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Una semana agitada

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Esta semana luce bastante movida en lo que tiene que ver con la enseñanza. El Ministro de Educación se presenta hoy ante la Comisión Permanente del Poder Legislativo para defender las líneas de acción previstas para 2014. Mañana habrá una sesión especial del Senado para discutir cuatro proyectos de ley presentados por el senador Pedro Bordaberry.

Esta semana luce bastante movida en lo que tiene que ver con la enseñanza. El Ministro de Educación se presenta hoy ante la Comisión Permanente del Poder Legislativo para defender las líneas de acción previstas para 2014. Mañana habrá una sesión especial del Senado para discutir cuatro proyectos de ley presentados por el senador Pedro Bordaberry.

¿Se trata de buenas noticias? En cierto sentido, sí. Estos acontecimientos revelan que el sistema político está priorizando la temática educativa, lo que es un primer paso en la búsqueda de soluciones a la grave situación que vivimos.

En otro sentido, en cambio, estos hechos son desalentadores. El oficialismo anunció que dará su respaldo a Ehrlich sin tener necesidad de escucharlo. La mayoría parlamentaria volverá a actuar en forma regimentada, lo que es bueno para el sistema nervioso del ministro pero malo para la calidad del debate público. Pese a los magros resultados de su gestión, el oficialismo insiste en su actitud de no escuchar a la oposición. Así fue como actuó en el caso Pluna y todos sabemos qué pasó.

También es fácil anticipar lo que ocurrirá con los proyectos presentados por el senador Bordaberry: ninguno será aprobado y uno de ellos será duramente atacado. Se trata del que propone la obligación legal de dictar 200 días de clase al año. El oficialismo dirá que ese proyecto es violatorio de la autonomía de los entes de enseñanza, pese a que este mismo oficialismo aprobó en 2007 un proyecto enviado por el presidente Vázquez que declaró obligatoria la enseñanza de la educación física en las escuelas primarias. La coherencia, se sabe, no ha resultado ser una de las principales virtudes de quienes nos gobiernan. De modo que no hay ningún suspenso respecto de lo que va a ocurrir. El único avance es que la temática educativa está en el tope de la agenda.

Más allá de lo que puede considerarse un desenlace seguro, ¿los proyectos presentados por el senador Bordaberry son la clase de solución que estamos necesitando?

Casi todos ellos tienen elementos discutibles. La idea de aumentar el número de integrantes del Codicen y de los consejos desconcentrados como manera de reducir la influencia de los representantes docentes tiene el costo de agravar la inoperancia de esos órganos. Parece más eficaz dar la batalla frontal y sostener que esos representantes no deben existir. La fórmula de cogobierno propuesta para el Instituto Universitario de Educación (IUDEP) es mejor que la que defendió el oficialismo para la UNED, pero difícilmente evite la politización y los bloqueos. El proyecto que instala los 200 días de clase obligatorios no aclara qué ocurriría si no se cumplen. El texto dice que en primera instancia serán responsables las autoridades de los centros y en última instancia ANEP. ¿Se va a sancionar entonces a los directores y a los miembros del CODICEN? Si fuera así, se crea un arma formidable para que sus subordinados les hagan la vida difícil.

Seguramente el más valioso de los proyectos de Bordaberry es el que propone financiamiento público por cada alumno que se inscriba en institutos habilitados que brinden educación media a tiempo completo en zonas vulnerables. Pero no todos estaremos de acuerdo en este punto. En cualquier caso, y más allá de coincidencias o discrepancias, se trata de propuestas claras y concretas que enriquecen el debate ciudadano.

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Pablo Da Silveira

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