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Indagan nexos yihadistas de los "lobos solitarios"

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La Policía y los servicios secretos franceses siguen la pista de una foto que envió el terrorista.
Special forces of France's Research and Intervention Brigades (BRI) escort an unidentified woman and a child as they leave the building housing the apartment of a man suspected of carrying out an attack in Saint-Priest near Lyon on June 26, 2015. A 35-year-old man arrested in connection with the attack on the Air Products gas factory was investigated nine years ago for radicalisation and has links to the Salafist movement, Interior Minister Bernard Cazeneuve said. He identified the suspect as Yacine Salhi, 35, who was known to have lived around Lyon, France's second largest city, near the site of the attack. AFP PHOTO / PHILIPPE DESMAZES FRANCE-ATTACK
PHILIPPE DESMAZES/AFP

Yashim Salhi, el sospechoso del atentado del pasado viernes en el este de Francia, confesó haber decapitado a su jefe y haber tratado de volar una planta química, pero se mostró menos claro a la hora de desvelar los motivos de su acción. Según indicaron fuentes próximas a la investigación, luego de 30 horas de silencio ante los investigadores, el presunto autor de los hechos comenzó a colaborar anoche en los interrogatorios.

El sospechoso, que tras un breve paso por el hospital se encontraba en las dependencias de la Policía de Lyon, fue trasladado ayer a los locales de la brigada antiterrorista situados a las afueras de París, donde seguirá en arresto provisional hasta ser presentado ante un juez antes de mañana.

Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, confesó que asesinó en un aparcamiento a su jefe en la empresa de reparto de encomiendas en la que trabajaba desde hacía unos meses y, posteriormente, le decapitó.

Con la furgoneta de reparto en la que habitualmente hacía su trabajo, se dirigió a la planta que la empresa estadounidense Air Products tiene en Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon, tercera ciudad de Francia.

Allí, tal como se desprende de las grabaciones de las cámaras de seguridad, le abrieron la puerta pensando que iba a hacer una entrega.

Salhi colgó la cabeza de su jefe de una valla y la rodeó de banderas con inscripciones musulmanas —que atribuyeron al Estado Islámico—, antes de estrellar el vehículo contra un almacén repleto de bombonas de gas, lo que provocó una gran deflagración, aunque ninguno del casi medio centenar de trabajadores de la planta resultó herido. Levemente herido, Salhi se dirigió a otro almacén, donde fue reducido por un bombero cuando abría bombonas de acetona, aparentemente con la intención de hacer volar por los aires la fábrica, según su confesión. Salhi se mostró, sin embargo, menos claro a la hora de desgranar los motivos de su acto.

Según la página web del diario "Le Parisien", Salhi explicó que atraviesa "dificultades personales ligadas a su trabajo y a su familia". La cadena de televisión BFMTV afirmó que Salhi confesó haber tenido una fuerte disputa con su esposa la víspera del atentado, mientras que la emisora France Info señaló que también reveló que había discutido con su jefe.

Según la radio, Salhi reveló que había intentado inmolarse en la planta química.

La esposa y la hermana del sospechoso, arrestadas el pasado viernes, fueron puestas ayer mismo en libertad.

huida de túnez.

Miles de turistas abandonaron el sábado pasado Túnez, un día después del sangriento atentado reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra un hotel que dejó 38 muertos, de ellos, al menos 15 británicos.

Cerca de 20.000 británicos se encontraban en viaje organizado en Túnez en el momento del atentado, además de la gente que viaja por su cuenta, según la Asociación de Agencias de Viajes británicas ABTA.

El sábado por la noche, los tour operadores Thomson, First Choices y Jet2 habían repatriado a unas 1.200 personas. Ayer otras 2.500 habrán salido del país, aseguraron.

Dado el alto número de británicos afectados, Scotland Yard ha enviado a "un gran número de policías a Túnez para asistir a las autoridades tunecinas y realizar (nuestra) propia investigación", según un vocero.

"Es el ataque terrorista más importante contra ciudadanos británicos" desde los atentados de Londres en 2005, según un responsable del Foreign Office.

En total, 17 víctimas han sido identificadas, según el ministerio tunecino de Salud, que no ha desglosado las nacionalidades, limitándose a decir que se tratan de personas de "nacionalidad británica, alemana, irlandesa, belga y portuguesa".

Todos ellos se hallaban en el hotel Riu Imperial Marhaba en Port El Kantaoui, cerca de Susa (140 kilómetros al sur de Túnez), cuando un estudiante desconocido para los servicios policiales tunecinos entró en las instalaciones a través de la playa, empezó a disparar con un fusil ametrallador y continuó su matanza en las terrazas y piscinas, antes de ser abatido.

Esta matanza supone otro golpe al esencial sector del turismo en Túnez, tres meses después de otro ataque contra el museo del Bardo en la capital (22 muertos, de los que 21 turistas), también reivindicado por el EI. "Si estuviera en el lugar de los turistas, no volvería a poner los pies en Túnez en este periodo. Es normal que se vayan rápidamente después de esta catástrofe. ¿Vienen de vacaciones o a morir?", dijo Imed Triki, un comerciante de Susa.

Según el último balance del ministerio de Salud, además de los 38 muertos, 39 personas fueron heridas, de ellas 25 británicas, siete tunecinas y tres belgas. "Lo que ha ocurrido muestra fallos en la seguridad (...). Tenemos que cuestionarnos", dijo Rached Ghannouchi, el presidente del partido musulmán Ennahda, segunda fuerza política del país.

El autor se llamaba Seifeddine Rezgui y era originario de Gaafur, aunque estudiaba en Kairuan. No estaba fichado por la Policía, según el secretario de Estado de Seguridad, Rafik Chelly, quien precisó que "a priori" habría actuado solo.

Según un testigo tunecino, Rezgui contra turistas pero no contra los tunecinos.

"El terrorista nos dijo: aléjense, no he venido por ustedes. No nos disparó, disparó contra los turistas", relató.

Salhi envió una selfie con la cabeza decapitada a alguien

n Yasin Salhi, envió un selfie junto a la cabeza de su víctima, indicaron fuentes cercanas al caso. Detenido el viernes cuando intentaba provocar una explosión en una fábrica de gas industrial en la región de Lyon Salhi, confesó el crimen y el atentado a los investigadores. Estos buscan determinar si hubo eventuales cómplices en el asesinato y decapitación de Hervé Cornara, un empresario de 54 años. La foto fue enviada a través de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp hacia un número de móvil canadiense, precisó una de estas fuentes.

La localización del contacto de Salhi no ha sido establecida, pudiendo ser este móvil un simple número de paso hacia otro destino, advirtió la misma. Los investigadores se esforzarán para recrear el trayecto de esta foto para identificar a su destinatario, en Francia o en el exterior.

La autopsia de Cornara se realizó este sábado, con el objetivo de verificar si el cádaver fue decapitado después de la muerte del mismo. Los primeros resultados no arrojaron luz sobre el punto. [AFP]

El eterno femenino de una imaginativa pintora
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En Túnez son claros, pero no en el de Francia aunque ya se confesó el atacante

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