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Batllista del Siglo XXI

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@|¿Qué nos dejó el batllismo? ¿Acaso una idea a la cual poder recurrir cuando no encontramos respuesta en los extremos ideológicos?

Hoy, ante una crisis del modelo ofrecido por las izquierdas latinoamericanas para hacer frente a la pobreza y al desarrollo social, y como hito al evidente abandono institucional por parte del Estado hacia los más débiles, el cual por ejemplo queda al descubierto en nuestro país en 2020 (luego de acontecida la pandemia, las ollas populares afloraron como si estuvieran escondidas, como si hace un mes atrás no hubieran existido esas carencias en la población más desprotegida), me es imposible no pensar y tratar de revivir el espíritu batllista.

Pero no la idea errónea de batllismo de que el Estado tiene que ser una vaca gorda y grande, que se mueva lento y que coma mucho; sino que el Estado tiene que estar para la gente y no al revés. El Estado debe servir a la sociedad, no se puede caer en la idea de que más es mejor; eficiencia y eficacia estatal son dos ideas que deberían estar en el ABC de cualquier servidor público.

Efectividad es un concepto que relaciona la eficiencia y la eficacia; uno es efectivo si logra los objetivos planteados con el menor costo asociado posible.

Uno diría, ¿qué tiene que ver esto con el desarrollo social, con la pobreza, con el estancamiento social? Pues tiene que ver en todo sentido; un Estado lento, grande y que no llega a donde tiene que llegar es, al fin y al cabo, un gasto, es inefectividad.

Necesitamos un cambio de cultura en el pensamiento uruguayo en cuanto a lo que es y tiene que ser un empleo público.

El batllismo fue una cosa en su momento, el espíritu fundador del mismo, fundador en ideas y en consolidar un Estado moderno para su época. Por supuesto tuvo su crisis, porque el mundo cambia las reglas y te exige adaptarte. Yo no creo en la desaparición del Estado, no lo veo como una posibilidad; reafirmo el espíritu batllista, pero los tiempos son otros, el batllismo no es un escudo en el cual nos podemos esconder cuando las papas queman para gritar más Estado. Así como tampoco un batllista moderno puede seguir pidiendo un modelo estatal del siglo XX.

Ser batllista en estos tiempos implica tener una visión periférica, observar hacia dónde va el mundo, ser creativo. Batlle, antes que nada, era un soñador, un visionario. ¿Cómo entonces una visión del Estado paralizada en el tiempo puede honrar su memoria?

Concibo al Estado como un apoyo al ciudadano, como un garante de normas, protector de la convivencia. El Estado debe tener una característica servil, si no, no existe Estado. Regulador en materia económica, pero que también deje el campo libre para que las empresas se desarrollen, crezcan.

Un Estado flexible que pueda moverse y cambiar de tamaño, ese es un Estado neobatllista para mí.

Queremos más desarrollo, menos pobreza, más inclusión social, más trabajo pero seguimos haciendo las cosas de la misma forma que el siglo pasado.

La reforma del Estado es un debe. El gobierno actual está tratando de encararla por varios frentes: educación, entes autónomos, seguridad social, administración central. El gran problema es el cambio cultural necesario que haga materializar estas reformas. Veremos cómo les va.

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