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En Nagorno Karabaj las treguas se violan y la guerra continúa

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Barda: localidad cercana a la capital de la región de Nagorno Karabaj, Stepanakert, bombardeada por esta semana. Foto: Reuters

CONFLICTO ARMADO

Azerbaiyán pretende reconquistar desde el 27 de septiembre Nagorno Karabj, región poblada de armenios que declaró su independencia hace tres décadas.

Los cohetes no dejan de caer, la retórica de odio se enciende, el balance de muertos crece sin parar y los esfuerzos diplomáticos fracasan. Pese a una nueva tregua, que los beligerantes no respetaron, el conflicto de Nagorno Karabaj parece que va a durar.

El domingo entró un nuevo alto el fuego humanitario, pero Armenia y Azerbaiyán se acusaron mutuamente de haberlo violado, como hicieran con otra tregua acordada una semana antes.

Azerbaiyán pretende reconquistar desde el 27 de septiembre Nagorno Karabj, región poblada de armenios que declaró su independencia hace tres décadas, provocando una guerra que dejó 30.000 muertos.

Desde el alto el fuego de 1994 y pese a que cada tanto registran enfrentamientos, Nagorno Karabaj gozaba, de facto, de su independencia, apoyada por Armenia y protegida por un glacis de siete distritos azerbaiyanos ocupados. Un statu quo que ahora está amenazado.

Tras las cortinas de humo de la propaganda de ambos bandos, estos nuevos combates han dejado, al menos, cientos de muertos. Quizá miles. Un balance muy alto en una región que contaba con 140.000 habitantes, la mitad de los cuales huyó.

Y aunque Azerbaiyán, mejor armado, se haya apoderado de algunos territorios, la mayoría de las líneas fortificadas armenias han resistido hasta la fecha. Además, los separatistas controlan la montaña, una ventaja estratégica.

El coste de las victorias de Azerbaiyán se desconoce, pues ese país no comunica ningún balance de bajas.

Para Guela Vassadze, del Centro georgiano de Análisis Estratégico, Azerbaiyán está “lejos de tomar el control de Nagorno Karabaj” y, por ello, esta “fase caliente del conflicto va a durar”, siempre y cuando las presiones diplomáticas no den su fruto.

El fiasco de la tregua del 10 de octubre, negociada por Rusia, da cuenta de las dificultades de la comunidad internacional para atajar la violencia, pero también de la determinación de los beligerantes.

Tras el fracaso del primer alto el fuego, el International Crisis Group lamentó que ambas partes parecieran “preparar una escalada” y apuntó que “los avances azerbaiyanos alientan el miedo de los armenios y sus contraataques”.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, dijo que estaba dispuesto a seguir combatiendo e hizo un llamado a la “unión” para “garantizar la independencia” del territorio separatista.

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