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Transición al nuevo gobierno requiere auditorías

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@| A pesar de todo el aparato estatal puesto al servicio del candidato oficialista, y de los ingentes recursos destinados a fortalecer al partido político que ha ejercido el gobierno de nuestra República por casi tres lustros, el Soberano se expresó con libertad. Nuevamente, nuestro pequeño pero gran país, ha sido ejemplo de Democracia para el mundo. Las urnas dieron su veredicto y en octubre, la ciudadanía no les renovó su absoluta mayoría parlamentaria -de la que con soberbia dispusieron en estos últimos quince años para frenar todo intento de investigar por parte de la oposición- y en noviembre, muy que les pese, la mayoría del pueblo inclinó su preferencia para que, el líder de la coalición opositora -conformada por Blancos, Colorados, Cabildantes, Independientes y Partido de la Gente- el Dr. Luis Lacalle Pou fuera consagrado por la Corte Electoral como Presidente Electo de la República Oriental del Uruguay.

Pero si este año ha sido registrado por analistas, como muy especial, debemos destacar que heroica ha sido la victoria de la ciudadanía opositora. Ciudadanía que supo expresar con su voto, su hartazgo frente a tanta prepotencia, que supo superar los miedos que pretendieron infundirle desde encumbrados actores del gobierno nacional y departamental para hacerles cambiar su decisión. Esta ciudadanía aún crítica y pensante, muchas veces subestimada por quienes se creyeron dueños de la verdad y a la vez, cansada de sostener ineficiencias, pagando con sus impuestos fiestas de otros. Es la misma ciudadanía que, advierte la ausencia de autoridad y se siente agobiada por una inseguridad permanente y rampante, que ha cambiado su calidad de vida. Quienes perdieron, tuvieron todo en su mano para cumplir sus promesas y no lo hicieron. El prometido “país de primera” sólo fue un exitoso eslogan publicitario para cazar incautos bien intencionados, y del mentado “país productivo” cabe legítimamente preguntarse, qué nos queda al fin de esta época de bonanza. Se han cerrado industrias y se han perdido no sólo mercados sino puestos de trabajo.

Muy ardua tarea le espera al gobierno de coalición que se instalará a regir los destinos del Uruguay a partir del 1° de Marzo. La fortaleza de nuestra institucionalidad democrática, frente al cambio de gobierno, debe basarse en auditorías técnicas e independientes, que brinden transparencia y cristalinidad al proceder en el manejo de la “cosa pública”, ni más ni menos. Auditorías en suma, que permitan conocer los destinos de los recursos del Erario y tener idea a cabalidad, de lo comprometido presupuestalmente para no interrumpir cadenas de pago, lo que hace nada menos que a la necesaria continuidad de las obligaciones del Estado, que habrá de honrar -como ha sido su más arraigada tradición- las obligaciones legalmente contraídas.

Que nadie se sienta perseguido, ni se hable de caza de brujas. Serán investigaciones técnicas donde el Derecho prevalecerá por sobre la Política sin duda alguna y sus resultados nos brindarán la fotografía de lo que se encuentra, antes de asumir las actividades de nuevo período.

Que cada quien asuma sus responsabilidades.

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