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En pro de la gran familia

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@|Deliberadamente evitaré referirme a las ideologías existentes en nuestro país. Tampoco haré la anatomía patológica de lo que tal o cual partido político propugna. No es el objetivo ni la finalidad de esta carta. Nuestra Constitución, en su artículo 7, garantiza la libertad en este sentido.

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha destacado dos polos: izquierda-derecha, blanco-negro; arriba-abajo, yin-yan, etc.

Ha cobrado tanta importancia esta dualidad, que se han subestimado las gamas intermedias. Pero esa costumbre ha resultado ser nocivamente separatista.

Hay quienes en vez de cuestionar se dedican a oponer. En lugar de bregar hablan de luchar. En vez de respetar al interlocutor le quieren imponer ideas que jamás secundará porque no las comparte. Se rigen por un mandato que dice “no importa si es bueno lo objetamos igual”. La obsesión por el poder supera las bondades de lo cuestionado. Hay demasiados “opinólogos” flechados; demasiados sabelotodo sobre asuntos que ignoran. Con tal de tener audiencia vomitan injurias, verdades a medias, confunden el todo por la parte, explotan el morbo y las carencias.

Dadas las presentes circunstancias nacionales e internacionales, se impone la cohesión para que el futuro no nos perjudique. Para ello sugiero el intercambio en vez de la descalificación, del ninguneo.

La violencia verbal también genera más violencia y nuestra Nación necesita uniones y no separaciones.

Honremos a nuestro Prócer recordando que “En lo sucesivo solo se vea entre nosotros una gran familia”. Y ya que está de moda recurrir al fútbol, llevemos el cuadro en nuestro corazón, pero triunfemos con la Selección.

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