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Leo Sarro: "El rol del periodista es incomodar; sacar al político del cassette"

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Leo Sarro. Foto: Leo Mainé

ENTREVISTA

Leonardo Sarro lleva más 30 años en los medios, desde sus comienzos en la rupturista Radio Pirata en 1986. Por años se lo identificó a Concierto FM y a la movida puntaesteña pero en paralelo ha desarrollado una carrera de movilero punzante.

—Ha desarrollado un perfil de periodista incisivo en las ruedas de prensa, ¿cómo se fue gestando esa faceta?

—Siempre fui de hacer notas en la calle y de preguntar mucho. Quizás no tenía tanta visibilidad porque ahora con las redes sociales todo se amplifica más y más rápido. El otro día, con la nota a Ariel Bergamino, fue impresionante la repercusión, pero tengo ya varios antecedentes y con actores políticos de todo el espectro. Siempre pregunto con respeto y sin golpes bajos o referencias a la vida personal, pero dentro de esos límites, me gusta buscar una reacción sorpresiva o hasta de incomodidad en el buen sentido. Yo creo que la misión del periodista es incomodar o desacomodar; sacar al político del cassette.

—En el intercambio con Bergamino, él le recriminó que quería "hacerle decir" que Venezuela era una dictadura...

—No fue así. En realidad no le estaba haciéndole decir lo que yo quería, estaba preguntando. Porque él daba todas las características de un gobierno autoritario, pero sin llamarlo "dictadura". Mi pregunta fue clara: ¿por qué no dice la palabra dictadura? Pero él, muy inteligentemente, quiso dar vuelta la cosa e increparme a mí. Los políticos soy muy hábiles y el día que los periodistas pensemos que somos más vivos, vamos a marchar.  

—¿Últimamente el Frente Amplio tiene más flancos para escarbar con preguntas incómodas?

—Sí. No es lo mismo que cuando empezó el primer gobierno de Tabaré Vázquez. Después de la crisis de 2002, la izquierda arrancó muy fortalecida, pero ahora llevan 15 años en el poder y está desgastada. En muchos aspectos, se ha transformado en un partido tradicional. Antes, su pasado era una hoja en blanco por lo que los periodistas nos enfocábamos más en colorados y blancos. Ahora es diferente y les toca a ellos. El periodista de raza siempre va a indagar más a aquellos que están en el poder y más si llevan años.  

—En el momento de preguntar, ¿siente tensión, nervios?

—Con los años uno se va a acostumbrado, pero nunca estoy relajado del todo. Uno de los encontronazos más fuertes lo tuve con Mujica cuando era presidente. Le pregunté por lo que había dicho Raúl Sendic, considerando "fantasmas" a quienes habían traído a (Matías) Campiani como socio de Pluna. Respondió enojado y me dijo que era un "periodista opositor". Si bien a los tres días le hice otra nota y estuvo todo bien, fue un momento incómodo. Con Mujica he tenido mis idas y vueltas. Así como nos peleamos en mil notas, tenemos anécdotas divertidas. Hasta el día de hoy los colegas me dicen en chiste "periodista opositor".

—¿Se considera así?, ¿opositor?

—No, para nada. Soy un periodista que hace preguntas. He tenido mis encontronazos con Sanguinetti, con Lacalle padre y también con Lacalle Pou. El día de las internas le pregunté cuándo se iba a amigar con (Juan) Sartori. Y hace un tiempo, en un acto en Florida, le pregunté qué respondía a aquellos que lo consideran "altanero". ¿Para qué? Quedó molesto. "¿Cómo me vas a decir que soy un altanero?", me dijo. Pero yo le expliqué que no era algo que yo pensara. De hecho, Lacalle Pou en el trato personal es un tipo sumamente macanudo, pero están aquellos comentarios sobre el "hijo de" o que "vive donde". A eso me refería. Se lo expliqué y me entendió. De hecho, al poco tiempo Carolina Cosse, en una nota conmigo también, largó aquello de que quienes viven en barios privados están “ajenos” a la realidad.

—¿Antes de cada nota piensa en esa pregunta "para incomodar" o surge en el momento?

—Depende. De algún modo esta forma de trabajar la adquirí de los argentinos, que para mí hacen el mejor periodismo de América Latina. Mi padre trabajó mucho tiempo allá y desde niño me encanta Buenos Aires. Incluso me saqué el gusto de trabajar en Buenos Aires cuando estuve tres años en Radio Horizonte y en los comienzos de Radio 10 en los años '90. Vi cómo ellos salían a la calle a buscar títulos todo el tiempo. Y hoy, me parece que con todo esto de las redes sociales e Internet, cuando los medios tradicionales están jaqueados de alguna forma, hay que aportar un diferencial. No basta con poner el micrófono y que el entrevistado diga lo que quiera.

—¿Crees que los medios tradicionales están en crisis?

—Sí, pero yo veo luces al final del túnel. Creo que los medios tienen larga vida. Siempre va a ver alguien que tenga que sacar la foto o grabar el video, siempre va a ser necesario el profesional que haga la pregunta adecuada. La noticia no nace sola; no es un algoritmo. Le tengo mucho fe a los medios. De todos modos, estos tiempos de cambio que vivimos están muy duros. Hay periodistas de mucha trayectoria con una situación de vulnerabilidad muy grande.

—En su caso, ¿cómo ha sido la adaptación al lenguaje redes sociales?

—Le agregué video a las notas, grabando con un celular. Cuando Mujica me dijo aquello de "no ponerse delante de la tanqueta", lo tenía en video, lo que multiplicó la repercusión, incluso a nivel internacional. Hoy grabo con dos celulares; uno para el video y otro para el audio. Y trato de subir el material a Twitter lo más rápido posible. El objetivo es cubrir la agenda de los medios tradicionales y que a la vez se prestigie el trabajo de la radio, dentro de las nuevas plataformas. Mi cometido tampoco es pasarme de la raya. Trato de no confundirme con el aliento de la gente y agarrarme entonces la fama de que a donde llego voy a armar relajo o que soy un “periodista inquisidor”. Lo mío es arriesgar pero con límite. Tampoco me la creo; no soy más que nadie.

—¿Cuál es su relación con los colegas?

—Muy buena. Los que estamos en la calle somos más o menos los mismos y nos conocemos hace tiempo. Me tienen que bancar a veces con mis salidas. Hay muchos periodistas muy buenos, que hacen preguntas muchas veces mejores que yo. Por suerte, desde hace un tiempo los medios uruguayos se están citando unos a otros, cosa que yo hago siempre y saludo, pero que no era común antes. Yo he tomado cosas, por ejemplo, de Fernanda Cabrera o de Giorgina Mayo. Ahora están un poco más tranquilas, pero solían ser muy punzantes. Pablo Silvera, de Canal 10, le preguntó una vez a Marina Arismendi por aquel yerno que tenía empleado en el MIDES. O me acuerdo de Daniel Cancela, de Canal 10, que en una época en que la Iglesia había hecho un mea culpa por los casos de abuso, fue a una despedida del embajador de Estados Unidos y le preguntó si ese país no debería considerar un mea culpa por su rol en la historia reciente. Fue una gran pregunta.

—Estuvo muchos años en Concierto FM y en Verano del asociado a coberturas de verano, ¿cómo concilian los dos perfiles?

—Del periodismo lo que más me gusta es la variedad y el contraste. Sigo haciendo coberturas de verano para Radio Cero y me encanta. Me siento orgulloso de poder hacerle una nota a Pampita y a la semana, otra nota a Mujica. Nadie es más o menos periodista por el entrevistado que tiene enfrente.

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