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¿Rasgos de qué?

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Nicolás albertoni
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El pasado 27 de junio se cumplieron 49 años de uno de los días más negros de nuestra historia reciente. Un día que, aunque cueste, siempre debemos recordar para entender que la dictatorial disolución del Parlamento en aquella jornada de 1973 no surgió por arte de magia.

Fue la culminación de un lamentable proceso que comenzó bastante antes.

Si bien siguen existiendo voces que quieren reescribir nuestra historia, ya somos varios los uruguayos nacidos en democracia que defenderemos siempre la evidencia de sobra que hoy existe para entender que la dictadura en Uruguay se gestó antes. Entre otros, no se debe pasar por alto aquel febrero amargo del 73, y el desconocimiento de la autoridad del Ministro de Defensa por las Fuerzas Armadas, los comunicados 4 y 7, y el “pacto de Boiso Lanza”.

Recordar aquellos lamentables episodios de nuestra historia, también sirve para entender -especialmente para las generaciones que nacimos en democracia- todo lo que nuestro país padeció antes de alcanzar los niveles de trasparencia y diálogo que gozamos hoy. No fue gratis. En el medio existieron injusticias, muertes y mucho dolor.

Ese mismo día que recordábamos lo que sucedió en el 73, en una nota del programa Subrayado, el presidente de la Central Sindical del Uruguay, Marcelo Abdala, señaló que hoy en Uruguay hay “rasgos de cierto autoritarismo”, comparando al golpe con la decisión del Ministerio de Educación y Cultura, a raíz de un pedido presentado y defendido por sus socios, de formar “un cuerpo normativo” en el club Villa Española.

La liviandad con la que el presidente del Pit-Cnt hizo semejante comparación es, como poco, desafortunada e injusta. No hace más que tergiversar y confundir. El desparpajo de poner al mismo nivel lo sucedido con el club Villa Española con uno de los peores tiempos de nuestra historia, no se puede dejar pasar por alto. Son hechos que, acumulados, terminan afectando nuestra democracia.

Fue interesante ver que, tras hacer semejante comparación, el presidente del Pit-Cnt convocó a una concentración en la explanada de la Universidad de la República, para decir “que la clase trabajadora defiende las libertades plenas”.

Lo llamativo de estos dichos no fue únicamente el contenido -que ya de por sí es alarmante-, sino también de quién viene. Lo dice quien siempre defendió y respaldó el régimen cubano y venezolano. Varios recordarán cuando en 2017 el ahora presidente del Pit-Cnt, viajó a Venezuela para participar del programa televisivo de Nicolás Maduro y señalar que, “en Uruguay, en nuestra patria de Artigas, el movimiento obrero y el pueblo es solidario, cálido y amigo de la Revolución Bolivariana. No hay ninguna vacilación en ese sentido”.

La misma persona que con liviandad dice que hoy en Uruguay hay “rasgos de cierto autoritarismo”, es la que convoca a una marcha para -según él- “defender las libertades plenas”. Una marcha que jamás podría ser convocada en ninguno de los regímenes que Abdala respalda. Habría que preguntarle al presidente del Pit-Cnt cuánto marca su “autoritarismómetro” cuando mira hacia Venezuela o Cuba. ¿Acaso son ésos los regímenes que él quiere para Uruguay?

No debemos dejar normalizar alusiones como éstas. Sería menospreciar nuestra historia democrática. Es dejar confundir donde debería existir claridad. Es dejar inducir a la sospecha a una generación que, cómo dijera Tomas Linn en su último libro, “no vivió esa realidad, que solo sabe de ella los relatos distorsionados, que quiere proyectar el país hacia el futuro, pero no puede liberarse de un pasado que no es de su confección y que la arrastra hacia donde no quiere ir.”

Más aún, este tipo de declaraciones, poniendo en tela de juicios valores democráticos de nuestro país, no hace más que seguir socavando la ya tan menguada imagen de los ciudadanos hacia la central sindical. Es una de las instituciones en la que los uruguayos menos confían (según el último Latinobarómetro la baja o nula confianza en los sindicatos oscila el 60%).

Es verdad que hay figuras como las que hizo semejante comparación que solo saben argumentar desde el enfrentamiento. Pero hay que recodarles que el respeto, en acciones y en pallabas, con nuestras instituciones, no son una negociación salarial. La defensa sincera y honesta de lo que somos, más allá de los partidos, es algo que debemos construir entre todos. Por momentos, parece que algunos están empecinados en querer convencer al resto del mundo de algo que todos saben y sabemos que somos: un país dialogante, democrático e institucionalista. Como si el diálogo solo fuera posible cuando gobierna el partido del Pit-Cnt

Soy un convencido que el futuro será más justo si se basa en la verdad. Pero esa verdad, se construye con honestidad y franqueza. Y eso es lo que, al dirigente del Pit-Cnt, que abraza y defiende a los regímenes de Cuba y Venezuela, le faltó, al pretender hacernos creer que hoy en nuestro país hay “rasgos de cierto autoritarismo”.

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