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agropecuaria

SEGUIR Ricardo Reilly Salaverri Introduzca el texto aquí Lo de derechas e izquierdas nació a fines del siglo XVIII, cuando la revolución francesa. En la asamblea popular los radicales de la transformación política se ubicaban a la izquierda en la misma y los simpatizantes del régimen agonizante, a la derecha. Lo de izquierda pasó a asociarse engañosamente a "progreso" y lo de derecha a conservadurismo. ¿Hoy vale? Veamos alguna perla del rosario. Finalmente merced a las andanzas del destacado tenedor de libros inventor de los "espacios fiscales", el ajuste permanente, el "impuesto a la asistencia a la seguridad social", el atraso cambiario y el endeudamiento disparado del Estado para financiar el déficit fiscal creciente; sumado al impulso esforzado del ministro Murro y sus camaradas de la dirigencia sindical del Pit-Cnt, se ha logrado que el stock de lanares y vacunos disminuya en el país. De la agricultura ni hablemos, haciendo punta los esquilmados plantadores de arroz. Y, digno de monumento, mientras los agitadores sindicales consideran que son dueños de los establecimientos de los productores de leche y de Conaprole, al tiempo que —por ejemplo— la empresa láctea Pili cierra en Paysandú y Coleme en Cerro Largo está pidiendo aguas por señas, llegamos a lo increíble ¡estamos importando leche de Brasil, mientras se cierran tambos, se funden tamberos y no hay presupuesto de economía agropecuaria que cierre, merced a los costos del combustible, de la electricidad, de las cargas sociales,…! Esto es el Frente Amplio, esto es la izquierda. ¿Es progreso? La celulosa es aparte. Para hacer la nueva planta de UPM las condiciones son el sueño del pibe del productor uruguayo: que la educación sea buena y parecida a la de Finlandia, que les hagamos carreteras y vías con trenes que anden, que les saquemos los impuestos, que los empleados no sean inadaptados que viven en huelga y quieren beneficios y salarios sin trabajar, y laburen, etc. Cabe recordar que los actuales gobernantes se opusieron a todo: ley de forestación, primera UPM, privatización de los puertos, dobles vías con inversión privada, aeropuerto de Laguna del Sauce, aeropuerto de Carrasco, Tres Cruces, y un largo rosario más. Ahora, ante la ausencia de proyectos de lo que serán 15 años perdidos para el país... se hicieron finlandeses. Matar la producción nacional y entregarse a la empresa extranjera ¿es "progresista"? Lo de los licenciados sin título es aparte. Todos los días aparece uno nuevo. Y, cuando en un país de tolerancia se quiere hacer caudal propio por las soluciones de género, los comunistas, pidiendo cancha revolucionaria, pusieron en el Senado a la abogada Michelle Suárez, destacando su carácter de transexual. Resultó que la abogada no aprendió el código penal para aplicarlo sino para violarlo. Procesada. ¿Nuevo progresismo? En el maremágnum del caos el progresista Raúl Sendic en plena campaña electoral, clama a gritos que Mujica, el "presidente más pobre del mundo" sea candidato a la presidencia. Del mentiroso confeso conocemos las dos últimas perlitas de su mandato: EXOR una intermediaria y consultora de petróleo ganó un juicio de siete "palos verdes" contra Ancap. Al lado de la minera Aratirí, creación del mujiquismo, es un poroto. Esta pidió un arbitraje internacional en curso por 3.500. millones de dólares contra nosotros por violación contractual. El "Pepe" dice va a recorrer el país. Debe ser para pedir perdón a la campaña por la miseria causada.
Editorial En esta época de globalización y cambios tecnológicos que se suceden con una velocidad de vértigo, donde los años tienen la otrora densidad de los siglos, se han desperdiciado más de 1.200 días disputando el campeonato de la nada. Distintas zonas de Montevideo se han visto afectadas por la reiteración de cortes de energía a consecuencia de los fríos del invierno. Parece un poco absurdo, porque si algo caracteriza a los inviernos es justamente el frío, por lo que no puede sorprender que con mayor o menor intensidad caiga sobre la población en esta época del año. Es preocupante, más cuando UTE mostró a fin de año un superávit de 500 millones de dólares que bien pudieron ser utilizados para mejorar los servicios que pagan los ciudadanos y no el desmesurado clientelismo que fabricó el partido de gobierno en su intento de perpetuarse en el poder. Pero esto es solo una muestra de un síntoma mucho más grave: el apagón de ideas de este gobierno que se produjo pocos meses después de haber asumido y que se viene arrastrando en forma penosa porque nada nuevo aparece para revertir —o al menos disminuir— la pavorosa situación que heredó del régimen Mujica. Sus problemas y disputas internas han consumido las energías de sus gobernantes, que solo miran el almanaque o el reloj para saber cuánto falta para el final y, desesperados, pedir la hora. No es que estén cansados, están agotados. En esta época de globalización y cambios tecnológicos que se suceden con una velocidad de vértigo, donde los años tienen la otrora densidad de los siglos, se han desperdiciado más de 1.200 días disputando el campeonato de la nada, generando un retraso que asusta y amenazando con transformar a Uruguay en un país inviable, por lo menos en el corto plazo donde todo el sector productivo y exportador del país se encuentra —casi exclusivamente— en la agropecuaria. Poco o muy poco en otros ámbitos, porque de la nada es muy difícil que surja algo. Para peor, este gobierno se dio el lujo de desatender al Uruguay productivo a través de una exasperante pasividad presidencial que postergó reuniones solicitadas como urgentes por las gremiales agropecuarias hasta que las movilizaciones ganaron carreteras y, sobre todo, opinión pública. Es que no solo hay ausencia de ideas para evitar el rezago del país, sino que ni siquiera se dio relativo cumplimiento a las promesas hechas durante la campaña electoral. No eran muy ambiciosas, pero por lo menos hubieran permitido un mejor presente para los uruguayos. No fue así, creció lo que no tenía que crecer, como el deterioro de la educación con su ADN intacto, la inseguridad pública donde las rapiñas —por ejemplo— no se redujeron en un 30% sino que aumentaron un 60% y pese a que no estaba "en el horizonte ningún incremento de la carga impositiva" (Vázquez dixit), la voracidad recaudadora del Estado se multiplicó por todos los rincones y subieron los impuestos y tarifas a mansalva. Todo ha servido para succionar algún pesito más que se gasta en clientelismo y asegura así que el déficit fiscal se mantenga en el 4% del PIB. Esto ha creado un escenario donde cada vez es más asfixiante el cerco sobre el contribuyente, sobre todo las empresas y comercios — a esta altura el tamaño importa poco— que a la hora de ajustar su presupuesto para sobrevivir se encuentran con que la única opción es recortar la plantilla de trabajadores o sus salarios o ambas cosas, en un esfuerzo para no bajar la cortina. Un informe de la Liga de Defensa Comercial al cierre del 2017 señalaba que 112 empresas se habían presentado durante ese año a concurso: un 47% más que el anterior y solo superado en 2002, el annus horribilis de la crisis. La deuda bruta de Uruguay estaba a fines de 2017 en los 36.000 millones de dólares (equivalente el 63% del Producto Interno Bruto) mientras que ahora se sitúa en 40.302 millones dólares al cierre de marzo, equivalente a 66,9% del Producto Interno Bruto. La evolución es altamente preocupante. Uruguay se endeuda más y más para pagar los gastos del Estado, pero todo tiene un límite y si no mejora la producción y se generan recursos propios, vamos camino al colapso. No hay dudas, la inactividad del gobierno ha puesto al país en situación crítica. El Frente Amplio en el poder ya fue. Es más, se agotó en la primera presidencia de Vázquez y luego inició el despilfarro. Si permanece en el gobierno, Uruguay ahondará sus problemas porque serán prácticamente los mismos nombres con los que hoy peregrinamos en camino al infierno: el MPP, Raúl Sendic, el Pit-Cnt, el Partido Comunista, Constanza Moreira, Ernesto Murro, los socialistas, Asamblea Uruguay. El abanico entero. Todas figuritas conocidas que son justamente lo que hay que cambiar o el apagón será muchísimo más grave.
SEGUIR Ricardo Reilly Salaverri Introduzca el texto aquí Al escribir esta columna el vecindario —rambla de Pocitos— y la prensa, dicen que Montevideo ha alcanzado el grado más alto de criminalidad de todos los tiempos. Al tiempo que el reclamo de la campaña, el gobierno no lo entiende. Ofrece aspirinas. Busca dividir entre empleados y empresarios. Entre chicos, medianos y grandes. No es el tema. Y acomodos burocráticos y clientelismo al infinito suman a un generalizado desconcierto popular. Un zar ruso tenía como mascota a un oso. Un día ordenó al sastre de la corte un uniforme de gala para una ceremonia especial. Al probárselo sintió que le quedaba desajustado al cuerpo. Indignado ordenó que colgaran al sastre. Rumbo al cadalso el sastre llegó a decir a viva voz, que dominaba un arte que haría hablar al amado oso del jefe. Enterado éste, pidió una explicación. El sastre le dijo que para ello necesitaba le dejasen trabajar durante tres meses con el animal. El zar le concedió los tres meses para hacer que el oso hablara. Si no lo lograba su destino sería el postergado cadalso. Cuando agobiado, el sastre al llegar a casa contó a su señora lo ocurrido, ella le inquirió: —"¿Y ahora qué vas a hacer?" —"Y, en adelante pueden pasar tres cosas. Una es que se muera el zar, la otra que me muera yo, y la tercera, anda a saber: a lo mejor el oso habla" —respondió el marido. El relato viene a colación ante el reclamo estructurado en "las 10 mochilas" inapelables, desarrolladas por el Ing. Agr. Eduardo Blasina en Santa Bernardina. Hay razones para el escepticismo. A la materia agropecuaria la monopolizan en el Frente Amplio los tupamaros. Léase: Ancap, ALUR, la regasificadora, el Fondes, etc. Su "pollo" era el licenciado Sendic. Quebró al ente petrolero. Causa no menor de las circunstancias que viven productores, otros empresarios y exportadores en la realidad nacional. El ministro de Economía y Finanzas es el Cr. Astori, padre del desastre de Pluna e inventor de los espacios fiscales y la multiplicación del endeudamiento externo, que ha liderado la orientación que hizo cenizas los beneficios de la era de bonanza inédita que se vivió en el auge de los precios de los commodities. Especialización: el fiscalazo permanente. Voz tan inapelable como la de "las mochilas", la del economista Carlos Steneri, que al respecto ha dicho: "…nuestro modelo económico debe financiar un gasto público muy alto cuya contrapartida es una carga impositiva excesiva al sector privado y endeudamiento público creciente... En definitiva, discrimina contra las fuentes genuinas de crecimiento y la propia viabilidad del sistema… se trata de una malignidad de índole estructural que solo se resuelve con reformas estructurales y no con paliativos". Recuerda entonces el fracaso de la inserción internacional oficialista que "naufragó por oposición interna en sus propias filas", al igual que la educación en lo que en vez de negociar con la oposición, se prefirió una política de partido único. Agrega al respecto la necesidad de contener el gasto público y detener su crecimiento; topear la recaudación por medio del presupuesto de las empresas públicas por ley; bajar los impuestos a la renta empresarial como se viene haciendo en otros países; y modernizar las relaciones laborales eliminando regulaciones obsoletas (Ec. Steneri, Economía &Mercado, El País; 5/02/18). Moraleja: al gobierno no le queda otra que la del sastre. Ganar tiempo. Y, las aspirinas.

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