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La derrota oculta en el triunfo

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Hubo una señal extraña, contradictoria, en el triunfo que consiguió Alexis Tsipras en el referéndum. La renuncia de Yanis Varoufakis fue como si levantara una bandera blanca en señal de capitulación, en medio de los festejos por la abrumadora mayoría obtenida por el "No" que propiciaba.

Se supone que las urnas acababan de fortalecer su posición en la pulseada con la Unión Europea, pero la primera medida que tomó el primer ministro, en el medio del festejo de sus partidarios, fue entregar a Bruselas y a Berlín la cabeza que exigían para seguir negociando: la de su intransigente ministro de Finanzas. Lo que muestra esta paradoja es que hay una derrota oculta dentro de la victoria del gobierno griego. Esa derrota se dio, en realidad, durante la campaña política que precedió al referéndum.

Sucede que Alexis Tsipras tuvo que dar un giro en su discurso, que lo dejó a contramano de lo que había propiciado cuando estaba en la oposición. Por entonces, ante los durísimos ajustes que imponía la UE y aplicaba el gobierno de coalición que presidió el conservador Antonis Samaras e incluyo al socialdemócrata Pasok y a Dimar, un desprendimiento de Syriza, Tsipras proponía salir de la eurozona y hacer resucitar el dracma, la antigua moneda griega. Junto con su amigo y camarada Varoufakis, explicaba que el euro restaba competitividad a economías como la griega porque en realidad reflejaba la hiperproductividad alemana, convirtiéndose en un ancla imposible de arrastrar para las economías más débiles y pequeñas. Ese argumento tiene una lógica verificable en otros rincones del planeta, donde hay (como en Puerto Rico) o hubo (como en Argentina) economías atadas a supermonedas que no reflejan sus propias realidades. Pero en la campaña por el referéndum, Bruselas logró imponer entre los griegos la idea de que el triunfo del "No" implicaba la decisión de abandonar el euro y poner un pie afuera de la UE. Ante ese discurso y su efecto interno, mostrado por encuestas que le daban una ventaja al "Sí", Tsipras dio un giro copernicano y salió a explicar que votar "No" en modo alguno era optar por abandonar la moneda única y volver al dracma. El discurso de Tsipras se concentró en explicar que el triunfo del "No" fortalecería la permanencia de Grecia en la eurozona. Antes de que los votos griegos entraran en las urnas, Bruselas y Berlín habían doblegado al gobierno de Syriza que sacrificó a Varoufakis en el altar de la moneda única europea.

La Bitácora

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