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Jorge Larrañaga

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Con la muerte de Jorge Larrañaga el país pierde a un gran servidor público y el Partido Nacional a unos de sus grandes dirigentes.Todos aquellos que conocieron su acción política saben que fue un hombre honesto, lleno de energía y de coraje.

Militante de su partido desde inicios de los años 80, fue electo intendente de Paysandú en 1989 y en 1994, y fue senador de la República a partir de 2000. Se destacó así como un importante integrante de la nueva generación de dirigentes blancos en cuyos hombros la coalición republicana se apoyó para triunfar en 2019.

Larrañaga dio protagonismo a un conjunto de intendentes que habían llegado al poder con la ola de triunfos blancos de 1989 y que aspiraban a incidir políticamente. Gran promotor de la descentralización, logró hacerse un lugar entre la dirigencia nacional a pura fuerza de voluntad y perseverancia personal. Fue desde ese lugar que se afirmó en su liderazgo y que ganó la elección interna de 2004 con amplia diferencia. En un momento muy particular de la historia del país, condujo a su partido a un resultado muy positivo en la conformación de su bancada parlamentaria en octubre de ese año.

Le tocó liderar la oposición al primer gobierno del Frente Amplio desde la presidencia del Directorio del Partido Nacional. Por esos años, su pluma aguerrida se destacó en nuestra página editorial. Para las elecciones de 2009, la opción favorita blanca interna fue la de Lacalle Herrera. Pero lejos de alejarse de la lucha proselitista, Larrañaga selló la unidad nacionalista con un gesto que lo ennobleció al aceptar, inmediatamente, la candidatura a vicepresidente. Mostró así, una vez más, su esencia más leal y más blanca: la de ser un militante activo por la causa de su partido y del país, aceptando siempre el lugar que la suerte política le fijara.

Cuando podía pensarse que era el favorito para ganar la candidatura presidencial de su partido en 2014, la sorpresa del triunfo de Lacalle Pou en la elección interna hizo que, nuevamente, Larrañaga mostrara su más profundo sentido de unidad partidaria: acompañó el esfuerzo blanco hacia las elecciones nacionales de ese año formando parte de la fórmula presidencial. Siempre liderando a su sector; siempre poniendo el hombro al partido; siempre honesto; siempre enfrentando con coraje la adversidad; siempre brindando toda su energía sin tasa ni medida.

Con su energía habitual y su sentido de la responsabilidad, Larrañaga transformó en 14 meses de gestión los resultados de seguridad del país. Trabajador sin pausa, no hubo un sólo índice que no mejorara radicalmente bajo su mano firme en el Ministerio del Interior.

Cuando muchos creyeron que su estrella se apagaba, Larrañaga decidió liderar la causa de la seguridad pública. Político de experiencia, con un gran olfato para darse cuenta rápidamente para qué lado se inclinaba la opinión pública, y republicano cabal y sinceramente preocupado por la suerte de los más humildes, percibió que era necesario dar un golpe de timón a la desidia instalada por la izquierda en el ministerio del Interior. Si bien su iniciativa de reforma constitucional no prosperó en 2019, Larrañaga quedó en inmejorable posición para ser un puntal clave del gobierno de alternancia que habría de instalarse en 2020: no solamente por sumar, como siempre, una parte importante de un electorado blanco que confiaba en su palabra y en su talante de hombre de bien, sino también para ocupar un lugar relevante de responsabilidad política.

Así lo entendió el presidente Lacalle Pou quien lo eligió su ministro del Interior. Con su energía habitual y su enorme sentido de la responsabilidad, Larrañaga transformó en 14 meses de gestión los resultados de seguridad del país. Trabajador sin pausa, con jornadas que comenzaban muy temprano y terminaban muy tarde, y con apoyos explícitos a una policía que pasó a estar orgullosa de su liderazgo ministerial, no hubo un sólo índice ni guarismo que no mejorara radicalmente de la mano firme de Larrañaga en Interior. Su tarea llenó de orgullo a su partido, al gobierno que integró, y también a tantos centenares de miles de uruguayos que, finalmente, vieron a Larrañaga en el momento de su mayor esplendor político al servicio de su Patria, esa que tanto amó.

Obsesionado por el respeto del estado de derecho; firme en sus convicciones para defender a los uruguayos de bien frente a una delincuencia que no da tregua; y leal al presidente Lacalle Pou y a su partido, Larrañaga se estaba destacando como uno de los mejores ministros en una época económica y social muy difícil del país.

La muerte lo sorprendió una lluviosa y triste jornada de otoño. Quedará para la mejor historia del país y del Partido Nacional su coraje, su franqueza, su honestidad y su lealtad sin límites. Será así recordado de la mejor forma: como un gran servidor de su Patria.

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