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El peligro de la infosicación

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A medida que pasan los días, no solo vemos cómo aumentan los enfermos por coronavirus y tememos por lo que nos pueda pasar a nosotros, a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo y a cualquier otra persona.

También sentimos y observamos cómo no hay quien escape a ese otro virus que acertadamente, un profesional español bautizó de “infosicación”.

¿A qué se refiere? Pues nada más ni nada menos que a la sobredosis de información que estamos recibiendo todos. Al exceso de noticias, de contenidos, a los que nos hemos vuelto adictos, noticia dependientes. Y esa avalancha que nos atraviesa la cabeza inhibe el pensamiento porque no hay forma, prácticamente, de refutar la información, de filtrarla y solamente nos queda almacenar desordenadamente ese gran barullo. Aunque detrás existan las mejores intenciones, termina por producir los peores efectos. Por lo tanto, así como recomiendan numerosas precauciones sanitarias para no caer víctimas del fatal virus, que según hemos aprendido fruto de tanta info. recibida, no se trata de un ser vivo sino de una deleznable proteína. Tan miserable como dañina.

Sin embargo, en estos momentos de desasosiego, de justificada incertidumbre, escuchar algunos buenos consejos no viene mal. Por el contrario son oportunos, en contraste con el incentivar caceroleos y atacar al gobierno, no se sabe con qué dosis de errada buena fe o mero oportunismo personal o político. Aprovechándose de no estar en la primera línea de mando, para instigar el descontento contra un gobierno que no lleva ni siquiera un mes de mandato. Y que enfrenta a este cisne más que negro, con responsabilidad, firmeza, eficacia y transparencia. Atributos que por cierto no han sido característicos de las Administraciones del Frente Amplio.

Entre los conceptos vertidos por el mencionado profesional figura el impacto emocional y sicológico que produce en la gente la pandemia que se extiende cual reguero de pólvora. Una crisis cercana, amenazante, que provoca miedo, frustración y angustia, junto a una sensación de pérdida de la seguridad, del control, de la libertad. Mientras crece la preocupación por las personas mayores, por los niños, por el trabajo, la marcha de la economía, el futuro. Se trata de un cocktail pernicioso que afecta: 1, al sistema nervioso; 2, al sistema endócrino y 3, al inmunológico. Es entonces imprescindible cambiar las estrategias y dosificar las fuerzas y resistencias.

El primer sistema se altera y puede traer síntomas de pánico, fobia, obsesión, depresión. En el segundo aumenta el cortisol, la hormona del stress y la ansiedad y se afectan los neurotransmisores, la serotonina y la dopamina, hormonas relacionadas con el bienestar, la satisfacción, la relajación. El 95% de la serotonina la produce el intestino, el segundo cerebro del cuerpo humano. Si el estrés altera a la flora intestinal, a la macrobiota, el nervio vago le manda un mensaje que provoca trastornos. Aparecen la ansiedad, la depresión. El tercer sistema que se afecta es el inmunológico. El estrés debilita las defensas que en un 70% se originan en el intestino y cambia para mal el estado de ánimo.

Aparecen las ideas y pensamientos tóxicos, hasta catastrofistas, conductas irracionales, ilógicas. Si bien es natural encontrarse así, lo importante es elegir qué hacer ante lo que sucede. Hay gente que puede enfermar por lo que está pensando. No hay que permitir que esto haga daño porque además, al igual que otra emoción, es contagiosa. Aparte de las medidas que se recomiendan, es recomendable un ejercicio moderado y el contacto con la naturaleza. Y aunque no se debe no salir de la casa, hay otros modos para conectarse. Es beneficioso ponerse a ver programas, videos, películas, relacionados con la naturaleza, para generar serotonina y dopamina.

Al contrario de cuando uno está estresado, en que producimos ondas electromagnéticas Beta, afirma el doctor, en contacto con la naturaleza, aun de manera virtual, se proyectan las ondas Alfa que ayudan. Otro tanto ocurre con la música, el bailar, cantar, pintar, hacer manualidades, cocinar, limpiar, jugar y sobre todo reír, que la risa mata el miedo. Así que bienvenidos los chistes, los mensajes con humor, siempre que sean buenos claro está y desterrar lo violento. Ahora toca comprender, ser solidarios, ayudar, elemento primordial de nuestra civilización. No pensar en que estamos encerrados sino trabajando para vencer, a la pandemia. Y por supuesto, mantener una dieta saludable, pero no solo de la alimentación. También de la información: de buena fuente y veraz.

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