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Nueva ola migratorias a Canarias por la pandemia del coronavirus

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En el puerto de la isla Gran Canaria se instaló un campamento para migrantes que tiene su capacidad desbordada. Foto: Reuters

LA MIGRACIÓN DE ÁFRICA HACIA EUROPA

Del 1 de enero al 1 de noviembre de 2020, llegaron a Canarias por vía marítima 11.409 personas, una cifra muy superior a las 1.493 que arribaron en el mismo período en 2019.

Los devastadores efectos de la pandemia delCOVID-19 están empujando a cientos de jóvenes a salir desde la costa africanas con rumbo a Canarias. Un fenómeno que evoca la “crisis de los cayucos” de 2006, cuando casi 32.000 personas llegaron a esas islas españolas desde Senegal, Mauritania y Marruecos.

El último informe quincenal sobre migración irregular del Ministerio del Interior español, que abarca del 1 de enero al 1 de noviembre de 2020, indica que llegaron a Canarias por vía marítima 11.409 personas, una cifra muy superior a las 1.493 que arribaron en el mismo período en 2019.

Ante este fenómeno, el gobierno español decidió crear una cerco marítimo en torno a Canarias reforzando el patrullaje en las islas, al tiempo que desplegará su diplomacia para frenar la salida de inmigrantes de sus países de origen y reactivar las repatriaciones paralizadas por la pandemia.

Así lo anunció ayer viernes desde la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, al presentar un paquete de medidas que también incluyen la habilitación de instalaciones militares para acoger migrantes.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, irá el 22 de noviembre a Senegal y el de Interior, Fernando Grande-Marlaska, el 20 de noviembre a Marruecos “para reforzar la colaboración y trabajar de manera conjunta para evitar esas salidas”, dijo Darias.

Se trata de dar “un impulso a la vía diplomática para evitar (...) que nadie se siga jugando la vida cuando se sube a esas embarcaciones”, dijo Darias en rueda de prensa, en la que también aseguró que se pondrá “énfasis” en reactivar las repatriaciones de migrantes económicos que fueron paralizadas por la pandemia.

Recientemente, los ministros de Interior y Asuntos Exteriores ya se desplazaron a varios países clave en el flujo migratorio como Mauritania, Túnez, Argelia, Chad o Níger.

Además, según indicó Darias, el gobierno prevé reforzar las fuerzas de seguridad desplegadas en el océano Atlántico con el destacamento de varios navíos, un avión, un helicóptero y un submarino.

La estrategia reproduce la utilizada durante la crisis migratoria en Canarias de 2006, cuando llegaron más de 30.000 personas al archipiélago. España firmó entonces tratados de colaboración con países como Mauritania o Senegal para frenar el flujo de migrantes.

“En 2006 también se apostó por el control férreo de fronteras en origen (...) y no se consiguió frenar la llegada de personas” sino desviarlas a otras rutas, dijo a AFP Virginia Álvarez, responsable de investigación de Amnistía Internacional en España. “Quieren trasladar su responsabilidad a terceros países y eso está abocado al fracaso”.

“Puede funcionar un tiempo, pero no a largo plazo. Cuando cierras una ruta, se abre otra y normalmente es más cara y más peligrosa”, coincidió Judith Sunderland, vicedirectora para Europa de Human Rights Watch (HRW).

Desde hace meses, los migrantes han reactivado la ruta canaria en detrimento de la mediterránea, donde Europa firmó acuerdos con Turquía, Libia o Marruecos para controlar las fronteras.

Desde enero, han desembarcado en islas Canarias más de 16.000 migrantes, multiplicando casi por diez las de 2019.

Con los centros de acogida de inmigrantes de las islas al límite de su capacidad, casi 2.000 personas han quedado varadas en el puerto de Arguineguín, en la isla de Gran Canaria, un trato que un juez de inmigración calificó el jueves como “inhumano y degradante”.

“En 400 metros cuadrados no se pueden hacinar 1.980 personas, porque, primero, no son ganado; segundo, son seres humanos; y tercero, no hay condiciones de salubridad ni de higiene para atenderlos debidamente”, dijo el juez de Las Palmas, Arcadio Díaz Tejera.

Si bien los migrantes deben pasar solo unas horas en ese muelle, el colapso del sistema para registrar a los migrantes y practicarles una prueba PCR hace que algunos estén varios días varados antes de ser recolocados.

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