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Un detalle no menor

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La agenda de la discusión política continúa aferrándose, con persistencia digna de mejor causa, a una versión de la ley de Grisham: los temas de menor importancia, esencialmente intrascendentes, desplazan del debate político a los asuntos de largo plazo que realmente determinan nuestro futuro. Un ejemplo que prueba esa hipótesis: todo lo referente al Río de la Plata y su navegación.

El 1º de marzo, en su discurso en la apertura del 141 período de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación, el presidente argentino Alberto Fernández, anunció que “En los próximos días, lanzaremos la licitación pública para la construcción de la vía navegable Canal Magdalena, obra de dragado y balizamiento, que le brindará al sur de la Provincia de Buenos Aires la posibilidad de exportar su producción de manera más eficiente con una salida directa a aguas profundas y mejorará la conectividad fluvio-marítima”. Y agregó: “Además, entre las ventajas que implica el desarrollo del proyecto, se encuentra el ahorro en tiempos de navegación de los buques, que transitan por el sistema navegación troncal. Es, sin dudas, un viejo anhelo que finalmente pondremos en marcha durante este Gobierno.”

Por su parte, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, mencionó en su mensaje de apertura de las sesiones de la legislatura provincial, que Fernández había anunciado que la obra del canal estaba próxima y agregó: “En una obra estratégica para el desarrollo del país y, particularmente, de la provincia de Buenos Aires. Es, ante todo, un verdadero acto de soberanía. Así y todo, muchos no terminan de comprender su importancia. Lo explico. Nuestra provincia cuenta con puertos fluviales al norte y marítimos al sur. Para llegar de unos a otros hay que pasar por un país extranjero. Es un absurdo. La apertura del canal Magdalena nos permitirá contar con una salida directa al mar y mejorar la conectividad fluvio-marítima, posibilitará una mejor defensa de los intereses argentinos en el Atlántico Sur, consolidando la Argentina bicontinental y garantizando la conexión de la Cuenca del Plata con la Antártida sin necesidad de atravesar aguas extranjeras. Incrementará la autonomía del comercio exterior, ahorraremos tiempos y costos de navegación, disminuirá los esfuerzos de dragado, dará más seguridad a la navegación y a nuestra Provincia le entregará empleo a través de proveedores de servicios marítimos y fluviales a lo largo de la costa bonaerense.”

Algunos de los dichos del gobernador de la Provincia hacen inevitable una puntualización no menor: el canal principal de navegación del Río de la Plata no pasa por un país o aguas extranjeras.

El Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, suscrito por Argentina y Uruguay en 1973, define el régimen jurídico de aquel espacio acuático y sus canales.

El canal principal de navegación del Río de la Plata, incluyendo su sector Punta Indio, se encuentra fuera de las franjas de jurisdicción exclusiva de cada Estado ribereño. El canal está ubicado en las aguas de uso común del río y es mantenido y administrado por el país que lo construyó. O sea, Argentina.

El proyecto de Canal Magdalena tiene suficientes méritos. No necesita de argumentos inventados que, quizás, no contribuyen a generar un mejor ambiente entre los dos países ribereños.

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