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Juan Sartori, el enigma del millón

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Juan Sartori. Foto: Marcelo Bonjour

UNA CAMPAÑA RODEADA DE SUSPICACIAS 

¿Qué hay detrás del fenómeno Sartori? ¿Cómo logró sacudir la interna del Partido Nacional? Envuelto en sospechas y acusado de imponerse en base a su fortuna, dice que lo suyo es simplemente empatía con la gente. Una recorrida por los cinco pisos de su comando de campaña parece dar otra respuesta.

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Llega Juan Sartori al edificio de cinco pisos, todos suyos, en el que hasta hace poco funcionaban sus oficinas y desde diciembre es su sede de campaña, frente a la Plaza Independencia. Ese miércoles nos encontramos a las 12, más de media hora después de lo acordado porque se atrasó en una reunión con la directiva del Pit-Cnt. Camina apurado, saluda efusivo, sonríe casi por defecto y su primer comentario es que el cartel de la central sindical junto al que posó para las fotos le dio sensación de antigüedad. Pone cara de disgusto. Detrás de sí, toda una pared de la planta baja estrena un moderno ploteo en relieve con el eslogan u201cAvanzau201d en tonos de blanco, celeste y amarillo.

La nota iba a ser de dos horas pero ahora parece que hay un almuerzo agendado y a las 13:30 tiene que salir a una recorrida por Pando y Progreso. Tenemos 20 minutos. Mientras subimos rapidito al ascensor, y él apoya su dedo pulgar en el detector de huellas, se cuela un hombre de unos 50 años que le pide cinco minutos. No aclara para qué. Solo cinco minutos. Sartori le dice que sí, que espere, que quizás entre la nota y el almuerzo lo atienda. No volveremos a verlo.

Vamos al quinto piso. En un espacio de 300 metros cuadrados se despliegan la oficina del precandidato blanco y la de su jefe de campaña, Pablo Viana. La de Sartori, más que una oficina, parece un enorme (y moderno) living-comedor. Nos sentamos, yo en un sofá y él en una silla. Le digo que su campaña es rara.

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-Lo que pasa es que es una campaña sin estructuras. Una campaña de conectar con la gente. No es de partidos y corrientes, cada una con 100 personas que quieren dar su opinión. Es distinto.

Rara, o distinta, porque se propuso desembarcar en un país al que solo pisaba entre 60 y 120 días al año, y hacerse conocido en solo seis meses. Rara, o distinta, porque lo está consiguiendo, y los sondeos indican que entre el 60% y el 70% efectivamente hoy conoce a Juan Sartori. Rara, o distinta, porque no solo lo conocen, sino que entre quienes dicen que votarán en la interna blanca hay entre 14% y 17% que lo eligen.

¿Cómo lo hizo? ¿Cómo logró este posicionamiento en tan solo tres meses? ¿Es todo en base a su fortuna, o hay más?

Tres etapas.

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La historia arranca hace dos años aproximadamente, de la visión del coronel retirado y empresario Óscar Costa, socio de Sartori, y el político fuera de actividad Alem García, diputado por el Partido Nacional en tres períodos. Entusiasmaron a Sartori con la idea de candidatearse, y ellos fueron eligiendo a quién sumar. Fue Costa quien le presentó a Viana, un abogado y empresario de 29 años que se volvería clave; también fue Costa quien incluyó a Noelia Franco, una conocida gestora de prensa que trabajó con Luis Alberto Lacalle y Verónica Alonso, pero que estaba alejada de lo electoral.

Sartori admite que ni recuerda cómo fue que los conoció, pero igual se atribuye el haberse rodeado de u201cgente capaz de cumplir los objetivosu201d. Dice: u201cYo lo que sé es armar equiposu201d.

El 5 de noviembre se bajó de un jet privado en Carrasco y montó una estrategia en tres partes. Una, inundar los medios de la pregunta ¿vos sabés quién es Juan Sartori? Dos, dedicar dos semanas a recorrer el país preguntando a la gente si le parecía u201cbueno o malou201d que se postulara a la presidencia. Así, de una y sin rodeos: u201cYo siempre he hecho las cosas así. Hay que tratar de tener impacto en lo que uno hace. Yo me siento preparado para ser presidenteu201d. Y la tercera parte, mucho más silenciosa, fue contratar varios estudios para saber cómo sacarse de encima el estigma de millonario extranjero. Los análisis también incluían, según contó Viana para esta nota, estadísticas sobre u201cla realidad nacional, la perspectiva, y el pensamiento de la gente sobre el trabajo, la seguridad, la clase política, la calidad institucional, el valor de democraciau201d.

Con esos resultados, y con la reacción positiva de la gente (u201cmás o menos la respuesta de todo el mundo fue: precisamos gente nueva, con perfiles distintosu201d, asegura Sartori), armaron la campaña. Se plantearon tres etapas hasta el 30 de junio, cada una de dos meses.

Juan Sartori. Foto: Leonardo Mainé
Foto: Leonardo Mainé

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La primera se llamó u201cJuan escuchau201d. u201cEra necesaria. Teníamos que saber cuáles eran los problemas a resolver. Yo veo la política así: totalmente pragmática, sin ideología, sin nadau201d, explica.

La segunda, que está en curso, es u201cEl plan de todosu201d (sí, de todos, como el nombre del sector de Luis Lacalle Pou, porque para Sartori u201cno es una marca registradau201d). Acá se reciben ideas de quien quiera, sin importar su conocimiento o experiencia, para 28 mesas temáticas. Esta fase termina con la presentación del plan de gobierno, lo cual hará el 6 de mayo en el club Verdirrojo, del Cerro. Sartori reniega de los u201cprogramas de 200 páginas en los que todos dicen lo mismo, que no se implementan nunca y nadie leeu201d. Prefiere pensar u201clas 10 cosas a firmar el primer día, la primera horau201d, aunque también tendrá una versión larga para quienes sí quieran leer.

La tercera consistirá en pedir el voto. Por ahora le llama en broma u201cVótenmeu201d, aunque promete darle un nombre mejor. Recorrerá otra vez todo el país y le gustaría, u201csi es que surgeu201d, hacer u201cun par de viajesu201d por Latinoamérica y Europa u201cpara demostrar conexión con el mundou201d. Hay gente de su equipo que ya está pidiendo entrevistas con distintos presidentes.

Sartori admite que no sabía ni sabe de campañas, y que u201cmejor no saber mucho, porque ahí entramos en los viciosu201d. Dice: u201cCreo que es mejor empezar de cero. Hay un beneficio muy grande en ver las cosas y hacerlas de manera diferente. Por eso es que no vamos a abrir un libro de campaña y copiar lo que se hizo antes. Vamos a hacerlo a nuestra manerau201d.

Pero mientras él insiste con que u201cla política es empatíau201d y poco más, su jefe de campaña revela un bagaje bastante mayor. Conoce de primera mano las campañas de Donald Trump en Estados Unidos, del Partido Acción Nacional de México, de Sebastián Piñera en Chile y de Mauricio Macri en Argentina.

En todas ellas participó como voluntario en las jornadas de votación. Para la campaña de Sartori, reveló Viana, pidió u201cconsejos y lineamientos desde el comienzo a los mejores de Europa y Estados Unidosu201d. ¿A quiénes? Prefiere no decir mucho porque u201ces gente a la que no le gusta estar tan visibleu201d. Solo menciona haberse nutrido de u201ccampañas exitosasu201d como la de Emmanuel Macron en Francia y la de Ciudadanos en España. u201cLo hicimos desde el año pasado y lo seguimos haciendou201d.

En el cuarto piso del comando vive Esperanza, una perra adoptada. Foto: L. Mainé
En el cuarto piso del comando vive Esperanza, una perra adoptada. Foto: L. Mainé

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De todas formas, Viana asegura haber puesto u201cmucha imaginación y creatividadu201d al posicionamiento del precandidato, u201coptimizando recursos para tener los mejores resultadosu201d. Y con recursos se refiere tanto a tiempo como a dinero.

No digas, que me copian.

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Ahora Sartori llega a la casa de Carolina, una médica de su misma edad que vive en La Blanqueada. Es jueves, son las 16 horas y también se está bajando del auto media hora más tarde de lo prometido. Lo acompañan tres veinteañeros de su equipo. Carolina baja a abrir la puerta y los cinco subimos a su apartamento. Yo no debo intervenir porque ella no sabe que una periodista presenciará el encuentro.

Sartori se sienta a la mesa con la anfitriona y uno de los acompañantes empieza a filmar con el teléfono, casi sin hacerse notar. Primero hablan de fútbol porque casualmente (o no), Carolina es fanática del Sunderland, el equipo de fútbol inglés del que el precandidato es dueño. Dice que u201ccuando todos preguntaban quién es Juan Sartoriu201d, ella ya sabía la respuesta. Su novio, que trabaja en el exterior, también. A él le daba miedo que la política llevara a Sartori a descuidar el fútbol. Ella, en cambio, se alegra de poderlo votar.

La reunión consiste en hablar de los temas que interesan o preocupan a Carolina. Todo está cuidadosamente preparado. Uno de los presentes la detectó entre los más de 40.000 mensajes que aseguran les han llegado por mail y redes sociales. La llamó, conversaron, y junto a otra chica del equipo la fueron a visitar. La conocieron, procesaron su perfil, y le propusieron grabar su encuentro con Sartori. Si bien él la está viendo por primera vez ese jueves, ya sabe mucho sobre ella.

Los veinteañeros van guiando la charla, proponiendo temas (u201ccontale de la dificultad para alquilaru201d, u201ccapaz ahora pueden hablar de la inseguridad del barriou201d); ella acepta y él hace sus apreciaciones. Ella está vestida de jean y remera, no lleva maquillaje, es muy natural y simpática. Él viste un pantalón marrón chocolate que hace juego con los zapatos en punta y las medias del mismo color; camisa blanca sport, y un buzo marrón clarito que parece recién comprado. Habla bajo, sin sobresaltos, gesticula con las manos, ceba mate (el termo Stanley lleva el pegotín del Partido Nacional) y, por supuesto, sonríe.

Todo sale a la perfección. Conversan de salud infantil y Sartori promete llevar sus ideas a la mesa temática correspondiente. En un momento pasan a hablar de fútbol y él le propone llamar al novio. Ella acepta. u201cCan you talk?u201d, le pregunta por videollamada. El novio parece sorprendido y Sartori, divertido, le habla en inglés de los próximos partidos del Sunderland. Luego se sacan una foto, él le firma la camiseta (con un marcador indeleble que llevaron ellos), y todo queda registrado en el video que se subirá a redes.

Antes de irse, le dice: u201cA mí, lo que me interesa de la campaña son las conversaciones así. Lo que vos me contás, lo que ves... esa es mi política: identificar cómo vive la gente y cómo se puede mejorar desde el gobierno. Hace cuatro meses que estoy en esto, pero lo leo en un libro y no es lo mismou201d. Carolina levanta las cejas y asiente: u201cSin dudasu201d.

Nos despedimos. Sartori debe correr a otro u201cmano a manou201d. Al irse me dice que esa u201cconexión emocionalu201d con Carolina le da u201cmucho más que un actou201d. Y pide: u201cNo digas mucho, ¡que después me copian!u201d.

El video de Carolina es parte de la estrategia de comunicación, resultado del trabajo con tres consultoras a las que Viana prefiere no nombrar. u201cNos han mostrado ejemplos concretos, nacionales o internacionales. Tienen experiencia en manejo de campañas: cómo llegar a todos los sectores, cómo lograr engagement en redes, y eso nos ha diferenciado. Tenemos menos seguidores que los otros, pero un nivel de compromiso superlativou201d, alega.

Oficina personal: en el quinto piso atiende Sartori. Foto: L. Mainé
Oficina personal: en el quinto piso atiende Sartori. Foto: L. Mainé

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Además, en el comando de campaña están u201cconstantemente estimando lo que la gente piensa, cómo van cambiando los temasu201d, y generando acciones. Viana revela que hay un fondo presupuestal específicamente previsto para eso. Ahora, por ejemplo, viendo las críticas a la promesa de crear 100 mil empleos en un quinquenio, y en base a los estudios que revelan que el trabajo es la principal preocupación de los uruguayos, contrataron a un grupo de economistas nacionales e internacionales para generar argumentos que permitan defender la propuesta. En paralelo, la publicidad se direccionó a reforzar ese mensaje y los materiales de difusión de este mes serán sobre eso.

Sartori, en tanto, se muestra ajeno.

-¿Qué inversión tenés en big data?

-Ni idea. Ni sé lo que es.

-¿No sabés lo que es?

-Tenemos encuestas o redes, pero ¿qué big data podríamos tener?

-Cruzar información de mucha gente, de sus opiniones, de quiénes son, y emitir mensajes acordes. Se dice que tenés una inversión grande en big data.

-Se dicen muchas cosas, podemos estar hasta las cinco de la tarde.

Los amigos de Juan.

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En aquella primera etapa, cuando Sartori era un desconocido, entre Costa y Viana decidieron generar una acción adicional. Además de la campaña de expectativas, de los estudios de opinión y de las recorridas, resolvieron contratar a 30 personas para u201centregar folletos de Juan y explicar quién erau201d, cuenta Viana. u201cY si había interés, nos daban información que ingresábamos a la base de datosu201d. Así se empezaron a llenar las planillas de u201camigos de Juan Sartoriu201d, con nombre, apellido, barrio, calle, cédula (que ya no se pide) y teléfono.

Esta información, publicada el jueves en El Observador, generó una ola de críticas. Para Viana no tiene nada de malo. u201cNo son militantes rentadosu201d, aclara, sino empleados a los que se les dio una capacitación para difundir contenidos sobre el precandidato. Según el jefe de campaña, hoy son 50 los que hacen esta tarea y se les pagan $ 15.000 por cuatro horas. La diferencia entre militantes y empleados, dice, es que los primeros son honorarios y esperan acceder a un cargo político en el futuro. En este caso, igual, muchos empleados u201cse enamoraronu201d del proyecto.

Equipo de prensa: son periodistas, camarógrafos y fotógrafos. Hicieron un collage con notas que involucran a Sartori. Foto: L. Mainé
Equipo de prensa: son periodistas, camarógrafos y fotógrafos. Hicieron un collage con notas que involucran a Sartori. Foto: L. Mainé

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Los u201camigos de Juanu201d provienen de lo que llaman u201ctierrau201d (recorridas por los barrios), así como de charlas de Sartori. Luego, hay unos 30 empleados en el call center del tercer piso del comando -todos ellos contratados tras haber pedido trabajo- que se dedican a llamarlos para saber si quieren recibir información o qué interés tienen. El jefe de esa área, que prefirió mantenerse anónimo, contó que llevan recopilados datos de 10.000 personas. De esas, 300 se han convertido en voluntarios dispuestos a u201corganizar algún evento, ir a las recorridas con Juan, poner carteles en sus casasu201d, etc. En lo que va del año, el call center lleva hechas 150.000 llamadas en busca de adhesiones y participación. Además, desde allí hacen sus propias encuestas de intención de voto.

En el informe de El Observador también se incluía el testimonio de referentes barriales y dirigentes que aseguraban haber sido tentados con dinero para colaborar. En otra nota, la presidenta del directorio del Partido Nacional, Beatriz Argimón, afirmó haber recibido reclamos de dirigentes a los que Sartori no les habría pagado lo prometido. Esto es desmentido por Viana, que denuncia una u201ccampaña de desprestigiou201d (ver recuadro en A6).

Otra vez en el comando, el precandidato -que al final nos dio una hora de entrevista, recorrió con nosotros el edificio y dedicó solo 10 minutos al almuerzo que había agendado- asegura que todo lo que dicen sobre él es esperable. u201cSi no me criticara el statu quo, estaría haciendo las cosas malu201d, se enorgullece. Dice que no tiene idea de cuánto está gastando, pero que está convencido de que no es más que los demás. Y asegura que está sorprendido. Porque, al final, no ha visto u201ceso que dicen de que la política es una cosa tan fea, de que te piden algo a cambiou201d. Al contrario, lo que percibe es u201cmucho convencimiento y ganas de participaru201d.

Call Center: Treinta personas, distribuidas en dos turnos, realizan llamadas para captar adhesiones. Foto: L. Mainé
Call Center: Treinta personas, distribuidas en dos turnos, realizan llamadas para captar adhesiones. Foto: L. Mainé

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u201cMás de 300 agrupacionesu201d surgidas de u201cforma sanau201d

 u201cLo que se dice sobre la estructura, si es posible o no es posible, es irrelevante. Lo único que cuenta realmente es la aprobación de la genteu201d, decía Juan Sartori en entrevista para este informe. Asegura que no tiene dirigentes, que sus listas están vacías. Sin embargo, han surgido según su comando u201cmás de 300 agrupacionesu201d que apoyan su candidatura. Y él sostiene que eso se ha generado u201cnaturalmenteu201d. u201cLa realidad es que si queremos hablar de la estructura convencional, también se está generando pero de manera sana, simplemente por un interés común en algunas ideas o la convicción de que este candidato es el mejor para representar al partido en la elección generalu201d. Su jefe de campaña, Pablo Viana, afirma (en contra de lo que se dice) que u201cjamásu201d compraron dirigentes. Esta semana El Observador recogió el testimonio de personas que dicen haber gastado de su bolsillo para la campaña de Sartori, quien supuestamente les prometió pagarles. Desde el comando dicen que se trata de una u201ccampaña de desprestigiou201d y que han detectado u201cactores ajenosu201d a su organización que hablan en su nombre. Son u201ccasi 40 casos en todo el país, más de 20 de ellos en el departamento de Canelonesu201d . Afirman que ya se hicieron las denuncias correspondientes.

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Viana, el hombre de la billetera
Viana. Foto: Leonardo Mainé

Juan Sartori parece ignorar buena parte de lo que sucede en su campaña. Él dice que es porque delega muchas responsabilidades: u201cNo estoy contratando a la gente, ni organizando presupuesto, ni big data, ni prensa. Mi tema principal de todos los días es estar comunicando sobre mi proyectou201d. En esa línea, la persona en la que Sartori ha delegado su dinero es Pablo Viana, su jefe de campaña. El precandidato dice ni siquiera saber cuánto le está costando la campaña y no le avergüenza admitir que no participa en las decisiones sobre precios ni gastos.

El hombre de la billetera, por su parte, dice que sí habla de esto con Sartori, aunque no frecuentemente. u201cJuan está siempre al tanto de todo, pero está en lo macro y deposita confianza absoluta en míu201d.

En el equipo hay un contador y un asistente legal que hacen contralor de los gastos, y una consultora externa que chequea la contabilidad. Pero nadie le dice si está gastando mucho, poco, o en qué invertir. u201cYo pongo la firmau201d, dice Viana.

¿Quién es este superhombre detrás de Sartori? Viana tiene 29 años, es abogado y escribano, y proviene de una familia dedicada a los negocios agropecuarios. Él siguió con esa tradición y luego se volcó también a energías renovables, software e inversiones en bienes raíces, tanto en Uruguay como en Argentina. Viana es católico, dice haberse dedicado años al voluntariado. Con 23 años, junto a algunos amigos se hizo cargo del Instituto de Estudios Cívicos (IEC), donde se promueven ideas liberales. También fue uno de los fundadores del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED). Si bien nunca había militado en política uruguaya, dice que u201cel fenómeno político en síu201d siempre le resultó interesante. Por eso participó como voluntario de elecciones internacionales y apoyó las votaciones de Macri, Trump, Piñera, entre otros.

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