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Resistencia económica y política: ¿quién ganará?

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Ataques en Ucrania. Foto: AFP.
This handout picture released by the State Emergency Service of Ukraine on March 11, 2022, shows rescuers working at the scene of an airstrike in Dnipro. - Civilian targets came under Russian shelling in the central Ukrainian city of Dnipro on March 11, killing one, emergency services said, in what appeared to be the first direct attack on the city. Early on Friday, "there were three air strikes on the city, namely hitting a kindergarten, an apartment building and a two-story shoe factory, starting a fire. One person died," the emergency services said in a statement. (Photo by Handout / State Emergency Service of Ukraine / AFP) / RESTRICTED TO EDITORIAL USE - MANDATORY CREDIT "AFP PHOTO / State Emergency Service of Ukraine / handout" - NO MARKETING - NO ADVERTISING CAMPAIGNS - DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS
HANDOUT/AFP fotos

ANÁLISIS

Los líderes occidentales deben mantener la unidad en más de veinte democracias divididas, persuadiendo a ciudadanos de que el aumento de los precios de la energía, vale la pena el sacrificio.

A medida que la invasión rusa avanza en Ucrania, Moscú se encuentra envuelto en un conflicto paralelo: una competencia de resistencia económica y política contra Occidente.

El presidente Vladimir Putin había preparado a Rusia para sanciones como las impuestas tras la anexión de Crimea en 2014, como si desafiara a los países occidentales a cortar a sus ciudadanos el comercio ruso para ver quién titubeaba primero.

Sin embargo, la severidad de las medidas occidentales ha superado con creces las expectativas, no solo al devastar la economía rusa sino al aislar a sus ciudadanos de los viajes e incluso de marcas occidentales como Apple y McDonald’s.

Ahora, ambas partes se enfrentan a una prueba de su capacidad para mantener el apoyo interno a un enfrentamiento cuyos costos serán asumidos por los ciudadanos ordinarios. Más que una batalla de voluntades, es una prueba de dos sistemas opuestos.

La balanza económica favorece mucho a Occidente. A través de un estudio se calculó que una guerra comercial total reduciría el producto interno bruto combinado de los países occidentales en un 0,17%, pero la reducción del PIB de Rusia sería de un devastador 9,7%.

La opinión pública también puede favorecer a Occidente, donde las encuestas encuentran un amplio apoyo a las medidas rigurosas contra Rusia, mientras que Putin ni siquiera se atreve a reconocer el alcance de la guerra por miedo a desencadenar más manifestaciones.

Aun así, los líderes occidentales deben mantener la unidad en más de veinte democracias divididas, persuadiendo a ciudadanos de que el aumento de los precios de la energía, vale la pena el sacrificio.

Mientras tanto, Putin debe mantener su control sobre los ciudadanos rusos y la red de agentes del poder político que lo respaldan. Si su tolerancia al rápido aumento del número de víctimas de la guerra desaparece antes que la determinación de Occidente, podría poner en peligro no solo su guerra, sino también su control del poder.

La cuestión de quién se cansa primero puede determinar el destino de Ucrania tanto como cualquier transferencia de armas o asalto de tanques.

El arma secreta de los países occidentales, casi tan importante como su ventaja económica, puede ser el repentino deseo de sus ciudadanos de tomar acción de manera concertada y unificada.

En una encuesta realizada en siete países justo antes de la invasión, la mayoría dijo que estaba dispuesta a asumir personalmente el costo económico de aislar a Rusia, la cual proporciona gran parte de la energía de Europa.

Líderes como Olaf Scholz, de Alemania, y Emmanuel Macron, de Francia, ven aumentar sus índices de aprobación al enfrentarse a Rusia.

Se espera que la desaceleración de las exportaciones energéticas rusas afecte de manera importante a Europa. Alemania importa más de la mitad de su gas de Rusia, al igual que Austria. Algunos países de Europa del Este utilizan gas ruso casi en un 100%.

El oeste de Europa obtiene la mayor parte de su gas de otros países, como Noruega y Argelia. Aun así, a medida que Rusia no tenga compradores, los combustibles fósiles se volverán más escasos y más costosos en todo el mundo. Ya se prevé que las facturas de energía de algunos alemanes aumenten dos tercios este año.

Los impactos económicos podrían extenderse mucho más allá de los costos de la calefacción. Varias industrias europeas ya están ralentizando la producción debido al aumento de los precios de la energía.

Rusia también exporta gran parte del cobre y otros materiales industriales del mundo.

El mayor aliado de Occidente para mantener la unidad puede ser el propio Putin. Al concentrar fuerzas en las fronteras de la OTAN y producir imágenes impactantes de destrucción en Ucrania, les ha dado a los europeos algo en contra de lo cual unirse.

En un contraste elocuente con 2014, cuando muchos rusos aplaudieron la invasión de su país a Ucrania, Putin ha recurrido casi de inmediato a la represión y la censura, al amenazar con severas penas de prisión incluso por referirse a la invasión como una “guerra”. Sin embargo, Putin pertenece a un club particular de autoritarios -autócratas individuales, más que dictaduras militares o de partido- para los que el apoyo popular es una preocupación secundaria.

Las élites autoritarias, que se esconden detrás de una gran riqueza personal, pueden soportar más fácilmente las dificultades económicas que sufrirán los rusos comunes y corrientes. Sin embargo, estas élites no se dejan engañar por la propaganda estatal. Y no son indiferentes al destino de su país.

Las sanciones podrían perjudicar la relación de Putin con la élite al limitar su capacidad de distribuir el botín que esperan a cambio de su apoyo. Lo mismo podría ocurrir con el descontento popular, si se agrava lo suficiente como para que esas élites se cuestionen si Putin está poniendo en peligro la estabilidad de Rusia.

Al ocultar la escala y la naturaleza de la invasión, Putin se está atando las manos, haciendo imposible que su gobierno informe adecuadamente a los ciudadanos sobre los problemas que se avecinan. No puede pedir a los ciudadanos que se unan en torno a una guerra que, según lo ha repetido con insistencia, no existe.

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