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Un tsunami en Montevideo

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La coalición multicolor definió su estrategia electoral y que Laura Raffo fuera su candidata a intendente. 

En solo dos semanas, Raffo pasó a ocupar el primer lugar de preferencias en las encuestas de opinión, situándose incluso por encima de quien fuera intendente estos años, el autocalificado candidato-semilla Daniel Martínez.

Es cierto que el Frente Amplio (FA) todavía llega primero por causa de la acumulación de sus candidaturas. Pero también es cierto que aún restan dos meses de campaña electoral y que, sobre todo, Raffo está conduciendo una estrategia tan corajuda como inteligente para alcanzar la victoria en mayo.

Es una campaña valiente. Raffo no se guarda nada. Con naturalidad y muy buenas dotes de comunicadora, explica lo que todo el mundo en Montevideo sabe pero muy poca gente se atreve a decir: que los problemas de la intendencia son responsabilidad del partido que gobierna. Ya es tiempo de dejar de culpar de todo lo malo a otros actores: al sindicato, a la herencia de un improbable neoliberalismo, o a lo que fuera que se le ocurra a la mentalidad-semilla que tanto crece en el comité de base de la capital.

El Frente Amplio no se esperaba semejante tsunami. Un poco como le pasó con Lacalle Pou en 2019, subestimó a Raffo. Confió ciegamente en los apoyos históricos y dogmáticos, capaces de votar cualquier candidato, incluso una heladera.

La responsabilidad del Frente Amplio es total. Primero, porque por la forma en la que se adjudican las bancas en el legislativo departamental, el partido que gana la intendencia siempre tiene mayoría absoluta, por lo que no puede culpar a ningún otro partido de ingobernabilidad política. Segundo, porque luego de tres décadas de gobierno ininterrumpido, todo lo malo que se ve en la capital le atañe: no es posible, con razonabilidad, poner cara de distraído y culpar a cualquier otro partido por una teórica herencia maldita. Y tercero, porque dentro de esos 30 años de gobierno, los últimos 15 tuvieron además el signo nacional frenteamplista, por lo que tampoco se puede argumentar que no hubo respaldo de tal o cual a nivel de gobierno del país para mejorar la situación de la capital.

Pero se trata también de una campaña inteligente. En efecto, cualquiera que conozca un poco de sociología electoral de Montevideo sabe que el gran déficit de apoyo de la coalición multicolor en la capital está en los barrios populares. Lejos de llover sobre mojado y limitarse a visitar las zonas donde mejor votan los partidos que la apoyan, Raffo decidió dar inicio a su campaña allí donde hay que dar la mayor batalla proselitista al FA, que son los barrios populares y la periferia de la ciudad.

El resultado ha sido muy positivo por dos motivos. Primero, porque el mero hecho de mostrar la realidad de la enorme desidia en la que sobreviven las gentes más humildes, carentes de todo tipo de servicios básicos de parte de la intendencia, ya es en sí un balance de gestión de estos 30 años del FA. ¿De verdad se dice el FA defensor de los más débiles y tiene a la población más necesitada de la capital en este estado de abandono y desasosiego? Segundo, porque dar protagonismo a esas zonas de la ciudad muestra que hay voluntad real de cambio. Y Raffo no se lo muestra solamente a esos vecinos, sino también a los que residen en barrios más acomodados, que votan al FA, y que jamás se interesaron de verdad por lo que ocurre en el norte y en el oeste de la capital.

El FA no se esperaba semejante tsunami. Un poco como le pasó con Lacalle Pou en 2019, subestimó a Raffo. Confió ciegamente en los apoyos históricos y dogmáticos de las clases medias izquierdistas, esas que son capaces de votar a cualquier candidato que proponga el FA, en el sentido de ser capaz de votar a una “heladera” como describiera ya hace un tiempo Sendic. Y sobre todo, no creyó que Raffo y los partidos que la apoyan fueran a mirar la realidad sin miedos, y a decir claramente qué es lo que ha estado muy mal en estos 30 años, de forma de abrir así un camino de esperanzas para cambiar de rumbo en Montevideo.

Es cierto que el desafío es muy grande. Pero también es verdad que los prejuicios van cayendo: Raffo se reunió con Adeom, por ejemplo, y quedó claro que el problema mayor de Montevideo es el gobierno clientelista del FA; Raffo visitó asentamientos, y quedó claro que no la correrán de pesado y con violencia de las tareas que tiene para hacer si es electa intendenta.

En estos dos meses de campaña Raffo se apoyará en los dirigentes departamentales de los partidos de la coalición. Ellos conocen el terreno, saben lo que Montevideo precisa y están dispuestos a volcarlo en un programa de gobierno. Se hará así muy evidente que Raffo puede llegar a ser una gran intendenta. Y es por eso que hoy el Montevideo frenteamplista tambalea.

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