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Rollerball

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Monedas digitales

 La reciente aceptación de las criptomonedas, Bitcoin y Ethereum por parte de Australia motiva nuevamente a reflexionar sobre los cambios que se vienen dando en la estructura político social a nivel global. Este medio digital de intercambio se impuso en el mundo de las finanzas a través de la incontrolable e impredecible Internet. También Alemania acepta esta novel incursión de este medio de cambio como dinero privado, o sea, útil para hacer transacciones y operar en el mercado de valores “virtual”.

El Estado va cediendo terreno a manifestaciones privadas, tanto de empresas como de grupos humanos que desbordan las reglas de juego por él impuestas y admitiendo los hechos a “forcep”, para no quedar en “off side” las da como válidas pues ni siquiera en muchos casos intenta hacer reglamentaciones que, o son imposibles o inútiles de aplicar. Tanto a nivel de la emisión de moneda y por ende medio de pago – actividad típica del Estado- como en lo referente a la incursión de grupos de presión o de interés que desbordando sus propias estructuras organizativas van marcando las nuevas relaciones hasta imponer sus reclamos, la sociedad y su cúspide organizacional van cediendo espacio lo cual genera un embrión con buen pronóstico de nuevas formas de relacionamiento social. Así, los jugadores de fútbol lograron por fuera de sus estructuras crear las condiciones para que un Estado renuente admitiera realidades más que situaciones formales. No le fueron a la zaga los autoconvocados que por fuera de cientos de organizaciones rurales generaron un espacio que acorraló a un gobierno altanero y soberbio que cacareando como el gallo para ningunear aflojó como la gallina al momento de reconocerlos. No está muy lejos la forma en que la trasnacional UBER se metió sin pedir permiso en el aquí, allá y acullá del mundo, logrando nuevamente el repliegue del limes estatal.

Por ahora la cosa es así, quiero algo, tengo fuerza económica o social y entro a la cancha sin esperar el cambio autorizado por el Juez, el cual desbordado admite la realidad. Antes la norma jurídica habilitaba la presencia de entidades a las cuales atribuía relevancia jurídica, para que estas pudieran interactuar bajo controles oficiales, ahora la norma, visto las realidades con presencia irresistible, las tolera, admite o reglamenta tímidamente sin hesitar con ello la situación de hecho.

Carlos Marx había pronosticado con su “bola de cristal” el fin del Estado y la sustitución por una sociedad de hormigas humanas, tan utópica como su crítica a los demás ensayos socialistas de la época. También aquella corriente de pensamiento auguró el fenómeno del imperialismo como fase superior del capitalismo, un poco adaptándose a cambios no previstos en su propia teoría. Todo conduciría a una sociedad comunista. Pero, las social democracias primero, la revolución tecnológica y de las comunicaciones, posteriormente demolieron esta tesis que como su propia “rueca” pasa al museo de la historia. Se impone una nueva realidad que pulverizando la bola de cristal nos recuerda una vieja película de 1975 titulada Rollerball con la actuación de James Caan, donde la corporación de Huston detenta el poder económico y por medio de “pan y circo” determina vidas, trabajos, pensamientos y en fin, una verdadera dictadura. Pero en esa ficción esta corporación no es la única, hay más y obvio, el Estado no existe. Tal vez este ensayo cinematográfico sea otra bola de cristal. Hoy tenemos entre otrascorporaciones a Google, Apple, Samsung, Microsoft, Facebook, twitter, etc.; muchas dominando las comunicaciones y quebrando por ende la triple y clásica clasificación de capital, tierra y trabajo como factores de producción o la moderna que le agrega como cuarto a la tecnología.

No tenemos ni pretendemos la soberbia de tener la bola de cristal para vaticinar futuros, pero nos viene a la mente otro viejo filme titulado: “Cuando el destino nos alcance” con el legendario Charlton Heston, donde una sociedad esclavizada debía comer lo único que quedaba como alimento, el “soylent green” que según el poder era plancton pero en realidad eran cadáveres humanos. Pero esto último son licencias imaginativas, mientras tanto no perdamos la esperanza, puede haber otros y tal vez mejores finales o continuaciones de este tránsito social capturado en un globo celeste llamado tierra.

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