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Izquierdas y derechas no sirven

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Observamos cada vez con mayor preocupación lo que a esta altura nos parece un uso anticuado y embrollado de los términos izquierda y derecha. Lo primero se remonta a los que se sentaron a la izquierda del rey en la Asamblea de la Revolución Francesa para destacar su oposición al abuso del poder y a todo privilegio, aunque a poco andar se aliaron a los jacobinos para todo tipo de desmanes. Pero lo peor es que renunciaron a su origen y cada vez con mayor entusiasmo apoyaron las botas, es decir, el entrometimiento del aparato estatal en las vidas y haciendas ajenas.

La derecha siempre tuvo acepción pastosa: por un lado se identifica con el fascismo y por otro con el espíritu conservador en el peor sentido de la palabra, es decir, no apuntando a conservar la vida, la libertad y la propiedad sino como anclado y encajado en el statu quo incapaces de dejar pesadas telarañas mentales lo cual es un atentado contra el progreso. Si fuera por estos conservadores no hubiéramos sido capaces de zafar del garrote y la cueva puesto que el arco y la flecha era algo nuevo y distinto a la rutina.

Pero con más énfasis señalamos que hoy día esos dos lugares geográficos se han convertido en expresiones más o menos anodinas similares a referirnos a arriba, abajo, atrás o adelante. Es mucho más claro y preciso aludir a estatismo o liberalismo, en diversos grados claro está pero son términos que remiten sin equívocos y vacilaciones a dos posiciones en el espectro de las ideas. Desde luego todo el indispensable debate bien alejado de la peste del dogmatismo lo cual es la antítesis del liberalismo siempre abierto a nuevos paradigmas y a distancia sideral de la llamada ortodoxia que como dice Karl Popper es un campo propio de la religión.

Para complicar más las cosas con el tiempo aparecieron la nueva izquierda, la nueva derecha y tal vez aparezca la requete-derecha y la requete-izquierda y pueden irrumpir otras sorpresas de mayor espesor, pero siempre escarbando en el mismo pozo confuso y lleno de acechanzas y epítetos cruzados que trata de calmar otra terminología geográfica, esto es el llamado “centro”… con el mismo resultado.

Como es sabido, el estatismo se traduce en que el monopolio de la fuerza se arroga facultades que van más allá de asuntos tales como la seguridad y la justicia, dos funciones fundamentalísimas que los gobiernos generalmente no cumplen y en su lugar se abocan a todo tipo de aventuras que naturalmente perjudican a todos, pero muy especialmente a los más necesitados.

Por su parte el liberalismo es el respeto irrestricto a los proyectos de vida de otros. Es decir el respeto recíproco en el contexto de entender que los derechos no se toleran, se respetan y en esta línea argumental es medular comprender que esto en modo alguno significa compartir el proyecto de vida del vecino. La tolerancia encierra cierta connotación inquisitorial y de soberbia puesto que equivale a un perdón a los que están equivocados encajando la verdad en el que tolera. El conocimiento tiene la característica de la corroboración provisoria sujeto a refutaciones. El debate abierto es condición necesaria para el aprendizaje. Más aun, uno puede resultarle repugnante el proyecto del vecino, pero bajo ninguna circunstancia puede recurrirse a la fuerza a menos que se produzcan lesiones a derechos. Esto último es la única condición que da pie para el uso de la fuerza, es decir, defensiva, bajo ninguna circunstancia ofensiva. Cuando los megalómanos dan rienda suelta a sus caprichos respecto a lo que debería hacer cada uno con su vida y su propiedad se incurre en una insolencia y constituye una bofetada a la inteligencia y al sentido común.

Seguramente uno de los textos más difundidos en ciencia política sea el de Norberto Bobbio titulado Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política. Bobbio resume la definición de izquierda en “la razón de ser de los derechos sociales […] es una razón igualitaria.” En este contexto opone la derecha a lo anterior, sin embargo desde la perspectiva liberal no hay tal cosa como “derechos sociales”, se trata simplemente de derecho como la facultad de hacer o no hacer con lo propio, pero de ningún modo coactivamente con el fruto del trabajo ajeno. Además la guillotina horizontal que impone el igualitarismo empobrece y denigra. También cabe destacar que la denominada derecha tiene ribetes autoritarios en el sentido de imponer la generalización de visiones que son incompatibles con la libertad en el sentido de “ausencia de coacción por parte de otros hombres”.

Steven Lukes estampó un título con doble sentido en su ensayo: “What is Left?”, lo cual significa simultáneamente “¿Qué es la izquierda?” y “¿Qué queda [de la izquierda]?”. Autores como Anthony de Jasay -tal vez el pensador liberal más sofisticado de nuestro tiempo- recuerdan que “no estamos en la búsqueda de un sistema perfecto” ya que tamaña meta no resulta posible para los mortales. Y eso es lo contrario de lo que ocurre con todas las utopías socialistas que tantas masacres y sufrimientos han provocado con su pretensión de torcer la naturaleza del ser humano en la búsqueda de ese engendro que sería el “hombre nuevo” que exime de contrariedades en un mundo idílico.

En resumen, recurrir a liberal o estatista simplifica en grado sumo el terreno de la ciencia política y permite ubicar posiciones.

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