soy nada especial.

—Ser un best seller, por lo menos en una visión romántica a veces es vivido por culpa por el escritor. ¿Usted tiene una obra más personal, menos "best seller"?

—Uno siempre se quiere superar y a veces digo "si estoy haciendo tortas de chocolate y se venden tanto las tortas de chocolate, para qué hacer de frutilla". Pero la idea es seguir haciendo tortas de chocolate y dos por tres ofrecer una de frutilla y ahí en mi computadora crecen otras cosas que aún no han salido a la luz.

—¿Y de qué van esas "tortas de frutilla"?

—A veces son novelas más actuales, con algún tinte social. Mis novelas publicadas son como películas épicas y la idea es que te transporten a otras épocas y a otros lugares a veces con una visión de cómo deberían ser las cosas. Las que tengo en casa son más controvertidas.

—¿Se siente parte de una generación de la literatura latinoamericana?

—En el último tiempo hay una revalorización de los libros que se atreven a hablar de lo que siente la gente. Se ha perdido un poco el pudor de escribir de lo que se siente. En eso hay un nuevo movimiento que involucra algo romántico o como lo mío que mezcla historias de amor y de familias. Me gusta poner todo lo que tiene sentimiento. La literatura se salva con libros que están vivos, que sienten.

—La suya puede ser definida, incluso desde la presentación, como una literatura femenina. ¿Escribe pensando en lectoras?

—A través de mi Facebook pudo comprobar que mis lectores son un 70% mujeres y un 30% hombres. Cuando llegué a Planeta, me avisaron que el 80% de los lectores son mujeres y por eso había poner tapas femeninas. Pero me escriben muchos hombres. Por mi primer libro me escribieron los 30 soldados que están en la base argentina de la Antártida para decirme que eran todos hombres y todos estaban leyendo el libro. Y es una historia de amor. Mis novelas son para todos.

—¿En qué está trabajando ahora?

—Estoy detrás de la novela nueva, con unos personajes llenos de ideales en el medio de una revolución —no voy a decir dónde— y va de cómo la vida los lleva para un lado y para el otro y la historia de dos familias. Y, claro, siempre un amor entre dos personas que va a marcar las relaciones para arriba y para abajo.

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Viviana Rivero

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