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JUAN ORIBE STEMMER

El consumo de pasta base en nuestro país ha aumentado desde 2003, cuando hizo su aparición esta sustancia. A principios de este año, El País informó que sólo en el primer mes del año, las autoridades ya incautaron más de tres kilos de esta sustancia y una cantidad similar de cocaína, droga cuyo consumo se mantiene dentro de los estándares según los estudios, pero que experimenta una tendencia al aumento durante los meses estivales. Durante el 2005 se incautaron 49,3 kilos de pasta base. Esta año, hasta el 12 de junio pasado se habían incautado 23,5 kilos y se había procesado a 85 personas por drogas.

Estas cifras, sin embargo, solamente arrojan luz sobre una faceta de una realidad mucho más compleja.

La venta de pasta base se ha transformado en una actividad comercial ilícita en pequeña escala que se desarrolla en el seno mismo de las comunidades. Los lugares donde se vende la droga están insertados en un tejido social con vecinos y familiares, lo que, como explicó el presiden- te de la Junta Nacional de Dro-gas, hace mucho más difícil la represión.

Están instalados en el barrio. Han sustituido fuentes de trabajo de familias enteras. Lo que parecería sugerir que, en algunos casos, existen familias que viven en torno de donde se encuentran las bocas de venta, o que saben dónde se encuentran las mismas, y que están dispuestas a tolerar la presencia de quienes envenenan a sus propios hijos; o que callan por una equivocada tolerancia o incluso por temor. La formación de grupos como el de las madres de la Plaza, constituido por madres de consumidores de pasta base, es una reacción saludable del tejido social.

El grupo ha anunciado que el próximo 11 de agosto denunciarán más de 200 "bocas" de venta de pasta base. Además, esperan reunirse con el Ministerio del Interior para aunar esfuerzos.

Otro avance importante son los estudios que está realizando la Facultad de Química sobre la composición de la pasta base. El análisis de las muestras ha permitido comprobar la presencia de impurezas, que varían de una muestra a otra, incluyendo neurotóxicos, y de sustancias que están presentes en la hoja de la coca. Ello parecería indicar que, como explicó el coordinador de la investigación, "se venden como pasta base productos realmente muy crudos".

Los estudios también determinarían el origen de la coca utilizada como materia prima. Aunque se presume que la misma proviene de las regiones andinas.

El más reciente Informe Mundial sobre Drogas, elaborado por las Naciones Unidas, indica que el año 2005 el área total estimada de cultivo de coca en Bolivia, Perú y Colombia fue de 159.600 hectáreas.

Es cierto que se ha producido una disminución en esa superficie, respecto de los años 1998 y 1999, cuando alcanzó en total 220.600 hectáreas (1999). Aun así, en el 2005 la superficie cultivada estimada en Bolivia fue de 24.400 hectáreas (con una producción estimada de cocaína de 90 toneladas métricas) y en el Perú (producción estimada, 180 toneladas métricas).

La guerra contra la pasta base (para decir las cosas con claridad) tiene varios frentes. Uno de ellos es el de la información y educación, especialmente de los sectores sociales más expuestos; pero también es necesario enfrentar la producción. Y ello requiere la eficaz cooperación regional.

Se trata de un problema sumamente complejo y difícil.

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