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casilda echevarría
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El Presidente saliente y el que asumía, tuvieron ambos, actitudes de deferencia el uno para con el otro, algo que debe colmarnos de orgullo ante un mundo convulsionado e intolerante.

Pensar diferente no debe ser razón para enfrentamientos personales, la educación debe primar sobre las diferencias y ello fue lo que se mostró al mundo desde el Uruguay.

Esa misma muestra de integración se dio en el Parlamento, en cuyo recinto tres expresidentes de tres partidos distintos acompañaban la jura de quien gobernará el próximo lustro, uno de ellos 30 años antes ocupaba la primera magistratura y en esta ocasión, como padre orgulloso, veía a su hijo asumir el cargo.

El interior del país se congregó uniéndose en un formidable conjunto de jinetes, que con alegría y estoicismo escoltaban al novel Presidente al compás de los jóvenes de a pie exultantes de esperanza y confiados en que, aquel a quien le hacían el honor de custodiar, les respondería con responsabilidad y esfuerzo en el ejercicio del poder.

Luego de agradecer a los presentes, con una importante asistencia de delegaciones y mandatarios extranjeros, el electo mandatario mencionó que en los últimos 35 años Uruguay ha sido reconocido como una de las democracias más plenas, concepto que también fue resaltado por el Dr. Vázquez una vez que ya había dejado a su sucesor al mando del país.

Unión, esfuerzo y libertad fueron puntos enfatizados en el discurso del presidente Lacalle Pou, quien mencionó que la democracia se construye entre todos, aunando esfuerzos para lograr las transformaciones que requiere el país y que el Gobierno, estando al servicio de la gente, liderará.

Un nuevo gobierno no ha de fundar un nuevo país, sino que siendo leal a la ciudadanía que lo ha votado imponiendo la obligación de un cambio, debe identificar aquello que ha de mantenerse y sobre ello también construir.

El Plan de Gobierno y el compromiso con los partidos de la coalición son el rumbo por el cual habrá de encontrarse el sendero de la prosperidad. La actual situación económica, la baja inversión, un desempleo creciente y déficit fiscal preocupante, obligan a repensar aspectos de la conducción económica que no han encontrado el camino de impulsar la producción. Naturalmente la baja del costo país ha de ser una prioridad y para ello la austeridad del estado, una necesidad.

No basta con equilibrar las cuentas del Estado, bajar impuestos y abrir nuevos mercados, sino que habrá de analizarse un conjunto de leyes, que con la excusa de combatir el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción y el comercio de armas, con lo que todos coincidimos, ha limitado la libertad a mínimos no aceptables para obtener valiosa información para la inagotable codicia recaudadora de los estados. No solo hemos limitado la libertad y la privacidad sin límites para servicio de las arcas del Estado nacional sino que también hacemos los deberes para los demás, lo que constituye una de las causas de la baja de la inversión extranjera, presumiendo que todo capital que desea elegir un estado de tributación más amigable es fruto del delito. La revisión normativa debe hacerse, con valentía, con el fin de perseguir el delito y no la caza de brujas que solo nos perjudica como país que quiere atraer inversiones.

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