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Nuevo aire para el mandato de la ONU

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Edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Foto: Pixabay

OPINIÓN

Hoy se cumplen 76 años de la creación de las Naciones Unidas.

Hoy se cumplen 76 años de la creación de las Naciones Unidas.

Su principal cometido entonces era el de evitar una tercera guerra mundial, con las brasas de la segunda aún calientes. Desde entonces, las Naciones Unidas han sido el principal promotor del multilateralismo, en un mundo que no ha dejado de cambiar.

La larga sombra de la guerra fría, el genocidio ruandés, los efectos del cambio climático o la reciente pandemia del COVID-19 son algunos fenómenos que han ido marcando hitos en su dilatada historia. Uruguay es parte de ese proyecto global de paz, desarrollo, seguridad y derechos humanos desde sus inicios.

El relato de paz se ha ido enriqueciendo paulatinamente con la emergencia de agendas sociales y ambientales, así como la incorporación de decenas de nuevos países a la familia de las Naciones Unidas. En 2015, hasta 193 Estados miembros de la ONU definieron una Agenda de desarrollo sostenible en sus componentes económicos, sociales y ambientales. Los países deben avanzar hacia el año 2030 en dichos pilares con un imperativo moral: no comprometer el futuro de las generaciones venideras. Y bajo una premisa importante: no dejar a nadie atrás.

Semanas atrás, el Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo sonar la alarma sobre los graves riesgos que se ciernen sobre la Humanidad: “Estamos al borde del abismo, y vamos en la dirección equivocada”, sostuvo. Para hacer frente a esta situación, Guterres esbozó ante los países miembros una estrategia, Nuestra Agenda Común.

En ella propone soluciones multilaterales para cubrir temas urgentes, como la vacunación universal contra el COVID-19, donde la desigualdad en el acceso mundial a las vacunas es lacerante. También destacó las soluciones a la crisis climática que nos azota. El tiempo apremia: es urgente revitalizar el multilateralismo, y adaptar las Naciones Unidas a una nueva era.

Uruguay ha sido y es un actor clave en esta singladura. A lo largo de varias décadas, participó activamente en la construcción de agendas globales importantes, como las de derechos humanos, siendo uno de los primeros en ratificarlas.

Comprometió a miles de tropas en complejas operaciones de paz en diferentes rincones del mundo y desplegó numerosos expertos civiles en organizaciones e iniciativas sur-sur. También es un aliado en el fortalecimiento del multilateralismo, que el planeta necesita con urgencia. No en vano Uruguay se ha convertido en un buen ejemplo para América Latina de democracia, estabilidad e inclusión social.

La ONU trabaja con Uruguay desde hace más de 70 años. No solo en la conformación de agendas globales, sino ayudando a implementar en la práctica el desarrollo sostenible, y el concepto de no dejar a nadie atrás. Más de 15 fondos, programas y agencias ayudan cotidianamente a mejorar la producción, la calidad del empleo, la educación, la salud o el medio ambiente del país. Asimismo, cultivan la promoción de los derechos humanos en el país.

Uruguay es hoy un país dinámico, con cotas de seguridad y bienestar superiores a las del entorno regional. No obstante, tiene que hacer frente a varios desafíos en un mundo que cambia aceleradamente. La recuperación incluyente de los múltiples impactos del COVID-19, la transición de su economía a un horizonte verde y digital, el cierre de algunas brechas educativas, la efectiva igualdad de género o la compleja gestión de la migración, entre otras.

Por méritos propios, Uruguay puede aspirar a convertirse en un modelo universal de desarrollo sostenible, con una mirada audaz hacia el futuro. Para ello encontrará siempre en las Naciones Unidas un socio entusiasta.

*Pablo Ruiz Hiebra es coordinador Residente de la ONU en Uruguay.

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