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Ciencia, política y parcialidad

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En las últimas semanas se ha vuelto a poner sobre la mesa un tema importante, y que había quedado relegado desde el final de la pandemia. En este caso, la polémica surge por el rechazo por parte del Ministerio de Ambiente a la declaración de dos científicos en el debate del llamado “Proyecto Neptuno”, a los que se endilga “falta de imparcialidad”.

El tema he generado mucho ruido en los medios opositores, y en especial La Diaria publicó un combativo artículo en defensa de los supuestamente agraviados, titulado “¿Existe la imparcialidad en un mundo que transita una crisis climática y ecológica?”. En la pieza, uno de los científicos en cuestión señala que “es como en el caso de los médicos y la pandemia, no se puede llamar a un médico frente a una pandemia de coronavirus, y pretender que sea imparcial.”

Para empezar es bueno señalar un par de verdades. La primera, es sobre el hecho de que existiría una “crisis climática y ecológica”, comparable a una pandemia. La realidad es que el planeta viene experimentando cambios climáticos y ecológicos desde su formación, y si no, pregúntenle a un dinosaurio. Si lo encuentra. Es verdad que una mayoría de científicos concuerda en que el proceso de cambio climático que se habría detectado en los últimos años tiene características que llevan a pensar que ha sido causado por la acción humana, y que algunos cálculos hacen temer que su progresión pueda acelerar complicaciones en la forma de vida humana actual.

Pero también hay científicos muy respetables que cuestionan la fiabilidad de algunos modelos y proyecciones de algo tan indescifrable aún como el clima. Y que sostienen que muchas medidas extremas que se plantean, no tendrán el efecto esperado, y provocarán daños enormes a la economía global, en especial de los países más pobres.

Una segunda verdad es que no existe “la ciencia” como sujeto de derecho o de opinión. Lo que hay es una comunidad científica, que produce conocimiento y opina desde sus limitadas posibilidades temporales. El ejemplo clásico: en tiempos de Thomas Malthus, los cálculos más avanzados aseguraban que el planeta no podía sostener más gente porque no sería viable generar suficiente comida. En aquel entonces había 1000 millones de personas; hoy hay más de 8000 millones sobre la Tierra, y comida no falta.

Es importante notar, entonces, que toda afirmación científica es limitada por el conocimiento temporal, y que en la historia muchos de los mayores avances los han hecho científicos que se rebelaron contra el consenso mayoritario de su grupo.

Esto nos hace regresar a los tiempos de la pandemia, donde muchos sostenían lo que dice el entrevistado por La Diaria, que había que dejar el manejo sanitario en manos de los médicos. De más está decir que eso era un error terrible.

Una pandemia, como una “crisis climática”, son fenómenos que afectan a muchas áreas de la realidad. Y quienes tienen su vida dedicada a un tema, suelen perder de vista otra cantidad de factores que terminan siendo muy relevantes a la hora de tomar decisiones. Por eso, quienes siempre deben llevar el timón son los políticos, que son los verdaderos profesionales de entender la compleja realidad de un país, una sociedad, un planeta.

Por último hay otro tema, tal vez el menos simpático, pero que hay que manejar. También la pandemia nos dejó en evidencia cómo ciertas miradas políticas, en particular “de izquierda”, tienden a colonizar las asociaciones y colectivos profesionales. Y, de manera bastante irritante, los usan para fines políticos mucho menores que las ampulosas ambiciones morales que estos suelen ostentar. Basta recordar el patético papel del Sindicato Médico del Uruguay en la pandemia, buscando obligar al gobierno a implementar una cuarentena forzosa, que hoy sabemos hubiera sido nefasta (basta mirar a Argentina). O aquello de la Asociación de Arquitectos en tiempos de la sequía, alertando que el agua de mala calidad hacía que las obras de infraestructura no dieran garantías de seguridad, cosa que quedó claro que era un disparate.

La conclusión clara es que no existe la imparcialidad ni en la ciencia ni en ningún área humana, ya que por naturaleza todos tenemos inclinaciones, simpatías, amores y odios. Lo que se busca a la hora de consensuar una decisión política tan importante, como es construir un reservorio de agua que nos evite una nueva crisis, es coordinar muchas visiones distintas. Para ello es clave quitar de la mesa de debate aquellas posiciones extremas, que se enfocan en el árbol, y muchas veces no permiten ver el bosque.

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