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Beckham, Qatar y Cuba

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carlos alberto montaner
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David Beckham es un gran futbolista inglés. Pasó por el Real Madrid y allí aprendió a chapurrear español. Es medio negociante y medio judío, aunque no ejerce. (Su madre es o era la judía militante). Acaba de firmar con Qatar un jugoso contrato para las relaciones públicas por 277 millones de dólares. El acuerdo incluye que promocione el campeonato mundial del 2022, pero será por una década.

Cuando se enteró Peter Tatchell, el activista de los Derechos Humanos radicado en el Reino Unido, lamentó que Beckham, por dinero, prestara su nombre a mortificar a las personas LGBTQ, vinculándose a un gobierno que tiene en su código penal penas de hasta cinco años de cárcel contra dos adultos del mismo sexo que tienen relaciones sexuales.

Sin embargo, Beckham tiene un problema mucho más grave con el Departamento de Estado. Especialmente, cuando se ha visto la enorme importancia que hoy se le da local, nacional e internacionalmente a la política de sanciones por las repetidas violaciones de la ley. En este caso, se trata de un delito severo que Estados Unidos y otras naciones civilizadas se toman muy en serio: “Human trafficking”.

Eso incluye prostitución infantil, importación de inmigrantes ilegales, y contratación de personas en régimen de semiesclavitud. Con el agravante de que los dos primeros delitos los propician y cometen delincuentes solitarios, mientras el tercer delito lo realizan encorbatados ejecutivos.

Le llaman “The Cuban Hospital of Qatar” y no hay un adarme de exageración en ese nombre. Los 475 médicos, enfermeros y técnicos que operan la institución son cubanos. ¿Por qué son todos cubanos? ¿Quizás para vigilarlos mejor? ¿O para que no exista un testigo “extranjero” de que violan las leyes? La primera ruptura de las normas es que todos han tenido que entregar los pasaportes al “compañero que se ocupa de la Seguridad”. Eso está totalmente prohibido. Allí se le conoce por “Manolo el de la Seguridad”. Es un nombre falso. Pudiera ser “Felipe, Carlos o Agustín”.

Leo y traduzco partes una extensa nota de The Guardian, un diario del Reino Unido que se caracteriza por ser de izquierda. Dice el titular: “El acuerdo secreto de Cuba con Qatar que le permite a Cuba quedarse con el 90% de los salarios que los cubanos reciben”. Eso es “trafficking” o que venga Dios y lo vea. El mismo periódico afirma que para Cuba el negocio es redondo. Le deja anualmente entre 6 y 8 billones de dólares. Mucho más que el turismo.

En Cuba, durante la esclavitud, las personas “decentes” llevaban a los prostíbulos a las “negritas” más jóvenes y bonitas para explotarlas. Algunos “dueños”, como el mítico Julián Zulueta (“me he hecho rico comprando blancos en España y vendiendo negros en Cuba”), propietario de 2000 esclavos, un creyente en los incentivos laborales, reservaban el 10% para que las prostitutas pudieran comprarle a ellos su libertad y manumitirse.

Ha cambiado el lugar donde se realiza la transacción, pero no la esencia de ella. El gobierno cubano sabe que está muy mal lo que hace. Tiene que cambiar el modo de actuar. No puede continuar explotando a los profesionales cubanos con la complicidad ciega de países como Qatar. Espero que David Beckham les explique puntualmente lo que sucede en el Hospital Cubano, y comiencen a pagarle directamente a esos profesionales y no a través de Cuba.

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