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"Titina" Reffino: la historia de amor, desengaño y resiliencia de la exesposa "olvidada" de Cacho de la Cruz

A los 80, la mujer que fue la payasa "Poca cosa" y precursora de Cacho Bochinche disfruta de contar sus vivencias y dice que perdonó las "travesuras" de su exmarido. Es la madre de Daniella, Rodrigo y (el famoso) Maxi.

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Hada Helena "Titina" Reffino tiene 80 años.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Redacción El País.
Hada Helena "Titina" Reffino se considera una privilegiada, una elegida de la vida. Conoció a Eva Perón, se sumó a la caravana que recibió a los campeones del 50, fue parte de la mítica boite Bonanza y del parador La Olla en Punta del Este, convivió con la legendaria banda The Hot Blowers, se divirtió a carcajadas con Rubén Rada y bailó mucho, bailar es lo suyo de nacimiento. Fue también la payasa “Poca cosa”, precursora e ideóloga de Cacho Bochinche, programa al que perteneció en su primera etapa, llevándose los chupetes en una canasta mucho antes que Ultraton.

A los 80 años, el repaso de su vivencias lo hace con alegría, con lujo de detalles y sin filtro. Todo está prescrito, incluso las “travesuras” de su exmarido Cacho de la Cruz, infidelidades que ella vengó meticulosamente. Después de la terapia, el psicodrama y el tiempo, perdona o más bien comprende que todo fue como debió ser, cada protagonista actuó como pudo y supo en su momento.

“Recién ahora estoy conociendo a De la Cruz”, dice sobre su marido por más de 20 años. Lo acompañó en su crecimiento desde que él era un recién llegado de Buenos Aires que vivía en pensiones, tocaba jazz y hacía humor en confiterías y cabarets montevideanos hasta su consagración como el “señor televisión”. Fueron padres de Daniella (58), Rodrigo (54) y Maxi(47), el menor y más popular de los hijos al continuar con la carrera artística y en la pantalla.

Reffino también guarda en la memoria del corazón a Pablo Nicolás, un hijo del matrimonio que hoy tendría 56 años y que falleció de muerte súbita siendo un bebé de cuatro días, algo que marcaría el destino de la familia.

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Helena Reffino.
Foto: Juan Manuel Ramos.

“De la Cruz no lo menciona nunca porque de algún modo lo tiene bloqueado. Entre nosotros tampoco lo hablamos mucho”, dice. A su exmarido lo nombra siempre por su apellido y con un tono que refleja los claroscuros de un amor que empezó con mucha música, baile y humor y terminó como la caída estrepitosa de un piano en la vereda.

Fue un divorcio “tormentoso”, según la opinión de Cacho en su libro biográfico Todo esto es mentira (Joaquín Doldán). Pero Reffino no está de acuerdo con este calificativo o más bien no concuerda que ese adjetivo sea el único que le dedicó en toda la biografía del histórico conductor.

“En todo caso la tormenta la empezó él. Lo dejé yo porque estaba enamorado de Laura (Martínez). Hacía un año que estaban saliendo. Cuando se lo dije me lo negó, me dijo que hiciéramos terapia de pareja, que fuéramos a un cura. “Vos no vas a seguir conmigo enamorado de otra. Lo que tenés que hacer es irte y vivir ese amor”, le dije y lo tuve que echar”, recuerda.

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Titina y Maxi de la Cruz cuando el hijo menor cumplió 15 y bromeó al ponerse el vestido de su hermana.

Después de ese día de fines de los ’80 o comienzos de los ’90 (no es buena para las fechas), cuando tiró las pertenencias del comunicador al garage de la casa, Reffino tuvo un ataque de llanto. El duelo concentrado fue tan intenso que no podía parar de llorar y debió ser internada para un tratamiento hoy en desuso: la cura del sueño. “Me hizo bien. No lloré más. Lo lamenté por mis hijos porque fue la única vez que me vieron descontrolada. Pero me salió así. Hoy ya me perdono eso también”, comenta.

Sobre su vida amorosa siguiente, Reffino tuvo algún novio pero no volvió a casarse. Lo artístico como payasa ya había quedado por el camino para dedicarse de lleno a la maternidad con el nacimiento de su hijo menor, cuyo nombre completo es Maximiliano Ricardo Javier Fausto Nicolás Arturo. “Le puse todos esos nombres por el resto de los hijos que yo quería tener y De la Cruz me dijo que no, que era el último”, comenta Reffino.

Nunca abandonó su placer por la danza. Hasta hoy, la silla de ruedas y la amputación parcial de su pierna izquierda por una trombosis, hace cinco años, no son impedimento para su pasión. A los 80, sigue siendo el alma bailarina y alegre de las fiestas.

Le dicen “Titina” por el título de una canción de fox – trot que bailaron sin parar sus padres horas antes del parto. Seguramente, esa misma genética la heredó al menor de sus hijos, Maxi (o “Maximiliano” como le dice ella), que está haciendo de las suyas en el Bailando 2023. “Tengo una gran conexión con él. Esto del Bailando se lo anticipé un año antes. Lo miro siempre, me encanta cómo baila y disfruta“, asegura ella desde su apartamento en un noveno piso del Centro de Montevideo.

Tampoco está de acuerdo con aquello de que Maxi “es igual” a Cacho. Contrarresta: “Son muy diferentes. Tienen un acting parecido, es cierto, pero los ojos son distintos, la boca, la nariz… Y sobre todo, la personalidad es completamente distinta. Se parece mucho más a mí”.

Una bailarina desfachatada por Montevideo

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Titina Reffino y Cacho de la Cruz.

Titina Reffino se crió en el barrio Punta Carretas hasta que en la adolescencia, la familia se mudó a una casa en Buceo, en Propios y Comodoro Coe. Aunque su padre era militar, crío a las hijas con permiso para la diversión y la danza. A los 11 años, Hada Helena ganó un concurso como bailarina de tango en el tablado del barrio. Fue su primer logro artístico.

Un tiempo antes, había desfilado en la caravana que recibió a los campeones del Mundial 1950 y recuerda con claridad los muñecos que se confeccionaron para homenajear a los futbolistas. De niña también viajaba mucho a Buenos Aires, donde vivía su tía que fue secretaria de Eva Perón. “Pasé todo un verano en la Quinta Olivos, donde la señora siempre nos saludaba al vernos en el jardín”, rememora.

Ya en la adolescencia, Titina se mezclaba con la barra de amigas de su hermana, algunos años mayor, para participar de bailes en el Club Nautilus. Desarrolló tempranamente una personalidad desfachatada que la ayudó a parecer más grande de lo que en realidad era. Tuvo algunos noviecitos y todos debían cumplir con un requisito innegociable: bailar bien.

Una tarde en la confitería El Ateneo, que funcionaba en Plaza Cagancha, vio por primera vez el show de un argentino que tocaba el trombón y “hacía fonomímica”. “Nosotras no teníamos ni idea de qué era eso, pero nos divertimos a risa suelta. Pasamos desenfrenadamente bien”, recuerda Titina. Además de ingenioso, a ella también le pareció apuesto el actor en cuestión, aunque finalizada la presentación, el artista metió trombón en bolsa y se fue sin siquiera mirar a aquella joven espectadora.

Pasaron semanas. Junto a una amiga regresaron a la confitería para hacer “la previa” de una salida a bailar. Esta vez consiguieron con el mozo del lugar información adicional: el actor se llamaba Cacho, era argentino y no podía volver a su país por las inundaciones de aquel tiempo (1959). “De acá se va a la fonoplatea de Radio Carve”, comentó el funcionario y allá salieron las amigas. En aquel escenario en el Palacio Díaz, De la Cruz tocó con la banda The Hot Blowers y finalizado el show musical, artistas y público se mezclaban para bailar. Esa noche, Titina completó los tics en la lista de requisitos: además de ocurrente y buen mozo, el argentino del trombón bailaba fenomenalmente bien.

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Titina y Cacho de la Cruz en una de sus tantas salidas a bailar.

El noviazgo comenzó a formalizar al ritmo de aquel tiempo: entre salidas colectivas y alguna charla de zaguán hasta que hubo una presentación familiar con toda la pompa. Para el cumpleaños número 18 de Titina tocó la banda completa The Hot Blowers en una memorable fiesta en la casa de Propios y Comodoro Coe. Cacho tenía entonces 23 años y cautivó a todos con su don para la comedia y el escenario.

Titina y su familia fueron fundamentales en los comienzos del humorista. Lo sacaron de la pensión y le dieron alojamiento, comida y ropa limpia todos los días. Incluso luego del casamiento, el matrimonio siguió viviendo en casa del coronel Reffino por un tiempo. Esta es una parte de la historia que ella quiere remarcar ante “una deuda de gratitud” (a su juicio) que tendría el comunicador. “Ni en el libro de su biografía ni nunca nombró a los Reffino, que le mataron el hambre mucho tiempo”, asegura.

Del dolor al Bochinche

El casamiento fue en el Centro Militar y la luna de miel en Punta del Este. La banda Hot Blowers haría temporada en aquel balneario por lo que habían alquilado una casa. Además, se sumaron los familiares De la Cruz que habían viajado desde Buenos Aires, por lo que a los novios les reservaron un lugar exclusivo: el garage.

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El casamiento de Cacho de la Cruz y Titina Reffino fue en el Centro Militar.

Titina recuerda aquel verano tentada de risa. Era joven, estaba enamorada y rodeada de músicos y humoristas como los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, Ruben Rada, Federico García Vigil, Tomás “Chocho” Paolini o Daniel “Bachicha” Lencina, entre otros. “Todos eran unos herejes, muy bromistas y la pasábamos de maravilla. Con Rada fue con quien más me divertí“, asegura Titina. “En un supermercado se tiró al piso y decía: “Por favor, ayúdenme. Soy negro y esta mujer me tiene con hambre”. Todos en el local miraban desconcertados”.

La primera hija del matrimonio, Daniella, nació en 1965. Cuando Rada fue a conocerla al sanatorio, hizo un escándalo público “porque no era negra”. Hubo que explicar luego a enfermeras y otros testigos que el morocho era muy bromista y que no era el padre de la criatura.

El siguiente fue un capítulo triste en la historia familiar. El segundo hijo del matrimonio, Pablo Nicolás, nació rozagante, con buen peso. Sin embargo, al cuarto día y mientras Titina cambiaba al bebé en el hospital sintió que su piel se enfriaba. Llamó al personal médico: “Se lo llevaron para intentar reanimarlo y no volvió más”, rememora Reffino. “Hoy es una estrella que me ilumina”.

Ese dolor, que la pareja no conversó demasiado en el sobreentendido de “seguir para adelante”, Titina lo canalizó a través de un personaje. Un médico se lo sugirió y ella creó a finales de los '60 un dúo de payasas para animar cumpleaños, jornadas solidarias o de alegría en los pasillos del Hospital Pereira Rossell. Hacían juegos y cantaban las canciones de Gaby, Fofo y Miliki. “Como era tan creativo, De la Cruz nos puso los nombres: Mucho gusto y Poca cosa”, recuerda Reffino.

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Titina como la payasa "Poca cosa" junto a "Mucho gusto" y una cumpleañera.

Desde 1962, junto a Alejandro Trotta, Cacho se estaba consolidando en El show del mediodía y tenía un futuro televisivo prometedor. Pero en 1973, debido a las restricciones en el consumo de energía eléctrica, se quedó sin trabajo. Todos los programas de TV debían empezar a las 18:00.

“¿Qué hacemos?” De la Cruz veía cómo Mucho gusto y Poca cosa hacían cada vez más cumpleaños (hasta 15 por semana) y traían buen dinero a la casa. Cuando desde Teledoce, le pidieron una idea para volver a la pantalla con una propuesta semanal, Titina le insistió para que propusiera un programa para niños. “Vos podés. Tenés la capacidad. Animate”, le dijo. Cacho dudaba porque no tenía experiencia con público infantil pero siempre confió en la intuición de Titina.

Así fue el inicio de Cacho Bochinche, de cuyo estreno se cumplen por estas fechas 50 años, en noviembre de 1973. Titina Reffino integró aquel primer elenco y fue “Poca cosa” el primer personaje que se llevaba los chupetes de los niños en una canasta.

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Cacho Bochinche en la década del '70.
Foto: Archivo El País.

Para entonces la familia había crecido con el nacimiento de Rodrigo, en 1969. “Se me ocurrió lo de los chupetes porque no se lo podía sacar a Rodrigo”, recuerda la madre. Cuando nació Maximiliano, en 1976, Titina dejó el programa: ya no podía con los chicos, los chupetes y la televisión.

Infidelidades y venganza

La maternidad múltiple hizo que la relación de pareja se viera afectada. Cacho y Titina tuvieron mucha química y complicidad en sus jóvenes comienzos: ella lo acompañaba a los toques con la orquesta o en las largas noches de Bonanza o más adelante, en el Parador La Olla, que regentearon algunos veranos.

“De la Cruz siempre tuvo dos obsesiones: el trabajo y la necesidad de estar con una mujer”, asegura Titina. Pero con los hijos chicos, ella ya no pudo seguirle el tren.

Empezaron las primeras “travesuras” de De la Cruz que Reffino, con olfato y conocedora de la movida nocturna, detectó de inmediato. Algunas las dejó pasar: “Las infidelidades no me molestaron en la medida de que fueran pasajeras y ocasionales”, comenta.

Cuando conocía a la amante y eventualmente se sentía traicionada por esa mujer, aplicaba una venganza que dejaba huella. A una cantante de nombre Estelita, a quien había recibido en su casa y regalado ropa, fue a buscarla un día. Con sus dotes de actriz, inventó un pretexto para traerla engañada a su apartamento. En complicidad con unas amigas (”La Lubi”, esposa de Roberto Capablanca y otra apodada “Pepita la pistolera”) la sujetaron hasta raparla completamente a tijera. “Mientras te crece el pelo, tenés tiempo de pensar en lo que hiciste”, le dijo Titina antes de liberarla.

Así, rapó a otras tres mujeres por el mismo motivo: algunas reconocidas actrices o cantantes de la época. Era vox pop entre las mujeres en Canal 12 y otros ámbitos que de meterse con Cacho de la Cruz, había altas chances terminar completamente pelada. “Yo las rapaba y al otro día, De la Cruz actuaba normalmente. Como si nada hubiera pasado. "Buen día, buenas tardes". Nunca me decía nada, no me enfrentaba. No me decía “¿qué cosa hiciste con esta chica?, ¿qué te pasa?” Nada. Siempre tuvo dificultades para expresar sus sentimientos”, asegura Reffino sobre su exmarido.

“Nunca lo vi llorar, por ejemplo. A veces pienso que la gente con mucha comicidad tiene una faceta escondida, de una cantidad de cosas guardadas de dolor y que la comicidad la desarrollan como un escudo para no sacar todo eso”, añade.

Con Laura Martínez fue diferente. No la esquiló. Se conocieron en el canal y Reffino olfateó que algo había entre su marido y ella. Aunque la ex “chica guau” y líder de las Chin - Chin le negó el romance un día entre lágrimas en la puerta de Teledoce, la nariz de Titina nunca falla y los hechos siguientes le dieron la razón.

Laura Martínez.
Laura Martínez.
Foto: Archivo.

“Nunca hablé mal de Laura ni permito que se me diga nada malo sobre ella. Era una chica joven que actuó enamorada y deslumbrada por el personaje”, dice sobre la segunda esposa de Cacho de la Cruz y madre de Santiago, el hijo menor del comunicador.

Después de la separación, la relación entre Reffino y De la Cruz fue más o menos la típica entre divorciados con tres hijos. No hubo reclamos económicos ni de otro tipo. Aunque con distancia, se cruzaban (y se siguen cruzando) en eventos familiares. “Yo no tengo problema. No por él, sino por mí misma, perdoné todo lo que pasó. Me perdoné a mí misma y después a los demás. Lo revivo como una película y no como un drama. Como una película que también quiero que se vea. Me parece que no fue menor mi papel y muy pocas veces aparezco mencionada”.

El proceso de sanación llevó su tiempo y terapia, especialmente en la modalidad de psicodrama, lo que implica la representación de los conflictos. “En el psicodrama hablé muchas veces con De la Cruz y de todos esos “diálogos” (representados), estoy ahora conociéndolo en su esencia. Porque lo mío también fue, en su momento, deslumbramiento por el personaje. Mientras estaba con él no tuve siempre clara la verdad de su persona”.

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Cacho de la Cruz y Laura Martínez en "El Show del Mediodía" en 1999.
Foto: Archivo.

"Puedo estar amputada pero mi caudal es el mismo"

En las fotos, Titina no quiere salir con gesto serio ni cara de “pobre vieja en una silla de ruedas”. Por eso gesticula y baila para la cámara.

Como muchos de su generación, como el propio Cacho, Titina fue una gran fumadora en su juventud. Todo eso repercutió con los años en la salud vascular, principalmente de una de sus piernas. Comenzó con dolores e inflamaciones derivados de los problemas circulatorios. Cuando tenía 75, los médicos resolvieron que la única salida era la amputación parcial de su pierna izquierda.

“Yo puedo estar amputada pero todo el caudal mío está sano y sigue siendo el mismo”, asegura Titina. Cuando hay fiesta, Reffino suele adueñarse de la pista, aún en silla de ruedas.
En la actualidad está dedicada a los hijos y sus seis nietos. Daniella, la mayor, reside en Estados Unidos mientras Rodrigo trabaja en Teledoce en el área de sonido. Es también un destacado baterista. Ambos tienen dos hijos cada uno.

De Maxi hay cada vez más noticias y más auspiciosas: recientemente se confirmó que Marcelo Tinelli producirá una obra con él en Buenos Aires, donde el humorista reside gran parte de la semana, en compañía de su pareja Bárbara (Haim) y su hijo menor Santino. La hija mayor, Candelaria, estudió actuación en Estados Unidos, está ahora en Montevideo y eligió la casa de la abuela Titina para quedarse mientras prepara el estreno de un espectáculo en enero.

Así concluye: “Si vos te pones a pensar en una señora tierna que trabajó con niños mucho tiempo en hospitales y que después agarró una tijera y rapó a unas mujeres como que no coincide el personaje. Yo te digo que sí, porque todo lo hice sin guardarme nada, siendo siempre auténtica”.

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