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Bajezas de una alteza

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Cristina de Borbón y Grecia debió comparecer ante un tribunal de Palma de Mallorca acusada de fraude fiscal y lavado de dinero. Juicios como ese hay todos los días en España, pero en este caso se trataba de la hija del rey, un rango insólito que convirtió la audiencia en un revuelo internacional, con presencia de camarógrafos y cronistas de varios países.

El escándalo no tenía precedentes y se vinculaba con el de su marido, Iñaki Urdangarin, un ex campeón deportivo acusado del desvío de fondos públicos hacia cuentas personales en paraísos fiscales, maniobra que cometió junto a su socio Diego Torres, por un monto de seis millones de euros. La infanta Cristina figuraba entre los directivos de las empresas comprometidas en la estafa, de manera que ahora arrastra el prestigio de la familia real en un asunto que comenzó a ventilarse en 2006. Apartó a esa pareja de todo acto protocolar asociado a la corona y le impuso una suerte de exilio en la ciudad de Washington, donde se le dio a

Cristina de Borbón y Grecia debió comparecer ante un tribunal de Palma de Mallorca acusada de fraude fiscal y lavado de dinero. Juicios como ese hay todos los días en España, pero en este caso se trataba de la hija del rey, un rango insólito que convirtió la audiencia en un revuelo internacional, con presencia de camarógrafos y cronistas de varios países.

El escándalo no tenía precedentes y se vinculaba con el de su marido, Iñaki Urdangarin, un ex campeón deportivo acusado del desvío de fondos públicos hacia cuentas personales en paraísos fiscales, maniobra que cometió junto a su socio Diego Torres, por un monto de seis millones de euros. La infanta Cristina figuraba entre los directivos de las empresas comprometidas en la estafa, de manera que ahora arrastra el prestigio de la familia real en un asunto que comenzó a ventilarse en 2006. Apartó a esa pareja de todo acto protocolar asociado a la corona y le impuso una suerte de exilio en la ciudad de Washington, donde se le dio a Urdangarin un cargo en la empresa telefónica española.

El episodio no deja demasiado limpio al monarca, que en su momento estuvo enterado de los negocios turbios de su yerno y los encubrió con ese apartamiento geográfico. El daño que todo el caso ha provocado a la monarquía española parece ya imborrable y no han faltado en Madrid las voces (periodísticas y hasta políticas) que aconsejaron desde hace meses la abdicación del rey, ya manchado por una relación extraconyugal y una cacería de elefantes en África.

Sin embargo Juan Carlos I no parece dispuesto a bajar del trono, que dadas las circunstancias sería lo más aconsejable, si a los factores señalados se agrega su endeble estado de salud. Ante semejante panorama, la imagen de la dinastía sufre un considerable deterioro, al cabo de 38 años de reinado cuya primera década fue brillante, con ese joven soberano manejando la transición del franquismo hacia la democracia de forma ejemplar. Pero de todas maneras, el caso de Cristina y Urdangarin ha dado el golpe de gracia, del que parece difícil que salgan ilesos.

La familia Borbón tiene una eminente historia en Europa. Reinó en Francia durante dos siglos y medio, desde Enrique IV hasta Carlos X, y también lo hizo en España a partir de Felipe V, hasta que un plebiscito realizado en 1931 dio la victoria a los republicanos y obligó al abuelo de Juan Carlos I a dejar el trono y exiliarse en Roma, donde moriría una década más tarde. Lo que vino después fue singular, no solo por los largos años de dictadura falangista, sino porque el propio Franco resolvió saltear al heredero natural, que era Don Juan, Conde de Barcelona, y designar como candidato al trono a su hijo, el actual monarca, transgrediendo las normas de un cargo hereditario que en el caso fueron olvidadas.

Pero esos en todo caso son detalles que pueden tener interés para los legitimistas y apasionados de la genealogía regia, que durante años Juan Carlos supo sortear con evidente gallardía. Desde ese nivel ha caído últimamente, ya un poco maltrecho y con el agravante de la imperdonable conducta de una de sus hijas y su yerno. Ellos dos, padres de cuatro de los nietos del monarca, han incurrido en el peor papelón que se recuerda relacionado con una familia reinante que hizo esfuerzos -ahora estropeados- para justificar su regreso al cargo luego de 44 años de exilio.

Es asombroso que alguna gente como Cristina e Iñaki, carezca de conciencia sobre la responsabilidad vinculada a su rango.

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