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Las palabras importan

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JUAN ORIBE STEMMER

La lamentable muerte del prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo ha reavivado la discusión sobre las medidas de coacción que los Estados Unidos aplican contra Cuba.

Tanto el bloqueo como el embargo son medidas que un Estado aplica para imponer su voluntad a otro Estado. El bloqueo es la interrupción de todas las comunicaciones entre las costas y los puertos de un determinado Estado y el alta mar, aplicada y mantenida por la fuerza armada de otro Estado. El embargo consiste en prohibir el comercio o el transporte de armas u otros efectos a otro país, como una represalia o forma de coacción y se aplica en el Estado que establece las medidas.

Cuando la crisis de los misiles, en octubre de 1962, los Estados Unidos establecieron un bloqueo para evitar el paso de buques de la Unión Soviética que transportaban armas a Cuba. En cambio, las medidas que aquella potencia aplica en la actualidad caen dentro del concepto de embargo.

Es cierto que los dos tipos de medidas comparten el objetivo imponer la voluntad de un país sobre otro, pero son situaciones muy diferentes desde varios puntos de vista.

El embargo contra Cuba fue establecido por los Estados Unidos en el año 1960 como una represalia por las expropiaciones de propiedades de ciudadanos de aquel país.

Desde entonces, Washington ha agravado o atenuado las prohibiciones y limitaciones, de acuerdo a las circunstancias y las políticas de los respectivos presidentes. Los principales hitos de ese proceso incluyen la legislación aprobada en 1963; la Ley Helms-Burton (1996) que introdujo sanciones para las empresas que hicieran negocios en Cuba (lo que provocó la explicable reacción de la Unión Europea); la ley de reforma de las sanciones comerciales (2000) que permitió la exportación directa de productos agrícolas (contra pago en efectivo) y medicinas a Cuba; y la reciente resolución del gobierno del presidente Obama para atenuar las limitaciones a los viajes a Cuba.

El resultado es un embargo limitado que, en el caso de una cantidad de productos, dificulta pero no impide el comercio entre los dos países. Es interesante que en las regiones agrícolas Estados Unidos esté creciendo la oposición a las medidas.

Lo que no consiguen los argumentos de la razón lo obtiene el interés comercial: las exportaciones de productos agrícolas de los Estados Unidos a Cuba han aumentado luego de la ley del año 2000. En el año 2008 el Gobierno norteamericano autorizó exportaciones a Cuba por un valor de 710 millones de dólares, principalmente alimentos.

El embargo no ha conseguido ninguno de sus proclamados objetivos: no ha conseguido cambiar el régimen cubano (más bien lo afirma), no ha conducido a la liberación de un preso político ni ha mejorado la situación de los habitantes de la isla.

Por el contrario, le suministra al gobierno comunista cubano un valioso instrumento de propaganda y una excusa ideal para disimular el fracaso de su sistema económico y justificar sus violaciones de los derechos humanos.

"El embargo contra Cuba fue establecido como represalia por las expropiaciones".

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