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Florencia Infante: "Cuando me dijeron que mis hijos también eran positivo de covid-19 se me vino el mundo abajo"

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Flor Infante. Foto: Soledad Malgor

NOTA DE TAPA

La actriz presenta su espectáculo Intensidad los viernes de noviembre en Under Movie a las 22:15.

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Después de una separación, la pérdida de trabajo con el final de la programación en Océano FM y de haber contraído coronavirus, Florencia Infante (37 años) tiene mucha tela para cortar en un show que transita entre la emoción y la risa. “El humor es tragedia con distancia”, asegura la comunicadora.

Formada como actriz dramática, Infante se posiciona hoy como una de las comediantes de primera línea de su generación. Madre de Manuel (5 años) y Alfonsina (3), la artista está convencida de que su función es llevar alegría, aún desde el dolor. “Lo único que le voy a dejar a mis hijos es el mensaje de que sean lo que quieran ser”, asegura.
 

-Los viernes de noviembre reponés tu espectáculo Intensidad en el teatro Movie. ¿Qué diferencias hay entre esta versión 2020 con la que se vio el año pasado?

-Completamente diferente. En aquel momento la intensidad tenía que ver con cosas que ahora son más intensas o diferentes. Siempre hago humor en primera persona y este año tengo muchísimo material para reírme de mí. La comedia es tragedia con distancia y en 2020 lo que me ha mantenido en pie es el humor. Sin dudas.

-¿Cuáles fueron las experiencias más negativas?

-El año pasado terminé un proceso de separación después de 12 años de relación. En buenos términos, pero es un duelo. En Carnaval perdimos con Cyranos después de ganar por cuatro años. Claro que es parte del juego perder pero en el cúmulo de cosas, también resta. En enero me enteré que mi padre había enfermado. Él vive en España hace muchos años. Luego se produjo la bajada de programación de Océano, lo que hizo que nos quedáramos sin trabajo. Y a comienzos de setiembre contraje coronavirus. En cada instancia negativa me decía "ya está" pero venía una cosa más. Ahora, sin embargo, creo que solo puedo ir para arriba, hacia el cielo, hacia la luz.

-Decías que en esos momentos te salvó el humor...

-Sí. Yo tengo muchos años de terapia encima y trabajo mucho en mí. Eso me permitió procesar cada una de estas cosas con sus etapas de rabia, tristeza y llanto para luego salir. No quedarse en el bajón. Y para eso es fundamental tener humor, salud mental y un contexto que te abrace y contenga. Por suerte todas esas condiciones estaban dadas. Y en el fondo, como dice Gustaf, “el humor salvará al mundo”.

-¿El show incluye menciones a estos episodios recientes?

-Sí, en las dos cuarentenas que tuve escribí mucho así que el texto no tiene prácticamente nada que ver con el del año pasado. Mantengo el título de “Intensidad” y una frase de Frida Kalho que viene muy a cuento y que dice: "Échame tierra y verás como florezco". Eso tiene mucho que ver conmigo y con mi historia. Todo el mundo me dice que me ve bárbara y radiante. Es verdad, pero también es verdad que estoy todos los días peleando la moneda e intentando salir adelante. Es la primera vez en mi vida que yo no sé qué va a pasar en enero. Durante ocho años fui empleada de Océano FM y yo sabía que mes a mes tenía un sueldo. Ahora es la primera vez que siento que no sé qué va a pasar el año que viene para el que faltan dos meses. Al mismo tiempo siento que crecí un montón en este año, que la gente me está abrazando, no desde la lástima, sino desde el “somos iguales y vamos arriba”.

Fotos: Soledad Malgor   Back: Unsolofondo by Fabian Costa   Camisola: Lasquiollas   Estudio:   lupennistudio.  Maquillaje: Lu Penni y Betina Gersberg.  Estilo: Nieves Pereira.
Back: Unsolofondo by Fabian Costa Camisola: Lasquiollas Estudio: lupennistudio. Maquillaje: Lu Penni y Betina Gersberg. Estilo: Nieves Pereira.

-Con De arriba un rayo, el programa que hacían en Océano, volvieron en formato digital...

-Sí, volvimos pero no ganamos. Lo hacemos por amor al proyecto y al equipo. En Océano fui muy libre. No tengo nada para decirle a Pablo (Lecueder), salvo que fue un buen jefe. Los empresarios toman decisiones y a veces cuando uno está en un medio de comunicación le cuesta pensar que también está en una empresa. Desde ese lugar se tomó la decisión y por más que duela, yo la respeto. Claro que después vinieron las dudas: ¿Quién soy? ¿Seré útil? ¿Alguien querrá escucharme o verme? Te hacés miles de preguntas y de a poco vas sanando. Con mis compañeros De arriba un rayo nos abrazamos mucho y nos dimos un tiempo para procesar el dolor y luego retomamos el programa. Lo hicimos porque nosotros nos fuimos con la idea de que estábamos haciendo el mejor programa de radio y por eso había que volver. Retomamos por Eléctrica que es una radio on line de 14:00 a 16:00. Lo hacemos por amor a la camiseta.

-A comienzos de setiembre diste positivo de coronavirus. ¿Cómo viviste esos momentos?

-No tuve ningún síntoma. Soy el peor ejemplo de coronavirus, porque además de asintomática, no contagié a nadie. En realidad contagié a mis hijos pero ellos no lo transmitieron a nadie. Ahí quedó “mi foco”. Me pasé en mi casa encerrada haciendo gimnasia. Lo que más padecí fueron las primeras horas, cuando me enteré que tenía el virus y empezó el proceso de trazabilidad que hace el Ministerio de Salud Pública. En ese impasse de espera mientras se testea a las personas con las que había tenido contacto sentís la responsabilidad de que quizás había dañado a otro. Cuando me dijeron que mis hijos eran positivos, se me vino el mundo abajo. ¿Qué pasa si hay una crisis respiratoria o tienen un problema grave? Me sentía culpable. Por suerte ellos tampoco tuvieron síntomas. Y luego fui sintiendo alivio a medida que todos mis contactos daban negativo.

-¿Cómo se hizo la trazabilidad?

-Estuve siempre en contacto con el MSP, con una chica que se llama Natalia y fue siempre la que habló conmigo. La invité al teatro porque fue una compañía importante para mí.

-¿Identificaste la situación en la que te contagiaste?

-Sí, porque fue un foco del que hubo 10 casos. Después vino una etapa de estar encerrados con mis hijos. Más allá de caminar por las paredes por momentos, disfrutamos mucho de jugar.

-¿Cuántos días fue la cuarentena?

-Por el contagio a mis hijos se hizo más larga. Me hice el test a los 21 y me dio positivo. Recién en el día 26 el hisopado me dio negativo. Por suerte estuve muy contenida. Hacía terapia por zoom y me llevaban comida a mi casa. Debe ser muy bravo para quienes pasan por esto en soledad y un contexto socioeconómico más complicado.

-¿Cómo se hace humor de esas situaciones de angustia?

-Es la base de la comedia. Trabajamos mucho con Ernesto Muniz y con Juan Pablo Olivera en ese sentido. El arte tiene el poder transformador de una situación dolorosa a la risa. O la risa y la emoción al mismo tiempo. En mi caso, en ese hecho artístico, todo lo que sucede, especialmente lo doloroso, cobra sentido. El mensaje del show apunta a que la gente se vaya entendiendo que la vida son dos minutos. Me pasó con las fotos que hicimos para esta nota. Son fotos jugadas, que yo nunca me había sacado. Pero me dije ¿por qué no? ¿Por la mirada del otro? Cuando pestañee un poco fuerte se terminó y no lo hice. Está bueno animarse. El mensaje para la gente: la vida son dos minutos. Si vos no lo hacés, nadie lo puede hacer por vos. Salí a hacer lo que tengas ganas. Todo lo que pasó trato de capitalizarlo en alegría. Esa es mi misión: entretener. Me tocó bailar con la más fea, pero ahora vamos para adelante, vamos a disfrutar nuestros dos minutos.

-La vuelta a los escenarios con Intensidad se dio el 2 de octubre en La trastienda, ¿cómo te sentiste?

-Esa función fue increíble. Ernesto (Muniz) me dijo: “Nunca te vi con tanta energía”. Fue una fiesta, una celebración de lo lindo que es estar vivos.

-Hubo un entredicho con el Secan porque ellos dieron tu nombre como covid positivo. ¿Tuvieron oportunidad de hablarlo?

-Sí, lo conversamos. Es un tema que quedó cerrado. El programa TA!, que hacemos con Vitamina es divino y seguimos hasta fin de año, al menos en esta primera etapa.

-Tenés formación dramática como actriz, ¿cómo se procesó tu carrera hacia la comedia?

-Es verdad, soy egresada de una escuela de arte dramático. Me acuerdo que cuando hice el examen de tercero hicimos una obra de Ionesco. Yo terminé mi papel y María Mendive, que era directora de la escuela, me dijo: “Flor, te quiero decir que sos una comediante excelente”. Como actriz de arte dramático, en ese momento me ofendí. Porque cuando uno no sabe, le parece que el humor es fácil o liviano y que no requiere la precisión o la obsesiones de una tragedia griega. Y la realidad es que lo más difícil del mundo es hacer reír. Si yo ahora te presento una tragedia, más o menos nos conmovemos todos porque emocionalmente nos movilizan cosas parecidas. Pero no todos nos reímos de lo mismo. Respecto al proceso hacia la comedia, empezó con la impro, que estuvimos haciendo siete años sin parar en Movie. Y luego se da mi llegada a Segunda pelota. Fui la primera mujer en el programa y empecé a reafirmarme. Porque no podés jugar al fútbol con Messi y tirarle mal la pelota. Tenés que jugar de igual a igual por más que él sea mejor.

-¿Definirías tus espectáculos como stand up?

-No. Yo digo que soy una actriz que hace comedia. Es cierto que uso mi propia vida como materia prima. Me acuerdo que en el show anterior (Jardín de Infante) conté que a los 21 años tuve meningitis y la pasé muy mal. No se sabía si iba a volver a caminar. Pero de eso tan duro salía con un chiste y terminamos con la risa. La gente se emociona y se ríe. Esa es la comedia que me gusta hacer. La comedia donde se ve una actriz, con todos los recursos posibles. Yo estudio canto, baile y todo el tiempo estoy haciendo cosas para mejorar. Me gusta que la gente que va al teatro a verme, me vea cada vez mejor.

-Hace un tiempo aseguraste que las mujeres, en el humor, vienen “corriendo de atrás”...

-Es así, pero eso se está transformando en una virtud. Los hombres siempre fueron los caposcómicos. Son señores que entran al escenario a decir chistes, pero no importa si tienen el cuerpo al servicio de la comedia o si cantan o bailan. Las mujeres, en cambio, tuvimos que hacer un montón de cosas para demostrar que podíamos hacer reír. El otro día escuchaba a Graciela Rodríguez que hablaba de estas cosas, de todo el tiempo que le llevó demostrar que podía hacer reír. Eso hizo a que todas las que estamos ahora en nuestra generación seamos muy completas. Cantamos, bailamos y actuamos. Nosotras tuvimos que formarnos tanto para ganarnos un lugar que estamos saladas. Creo que llegó el momento de las mujeres en el humor.

-¿Crees que las condiciones actuales son más favorables para las comediantes que en el pasado?

-Sí, yo me saco el sombrero con mujeres como Laura Sánchez, Graciela Rodríguez, Imilce Viñas... Me imagino que la tienen que haber pasado mal en su momento. Si a veces yo la paso mal en 2020, con el “andá a lavar los platos” o “andá con tus hijos”, imaginate ellas hace 30 años.

-¿Por qué resolviste ser actriz?

-Era lo que sentía. No soy hija de nadie de los medios. Soy de Sayago, criada en una casa de clase media baja. Mi padre se fue a España siendo yo muy chica y salimos adelante espalda con espalda con mi madre. Hija única. Tuve una lucha interna y también con mi madre por mi vocación. Porque ser actriz no era algo que fuera a garantizar un sustento proveedor para la familia. Pero me paré firme ahí. Me paré firme en que tenía que ser feliz. Y si sos feliz, te sale laburo de lo que sea. Yo no tengo nada a mi nombre. Solo tengo dos hijos. Lo único que le voy a dejar a mis hijos es el mensaje de que tienen que ser lo que quieran ser. Ese es mi legado. Lucho todos los días para ser fiel a mí misma y eso los hijos lo aprenden. No importa la plata o importa sí, como importa tener comida y una cama calentita. Pero me imagino lo que debe ser para los hijos ver a sus padres trabajando en lo que nos les gusta o que están tristes. Mi legado es la felicidad y el amor por todo lo que hacés.

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