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El encanto de la simplicidad

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@| Todas las personas tratan naturalmente, de no complicarse la vida. 
Dicho de otro modo: buscan hacerla lo más simple posible.
Veamos algunas recomendaciones:

-No se debería usar nombres propios dobles; el segundo nombre solo sirve para crear confusiones. 

-No se debería cambiar los nombres porque se producen molestias y confusiones. Las autoridades municipales suelen cambiar los nombres de calles y de plazas. 

-La mujer cuando se casa, cambia su apellido por el del marido. 

-Numerosas palabras del idioma castellano se cambian por palabras del lunfardo argentino (que no tiene aceptación universal). 
En este caso se producen además problemas de comunicación, como le sucedió a la interprete que debió traducir el discurso que nuestro presidente pronunció en su visita a los EE.UU. a principios de esta década. 

-El padre que aplica a su hijo su propio nombre lo está condenando a confusión perpetua. 

-No se debería usar sobrenombres ni apodos; es una práctica ordinaria propia de delincuentes.

-Si se firmase con letra clara no sería necesaria la aclaración de firma. 

-La rúbrica es un mamarracho presuntuoso que ya no se justifica. 

-Algunas personas adornan su nombre con conjunciones (de, y, i, …), barras, y tildes y de ese modo se hace difícil ubicarlos en la guía telefónica.

-Algunos escritores firman con seudónimo. 
Tal vez el nombre sea tan importante como el talento, pero en estos casos se debe agregar un texto aclarando el verdadero nombre. 

-Las letras dobles (CH, LL, RR, …) deberían suprimirse del abecedario (observar que no figuran en el diccionario). 

-Las recargadas (y difíciles de dibujar) letras mayúsculas caligráficas, deberían sustituirse por las letras mayúsculas de imprenta. 

-Los niños que comienzan a manejar la computadora, verían su aprendizaje notablemente simplificado si el teclado de las mismas se ajustase al ordenamiento alfabético, en lugar del orden dactilográfico (innecesario y caprichoso). 

-No se debería usar nombres ambiguos que no se sabe si son de hombre o de mujer. 

-Los Zoológicos cumplieron en su momento una función de enseñanza. Esa función hoy la cumplen los documentales que vemos en la pantalla. Son admirables, por ejemplo, los documentales de la BBC. Los zoológicos están destinados a desaparecer, y al mismo tiempo cesará el sufrimiento de los animales enjaulados. 

-El culto de los muertos ha evolucionado constantemente a lo largo de los siglos. En la actualidad se reduce a pocas ceremonias: el velorio; el cortejo; la exhumación y las visitas al panteón. La práctica de la cremación del cuerpo y la posterior dispersión de las cenizas, no requieren esas ceremonias. Se trata “sin dudas” de una notable simplificación que no significa de ningún modo olvidar a los seres queridos que ya no nos acompañan. Los cementerios están destinados a desaparecer. Algunos panteones que son verdaderas obras de arte quedaran como atractivo turístico. 

-Las supersticiones son expresiones vulgares contrarias a la razón y a los conocimientos científicos. Son habituales en la gente de cultura limitada (las personas cultas jamás se guían por las supersticiones). Las adivinas (que hoy ofrecen sus servicios en la tv) y los horóscopos (que tienen su página en los periódicos) y otros charlatanes por el estilo, manejan supersticiones tan disparatadas que hacen reír. Se debería abandonar toda clase de supersticiones, incluso las religiosas. La oración llamada “El credo” describe las creencias religiosas que son los artículos de fe de los creyentes. Es fácil observar que esas creencias no son más que extravagantes supersticiones. 

Las futuras generaciones deberían simplificar la idea de Dios despojándola de esos atributos supersticiosos, pero cuidando sin embargo de conservar los beneficios morales y espirituales que otorga la religión.

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